A finales de febrero se cumplieron ya dos años de la invasión rusa en Ucrania. Desde entonces hemos contado los efectos inmediatos en la salud de la guerra y que uno de los primeros y peor perjudicados iba a ser el sistema sanitario ucraniano. Pese a todo esto y a la amenza de guerra en Ucrania, hay pequeños ejemplos de lucha y persistencia. Uno de ellos es el Instituto del Corazón de Kiev, que ha seguido proporcionando trasplantes de corazón a sus ciudadanos, realizando 40 de los procedimientos que salvaron vidas desde la invasión a gran escala del país por parte deRusia en 2022.
El director del Heart Institute, el doctor Borys Todurov, ha informado este miércoles sobre los extraordinarios esfuerzos de su equipo en la reunión anual y las sesiones científicas de la Sociedad Internacional para el Corazón y los Pulmones.
El Heart Institute, sirvio como refugio antiaéreo al comienzo de la guerra y compró sus propios generadores y suministro de agua autónomo para seguir funcionando durante los apagones. Cuando se hizo imposible utilizar helicópteros para transportar órganos de donantes, el doctor Todurov y su equipo de trasplante de corazón de ocho personas tuvieron que dar un giro.
"Sin el uso de un helicóptero, el tiempo de viaje de nuestro órgano era demasiado largo. Así que quitamos algunos asientos de la parte trasera de un autobús Mercedes y comenzamos a llevar todo nuestro equipo y todo nuestro equipo al receptor del corazón donado", explica el doctor Todurov. "Normalmente conducimos de noche, pero es entonces cuando los drones y los cohetes también vuelan por todas partes. Necesitamos hacer nuestro trabajo, incluso si es peligroso", añade.
Para realizar cada operación se necesita a un conductor, el cirujáno principal y otros dos asistentes, dos anestesiólogos, un perfusionista y una enfermera. Dado que las clínicas y hospitales de todo el país no cuentan con el equipo especializado para una operación de trasplante de corazón, el equipo debe traer su propio material y suministros. El autobús tiene capacidad para cuatro cajas por servicio, además de una máquina de bypass, una máquina de circulación extracorpórea, dispositivos de calentamiento y enfriamiento, sistemas de perfusión, monitores y equipo quirúrgico.
"Tenemos que llevarlo todo con nosotros porque no hay posibilidad de que la operación salga mal. La primera vez que llenamos la furgoneta, tardamos cuatro o cinco horas, sobre todo intentando que cupiera el sistema de circulación extracorpórea. Ahora lo hemos reducido a cuestión de minutos", relata.
Para realizar cada operación se necesita a un conductor, el cirujáno principal y otros dos asistentes, dos anestesiólogos, un perfusionista y una enfermera
El doctor Todurov recuerda una reciente operación de trasplante en una clínica regional donde el donante de corazón estaba en un quirófano (OR) y el receptor del corazón se encontrana en el quirófano contiguo.
"Las enfermeras de las clínicas quieren ayudarnos, pero carecen de experiencia. Debemos enviar al paciente en ambulancia de regreso al Instituto del Corazón para que lo atiendan en la UCI después de la operación", señala.
Encontrar carreteras decentes es otro obstáculo para el equipo, que llega a recorrer hasta 500 kilómetros para atender a los pacientes necesitados. "Para cada viaje, debo obtener un permiso especial para conducir a través de las distintas regiones de Ucrania más allá del toque de queda. A veces eso significa circular por carreteras muy dañadas o por puntos de control con carreteras que parecen serpientes", afirma.
A pesar de los peligros de la invasión y la alteración de su vida diaria, casi todos los empleados del Heart Institute han permanecido en sus puestos.
"Once millones de personas necesitan nuestra ayuda. Si no somos nosotros, ¿quién ayudará? Continuar con nuestro trabajo cada día es importante. Nuestro país está lleno de gente, niños y vida. Estamos agradecidos por todo el apoyo que nos han brindado", concluye el doctor.