El escenario del departamento de Anatomía y Embriología Humana II de la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense resuena irremediablemente a uno de los episodios más terroríficos de la historia del ser humano. Cadáveres apilados, descompuestos, destrozados. Imágenes que parecen sacadas de Auschwitz y que, en cambio, fueron tomadas hace apenas tres años en las dependencias de una de las universidades españolas de más renombre. Entonces, y como destapó El Mundo, se hallaron unos 250 cadáveres, donados a la ciencia, sin identificar y aplicados en la cámara frigorífica y junto al horno crematorio. A vueltas con el polémico caso, que sigue lejos de esclarecerse, la Policía Nacional investiga ahora al antiguo jefe del departamento, José Ramón Mérida, tal y como indica El Confidencial.
Según las indagaciones de las autoridades, Mérida pudo haberse lucrado ilícitamente con los cuerpos, a través de la organización de cursos no homologados
Según las indagaciones de las autoridades, Mérida pudo haberse lucrado ilícitamente con los cuerpos, a través de la organización de cursos no homologados. Los agentes han enviado un oficio al Juzgado número 37 de Madrid, solicitando la relación de cursos impartidos por el departamento desde 2008 hasta la actualidad. También reclaman a la Complutense la relación de espacios alquilados por el departamento, el dinero ingresado por estas rentas así como la identidad de quienes se lo han embolsado. Por otra parte, los investigadores han tenido conocimiento, a través de "gestiones de investigación", de que "la mayor parte de los cadáveres proceden de la empresa Parques de la Paz Parcesa", por lo que han solicitado que esta mercantil aporte el número de cadáveres remitidos a la Facultad de Medicina desde 2008 hasta hoy.
El escándalo salió a la luz a raíz de la denuncia de varios empleados, encargados del manejo de los cuerpos, quienes denunciaron a la Universidad tras haber sufrido problemas respiratorios y otras patologías graves por haber estado expuestos durante años a los altos niveles de formol con los que se mantenían los cadáveres.
La primera de las empleadas que presentó la querella, Pilar Mansilla, aseguraba haber sufrido un cáncer como consecuencia de la acumulación de la sustancia en el departamento que sufrió durante más de una década, y apuntaba a José Ramón Mérida como principal responsable de las condiciones en las que se encontraban los cadáveres. "Solo quería más y más cadáveres y no le importaba la historia clínica", comentó Mansilla ante el juez, en unas declaraciones que luego corroboraron sus compañeros. Además, insistió, Mérida había hecho conciertos con varios hospitales y "no eliminaba los cadáveres antiguos por motivos económicos".