Un equipo de la Universidad de Barcelona ha confirmado la eficacia terapéutica de un compuesto activado por luz azul para tratar la psoriasis. La molécula, denominada MRS7787, actúa sobre el sistema inmunitario y representa un avance significativo en la fotofarmacología, una disciplina que permite activar o desactivar fármacos con precisión mediante irradiación lumínica. Este hallazgo podría evitar los riesgos asociados a las terapias convencionales contra la enfermedad.
El estudio, publicado en la revista Journal of the American Chemical Society, está liderado por Francisco Ciruela, catedrático de la Facultad de Medicina y Ciencias de la Salud de la UB e investigador del Instituto de Neurociencias (UBneuro) y del IDIBELL. Marc López-Cano, primer autor del artículo, trabajó junto con expertos de la Universitat Autònoma de Barcelona, los Institutos Nacionales de la Salud (NIH) en EE. UU. y la Universidad de Pensilvania.
El compuesto MRS7787 se une al receptor A3 de adenosina, clave en la regulación de la inflamación, y puede cambiar entre dos configuraciones (isómeros) de manera reversible mediante la luz. En su forma inactiva (Z-MRS7787), el fármaco no produce efectos; pero al ser irradiado con luz azul, se transforma en su forma activa (E-MRS7787), que desencadena una respuesta antiinflamatoria.
"Si irradiamos con luz azul, la molécula cambia de la configuración Z a E, es decir, la forma activa"
“El MRS7787 es una molécula fotoconmutable. Uno de los isómeros, el Z-MRS7787, es inactivo, mientras que el isómero E-MRS7787 activa el receptor de adenosina. Si irradiamos con luz azul, la molécula cambia de la configuración Z a E, es decir, la forma activa”, explica Francisco Ciruela.
UN TRATAMIENTO LOCALIZADO Y SEGURO
A diferencia de los tratamientos actuales, que pueden tener efectos adversos a largo plazo, el MRS7787 puede administrarse sin activar su efecto hasta que se ilumina con luz azul en la zona deseada. “Lo especial del fotocromo de diazocina es que permite que, a oscuras, el fotofármaco MRS7787 se encuentre en su configuración inactiva Z, de modo que se pueda inyectar sin generar ninguna respuesta fotofarmacológica”, detalla Jordi Hernando, investigador de la UAB.
Para comprobar su eficacia, el equipo administró el compuesto en un modelo animal con inflamación en las orejas. Mientras una oreja se irradiaba con luz azul (activando el fármaco), la otra se exponía a luz verde (manteniéndolo inactivo). “Los resultados indican que el isómero Z-MRS7787 —resultado de irradiar la molécula con luz verde— no presentó ninguna actividad antipsoriásica (a diferencia del E-MRS7787), lo que demuestra que la capacidad terapéutica es dependiente de la fotoconmutación de la molécula”, explica López-Cano.
Los tratamientos convencionales para la psoriasis incluyen corticoides, agentes queratolíticos y biológicos, que pueden combinarse con fototerapia mediante radiación ultravioleta. Sin embargo, estas terapias conllevan riesgos, como el aumento de la probabilidad de cáncer de piel.
“A menudo estos tratamientos pueden combinarse con fototerapia localizada o de cuerpo entero. Sin embargo, a largo plazo esto tiene el riesgo de causar cáncer de piel”
“A menudo estos tratamientos pueden combinarse con fototerapia localizada o de cuerpo entero. Sin embargo, a largo plazo esto tiene el riesgo de causar cáncer de piel”, señala López-Cano. La capacidad de MRS7787 de activarse solo en áreas específicas podría reducir estos efectos adversos.
UN ALIADO PARA LA FOTOTERAPIA
El estudio sugiere que el MRS7787 podría combinarse con la terapia PUVA (que usa psoraleno más UVA) para aumentar su eficacia y minimizar riesgos. “Si combinamos el compuesto MRS7787 con la terapia PUVA, podríamos aumentar la eficacia del tratamiento y reducir los efectos adversos. Además, el uso de la fototerapia multimodal podría simplificar el régimen de tratamiento”, afirman los investigadores.
El MRS7787 se basa en el piclidenosón, un compuesto no fotosensible que se encuentra en ensayos clínicos de fase 3 para tratar la artritis reumatoide y la psoriasis. Los investigadores ahora buscan ampliar su aplicación a otras enfermedades inflamatorias, como la artritis o el dolor crónico, con el objetivo de mejorar su utilidad en diversos ámbitos clínicos.