La modificación, en julio de 2015, del artículo 550 del Código Penal, sirvió para que las agresiones físicas a los médicos fueran consideradas como “atentado a la autoridad”. De hecho, ya hay sentencias judiciales (la última, emitida hace apenas unos días por un juzgado de Guadalajara) que imponen penas de cárcel a los agresores. Sin embargo, esta misma modificación supuso que las agresiones verbales como insultos, vejaciones o injurias, quedaran destipificadas, salvo en casos excepcionales.
El coordinador del Observatorio Nacional de Agresiones de la OMC, José Alberto Becerra, considera así que el hecho de insultar ha quedado “impune” de esta forma y que “nuestra gran victoria con la modificación del Código Penal, que fue todo un éxito, también supuso un fracaso por este aspecto”, señala en declaraciones a Consalud.es.
El portavoz hace así un llamamiento a las administraciones para que, cuando se aborde la lucha contra las agresiones a los sanitarios (en el último año han crecido un 5%) no sólo se tengan en cuanta a las agresiones físicas. “Se relaciona la palabra agresión con el hecho de que peguen a un médico. Pero agresión también es que se insulte, intimide o amenace al facultativo”, añade.
De hecho, Becerra asegura que la gran mayoría de denuncias por agresión que recogen en su observatorio se corresponde a insultos y que “estoy seguro de que la gran mayoría ni siquiera se llega a denunciar”. Según el último estudio sobre agresiones de la Organización Médico Colegial, el 68% de las 361 agresiones registradas en 2015 no provocó ninguna lesión al facultativo, por lo que podrían deberse a insultos y, en cuanto a las agresiones que sí generaron lesiones, un 45% de las mismas se correspondían con lesiones psíquicas.
En este sentido, el coordinador del Observatorio Nacional de Agresiones considera que estos casos de insultos y vejaciones pueden ser reducidos con el trabajo de las administraciones, “puesto que la mayoría de las agresiones derivan de problemas administrativos. Por ejemplo, si a una persona no la llaman en meses para el especialista, ¿a quién va a quejarse,a la administración, o al médico de cabecera, que es el que conoce? Este es el problema”, afirma.
MÁS FÁCIL COMETER UN ERROR
La actitud agresiva con los sanitarios, más allá de perjudicar al propio profesional, también puede acabar repercutiendo directamente en los pacientes. Según un estudio publicado en la revista BMJ Quality & Safety, los médicos tienen entre un 20% y un 42% más de probabilidades de cometer errores en el diagnóstico en pacientes considerados agresivos o muy exigentes, en comparación con los pacientes “neutrales”.
Una mayor facilidad para cometer errores que es independiente al mayor o menor tiempo que se le dedique al paciente y que, como concluye el estudio, sugiere “que la energía mental necesaria para lidiar con el comportamiento problemático de los pacientes interfiere con el procesamiento de la información clínica correctamente”.
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“Se relaciona la palabra agresión con el hecho de que peguen a un médico. Pero agresión también es que se insulte, intimide o amenace a un facultativo”
Concretamente, la modificación, por la que los facultativos llevaban años luchando, suponía también la derogación del Libro 3 del Código Penal, en la que se recogían delitos como la “falta de vejaciones injustas”, que ahora pasan a ser abordadas como faltas leves que se tramitan por la vía civil, lo que sólo puede dar paso a multas, que en la mayoría de los casos son de escasa cuantía.El coordinador del Observatorio Nacional de Agresiones de la OMC, José Alberto Becerra, considera así que el hecho de insultar ha quedado “impune” de esta forma y que “nuestra gran victoria con la modificación del Código Penal, que fue todo un éxito, también supuso un fracaso por este aspecto”, señala en declaraciones a Consalud.es.
El portavoz hace así un llamamiento a las administraciones para que, cuando se aborde la lucha contra las agresiones a los sanitarios (en el último año han crecido un 5%) no sólo se tengan en cuanta a las agresiones físicas. “Se relaciona la palabra agresión con el hecho de que peguen a un médico. Pero agresión también es que se insulte, intimide o amenace al facultativo”, añade.
De hecho, Becerra asegura que la gran mayoría de denuncias por agresión que recogen en su observatorio se corresponde a insultos y que “estoy seguro de que la gran mayoría ni siquiera se llega a denunciar”. Según el último estudio sobre agresiones de la Organización Médico Colegial, el 68% de las 361 agresiones registradas en 2015 no provocó ninguna lesión al facultativo, por lo que podrían deberse a insultos y, en cuanto a las agresiones que sí generaron lesiones, un 45% de las mismas se correspondían con lesiones psíquicas.
En este sentido, el coordinador del Observatorio Nacional de Agresiones considera que estos casos de insultos y vejaciones pueden ser reducidos con el trabajo de las administraciones, “puesto que la mayoría de las agresiones derivan de problemas administrativos. Por ejemplo, si a una persona no la llaman en meses para el especialista, ¿a quién va a quejarse,a la administración, o al médico de cabecera, que es el que conoce? Este es el problema”, afirma.
MÁS FÁCIL COMETER UN ERROR
La actitud agresiva con los sanitarios, más allá de perjudicar al propio profesional, también puede acabar repercutiendo directamente en los pacientes. Según un estudio publicado en la revista BMJ Quality & Safety, los médicos tienen entre un 20% y un 42% más de probabilidades de cometer errores en el diagnóstico en pacientes considerados agresivos o muy exigentes, en comparación con los pacientes “neutrales”.
Una mayor facilidad para cometer errores que es independiente al mayor o menor tiempo que se le dedique al paciente y que, como concluye el estudio, sugiere “que la energía mental necesaria para lidiar con el comportamiento problemático de los pacientes interfiere con el procesamiento de la información clínica correctamente”.
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