La feminización de la sanidad española en prácticamente todas sus ramas profesionales es una realidad. Según laúltima actualización del Instituto Nacional de Estadística, en nuestro país hay, a fecha de 31 de diciembre de 2022, 241.402 médicos colegiados en activo, de los cuales 100.910 (41,8%) son hombres y 140.492 (58,2%) mujeres.
Pero esta diferencia es todavía mayor entre la población joven: De las 8.419 nuevas plazas MIR asignadas en la reciente convocatoria, el 65,9% han ido a parar a mujeres y el 32,6% a hombres. Además, en ocho de las especialidades, las mujeres han copado el 80% de las plazas, siendo el caso más destacado, como cada año, el de Obstetricia y Ginecología: De las 280 plazas que ha ofertado en 2023, el 93,93% han sido ocupadas por mujeres.
José Alcolea es ginecólogo en el Hospital San Juan de Dios de Córdoba y portavoz de SEGO (Sociedad Española de Ginecología y Obstericia). Para él, “al igual que ocurre con otras profesiones”, es la Medicina en general la que se ha ido feminizando con rapidez en España en los últimos años, y que Ginecología sea la que más lo ha hecho tiene que ver con la propia naturaleza de la especialidad.
"La mayor parte de los compañeros de más de 40 años que he tenido han sido hombres"
“En mi promoción, en la carrera de Medicina éramos 60% hombres y 40% mujeres. Ahora doy clases en una academia para preparar el MIR y hemos llegado a tener un 75% de mujeres y un 25% de hombres”, argumenta Alcolea.
Además, indica, en los once años que lleva ejerciendo como ginecólogo, casi todo lo que ha tenido en los hospitales "en su rango de edad" han sido compañeras. "En cambio, los de más de cuarenta son en su mayoría hombres, pero por lo que te digo de que hasta hace no mucho casi todos los médicos eran hombres, y Ginecología fue una de las primeras especialidades a la que accedieron las mujeres”, añade.
La cuestión de género, señala, es otra de las principales causas: "Las niñas juegan con más frecuencia a ser mamás, y por eso todo lo que tiene que ver con el embarazo y con el cuidado de los niños les atrae más. Luego, ya en el ámbito profesional, hay buenos y malos compañeros y buenas y malas compañeras, como en todos lados”.
"En Ginecología existe una discriminación de sexo inversa a la habitual"
En ese ámbito profesional, asegura el ginecólogo, existe un “prejuicio" de la población hacia la Ginecología, y la suya es de las pocas especialidades con una “discriminación de sexo inversa a la habitual”: “Hay gente que se piensa que, por ser hombre, vas a sexualizar la consulta. En muy pocos trabajos te encuentras con que te piden que te atienda una mujer, y aquí pasa mucho en la sanidad privada -en la Seguridad Social no se puede- porque siempre se asocia a hombres y a mujeres con la heterosexualidad, pero ninguna pregunta antes si la ginecóloga que le va a atender es heterosexual”, comenta.
“Dicen ‘es que si es mujer, va a entender mejor cómo me duele la regla’. Pero, ¿a que cuando vas al cardiólogo no le preguntas cuántos infartos le ha dado? ¿O a que cuando vas al traumatólogo porque te duele una rodilla no buscas a uno que tenga una prótesis?”, denuncia.
“Los techos de cristal los tenemos los hombres porque hay pacientes que no te eligen por el mero hecho de ser hombres, da igual que seas bueno o malo o que hayas estudiado más o menos. También pasa con la población gitana o en los países árabes: Yo puedo ir allí y operar cáncer de mama o hacer cirugía oncológica, pero no trabajar como ginecólogo”, concluye.