La Sociedad Española de Reumatología ha celebrado el XV Curso Ser deLupus Eritematoso Sistémico y Síndrome Antifosfolípido. En esta decimoquinta edición, numerosos profesionales han expuesto distintos aspectos de ambas enfermedades, como el abordaje de las comorbilidades más importantes que afectan a las personas con LES o los aspectos concretos que pueden facilitar la interpretación clínica y biológica para elegir la mejor opción terapéutica en cada paciente.
Desde hace décadas se conoce la influencia de las bacterias de la luz intestinal en el desarrollo de enfermedades autoinmunes como el lupus. En los últimos años, gracias a los nuevos métodos de análisis de genómica microbiana, se ha podido empezar a conocer las alteraciones de la microbiota presente en el lupus y su relación con el estado de actividad o brote de la enfermedad, tanto en modelos animales como a nivel clínico.
“Las personas con lupus tienen un repertorio microbiano disminuido en la luz intestinal y, a menudo, disbiosis (localización de microbios habituales de una zona del aparato digestivo en zonas donde no se encuentran en condiciones normales) lo cual ha podido relacionarse con la gravedad de la enfermedad. Frecuentemente están presentes signos de alteración de la permeabilidad intestinal acompañando a estos hallazgos. Aunque hay disparidad entre las poblaciones bacterianas que se encuentran afectadas, la expansión de un tipo concreto de bacterias (Ruminococcusgnavus) podría estar implicada en el desarrollo de la enfermedad”, explica el Dr. Jose Campos, especialista del Servicio de Reumatología del Hospital Universitario Puerta de Hierro Majadahonda.
DIETA SIN GLUTEN: BENEFICIOSA O PERJUDICIAL
Vista la relación que puede tener la microbiota intestinal en el lupus, y que al tratarse de una enfermedad autoinmune sistémica pueden desarrollarse otras patologías intestinales, en muchas ocasiones las personas con LES (lupus eritematoso sistémico) se preguntan si una dieta sin gluten podría beneficiarles.
“No es aconsejable realizar dietas restrictivas sin la opinión del profesional sanitario que atiende al paciente”
En este sentido, el Dr. Campos explica que “la enfermedad celiaca es una patología autoinmune distinta al lupus, aunque en algunas personas pueden asociarse ambas enfermedades” y aclara que “las proteínas que componen el gluten tienen la capacidad de estimular respuestas del sistema inmune intestinal en personas con predisposición genética (como en la enfermedad celiaca), pero también existen otros tipos de sensibilidad al gluten no celiaca e incluso alergia al mismo. La dieta (cualquiera) afecta al equilibrio de la microbiota, pero se sabe que dichos cambios en general son transitorios, y es una de las dificultades para el tratamiento a las que antes hacía referencia”, por lo que el especialista insiste en que “no es aconsejable realizar dietas restrictivas sin la opinión del profesional sanitario que atiende al paciente”.
NUEVAS POSIBILIDADES DE TRATAMIENTO
El conocimiento y los resultados obtenidos en la investigación sobre la relación que existe entre la microbiota y el lupus podría, en un futuro, abrir una ventana a nuevos tratamientos. “Lo que ocurre es que aún no se ha conseguido definir qué intervenciones pueden ser beneficiosas y en qué pacientes. Por ejemplo, se ha intentado el trasplante de heces de donantes sanos, determinadas dietas o la administración de probióticos”, señala el Dr. Campos.
A nivel terapéutico, en este último año, tanto el LES como el SAF (síndrome antifosfolipídico) han experimentado avances y mejoras en las opciones terapéuticas. Aunque, tal y como señala el Dr. Vicenç Torrente, especialista del Servicio de Reumatología del Hospital Comarcal de Vilafranca del Penedés, “es en el campo del LES donde se podría hablar de una revolución mayor”.
“Los especialistas en Reumatología tenemos la sensación que el avance del conocimiento en LES y SAF es inexorable y que nos acercamos a situaciones ya vividas, por suerte, en otras enfermedades sistémicas que dominamos y conocemos (artritis reumatoide, esclerosis sistémica, entre muchas otras). Por ello, el futuro es esperanzador y se perfilan situaciones, por ejemplo, en la que haya un uso cero de corticoides, enfermedad en remisión, mínimo impacto de calidad de vida, ausencia de daño acumulado y menor tiempo en la consecución del control de la enfermedad”, comenta el Dr. Torrente.