El Grupo de Investigación en Microbiota, Nutrición y Salud de la Universidad Europea dirigido por la doctora Mar Larrosa ha publicado recientemente el estudio “¿Puede la Microbiota y el Estilo de Vida Ayudar en el Diagnóstico de Pacientes con Anorexia Nerviosa?" en MDPI. En el texto, los investigadores, liderados por Rocío González-Soltero, profesora titular de la Facultad de Ciencias Biomédicas y Salud, plantean la existencia de marcadores indicativos de anorexia nerviosa (AN) en la microbiota, con lo que estas bacterias de la flora intestinal podrían convertirse en una herramienta de diagnóstico y para el seguimiento del tratamiento de la patología.
Los cambios que experimenta la microbiota intestinal dependen de los hábitos de alimentación. En concreto, el grupo de investigadores de la Universidad Europea, formado por Vanessa Méndez-Figueroa, José Miguel Biscaia,Rosa B. Mohedano, Ascensión Blanco-Fernández, María Bailén, Carlos Bressa, Mar Larrosa y Rocío González-Soltero, apunta que hay evidencias de que una determinada bacteria (M.smithii) se ha encontrado en niveles más elevados de lo habitual en pacientes con AN.
Los investigadores proponen que la microbiota sea parte del proceso de recuperación de pacientes, cuyo tratamiento suele ser psicológico y nutricional
Tal y como indica González-Soltero, “proponemos que la microbiota sea parte del proceso de recuperación de pacientes”. “El tratamiento habitual de la Anorexia Nerviosa suele ser psicológico y nutricional, pero hasta ahora no hay marcadores biológicos predictivos de su evolución. Por ello, planteamos usar la microbiota para el diagnóstico y también para el tratamiento”, añade. No obstante, los investigadores advierten que, pese a que podría plantearse como una herramienta útil, “aún faltan datos y hay pocos estudios, de hecho, ninguno de ellos de intervención”.
EL SEDENTARISMO INFLUYE EN LA MICROBIOTA
Por otro lado, el Grupo de Investigación en Microbiota, Nutrición y Salud de la Universidad Europea, liderado por la investigadora Mar Larrosa, también ha llevado a cabo el estudio “Diferencias en el perfil de microbiota entre mujeres con un estilo de vida activo y mujeres sedentarias" publicado en PLOS One.
“La ruptura del sedentarismo se correlaciona con una mayor diversidad de la microbiota intestinal, es decir, una microbiota más resistente a la invasión por patógenos, más resiliente (con mayor capacidad de recuperación) y con mayor redundancia funcional (que aprovecha mejor los recursos)”, explica Larrosa.
Con una muestra compuesta por 40 mujeres, 19 activas y 21 sedentarias, los investigadores realizaron una medición de la actividad física de las mismas, estudiaron su composición corporal, sus hábitos alimenticios y su microbiota intestinal. Con toda la información recopilada, hallaron una relación entre la ruptura del sedentarismo y la composición de la microbiota.