La esclerodemia es una enfermedad autoinmune de origen desconocido causada por un exceso de colágeno que se va acumulando principalmente en la piel. Además, puede afectar a otros órganos como los pulmones, en un 70% de los casos de la esclerodermia sistémica, produciendo fibrosis o hipertensión pulmonar. En España se calcula que afecta a unas 13.000 personas.
Con motivo del Día Mundial de la Esclerodermia que se celebra el próximo 29 de junio, el Colegio Profesional de Fisioterapeutas de la Comunidad de Madrid (CPFCM) trata de contribuir a visibilizar esta enfermedad y los efectos positivos de la fisioterapia sobre ella.
“La fisioterapia tiene mucho que ofrecer a las personas con esclerodermia, siempre a través de tratamientos individualizados y trabajando desde equipos multidisciplinares"
Los expertos señalan que la afectación musculoesquelética es casi universal en esta enfermedad. Otros de los síntomas más comunes son; la fibrosis de la piel, el dolor articular y muscular, la artritis, las deformidades de la mano, los bloqueos articulares, la escasa amplitud de movimiento, el cansancio y la incapacidad de realizar determinadas tareas diarias.
Uno de los puntos que destaca en la esclerodemia es el fenómeno de Raynaud, presente en el 90% de las personas afectadas, provocando la aparición de úlceras recurrentes (sobre todo en manos), de difícil cicatrización.
Fisioterapia como ayuda
Hasta el momento, no existe un tratamiento específico para esta enfermedad. Sin embargo, la fisioterapia ha demostrado que ayuda a: proteger las articulaciones y mejorar su movilidad, disminuir el dolor, incrementar la fuerza muscular y evitar la limitación funcional, impulsar la capacidad respiratoria de los pacientes, permitir mantener una higiene postural más adecuada y mejorar la función de la mano y la cara; y minimizar la discapacidad y aumentar la autonomía, todo ello mejorando la capacidad de realizar las actividades diarias.
“La fisioterapia tiene mucho que ofrecer a las personas con esclerodermia, siempre a través de tratamientos individualizados, dada la diversidad de síntomas, y trabajando desde equipos multidisciplinares que engloben a todos los profesionales sanitarios relacionados con esta patología”, señala Mercedes Franco, presidenta de la Comisión de Fisioterapia Dermatofuncional del CPFCM, que además destaca seis de las principales tipologías de tratamientos:
- Ejercicios acuáticos: teniendo en cuenta la profundidad al sumergir el cuerpo en el agua, para la disminución del peso corporal, no dificultar la respiración y evitar la fatiga.
- Parafina y programa de ejercicios: mejora la afectación de la fibrosis y rigidez de pequeñas articulaciones mediante el uso de parafina o parafangos, previamente a la realización de ejercicios y estiramientos.
- Terapia manual: que incluya masoterapia, estiramientos, inhibición de puntos gatillo miofasciales. Estas juegan un papel clave en la mejora de fibrosis del tejido, bloqueos musculares, acortamientos, calambres y espasmos que producen la esclerodermia.
- Electroterapia: el uso de esta técnica se indica en TENS para el dolor, y para el tratamiento de la incontinencia urinaria y fecal que sufren algunos pacientes con esclerodermia. Otras de las terapias utilizadas son los campos electromagnéticos y la radiofrecuencia no ablativa.
- Fototerapia: se contempla como una buena opción el uso de fototerapia a través de luz de láser.
- Programa de ejercicios terapéuticos: la cinesiterapia es útil para mantener los rangos articulares, fuerza muscular y movilidad en general del paciente, así como una buena higiene postural y cuidado de la piel con cosmetología y medicaciones adecuadas.
En la actualidad, el CPFCM mantiene un acuerdo de colaboración con la Asociación Española de Esclerodermia (AEE), con el objetivo de fomentar la investigación, formación y mejoras en los tratamientos y cuidados disponibles.
“La mayoría de las veces, nuestro entorno desconfía porque no ve signos externos de nuestra enfermedad. Todo esto hace que tengamos dificultades para hacernos entender entre nuestros allegados, tanto en nuestro entorno familiar, como social y laboral”, concluye Teresa Bello, presidenta de la Asociación Española de Esclerodermia.