Desde hace más de una década la Unidad de Parasitología Sanitaria de la Universidad de Valencia (UV) trabaja con la OMS para luchar contra la fascioliasis, una enfermedad parasitaria animal que puede ser transmitida a los seres humanos. En declaraciones a Consalud.es, Santiago Mas Coma, líder del equipo de la UV afirma: “Nuestra responsabilidad es ocuparnos de esta enfermedad que tiene distribución mundial para ayudar a los países con menos recursos y donde esta enfermedad plantea más problemas”.
Un reto para nada sencillo ya que en algunas zonas del planeta afecta al cien por cien de la población. “Las zonas con incidencia de fascioliasis están distribuidas por todo el mundo, aunque la más alta está en los países andinos, sobre todo México y las Antillas; en África el principal problema se concentra en el delta del Nilo, en Egipto, y también en países como Sudán, Etiopía o Nigeria; y en Asia también es una enfermedad muy extendida”, explica.
“Actualmente, tenemos una emergencia de fascioliasis humana en todo el sur de Asia”
Precisamente la zona de Asia es uno de los grandes puntos de preocupación en la actualidad. “Tenemos una emergencia de fascioliasis humana en todo el sur de Asia: desde Pakistán en el oeste hasta Filipinas en el este. En toda esa franja lo están pasando muy mal en estos momentos”, reconoce el experto. Europa no se escapa de esta enfermedad. “Francia es el país europeo donde más casos de esta enfermedad se producen, aunque en España también se dan casos en algunas provincias al igual que en Italia o en Portugal. Es una enfermedad de la que no escapa nadie”, reconoce Mas Coma.
“La fasciola es un parásito del hígado muy patógeno que es relativamente grande, tiene entre dos y seis centímetros de longitud, que tiene una morbilidad muy alta y también casos de mortalidad”, explica el experto. El parásito puede infectar a personas de todos los grupos de edad, pero son los niños hasta 15 años los que más complicaciones presentan entre las que se encuentran pérdida de peso, anemia, retraso del crecimiento y del desarrollo psicomotor o desnutrición.
“El cambio climático fomenta la reproducción de los caracoles de agua dulce que son los transmisores de la enfermedad”
“Esta enfermedad es transmitida por caracoles de agua dulce que son unos anfibios muy dependientes del cambio climático, y cuando se dispara la pluviometría o cuando las temperaturas se establecen en un rango que permite al caracol aumentar las densidades poblacionales, es cuando notamos un aumento de la transmisión de esta enfermedad, mediante la infección del ganado que actúa de reservorio y aumentando por tanto el riesgo de infección humana”, detalla Mas Coma.
La Unidad de Parasitología Sanitaria de la Universidad de Valencia ha sido redesignada como Centro Colaborador (CC) de la OMS sobre fascioliasis y sus caracoles vectores. Se centra específicamente en las helmintiasis o gusanos intestinales que se encuentran en el ganado, y la investigación se centra en las helmintiasis zoonóticas y las enfermedades infecciosas transmitidas por caracoles e insectos. Además de su labor como CC, la unidad sirve como Centro de Referencia en Parasitología para la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO).
“Existe un tratamiento específico para la fascioliasis humana que es el triclabendazol, una medicina que produce la farmacéutica suiza Novartis y que a través de un acuerdo de colaboración con la OMS realiza una donación anual que nuestro equipo reparte a todas las zonas de endemia más problemáticas”, explica Mas Coma.
El trabajo en el altiplano boliviano durante más de una década ha demostrado el éxito de las medidas One Health unidas a la medicación
Uno de los casos de mayor éxito del trabajo de este grupo de expertos es el de Bolivia. “Desde hace 10 años estamos trabajando en el altiplano boliviano, la zona de hiperendemia más marcada del mundo, donde había localidades en las que el cien por cien de la población era serológicamente positiva, y más del setenta por ciento sobre todo niños llegaban a tener infección”, relata Mas Coma. “Ante esta situación, en la que muchos niños tenían problemas de desarrollo, e incluso algunos fallecían, estudiamos durante años cómo funcionaba la transmisión de la enfermedad y cómo se infectaba la población”, añade.
En el año 2009 pusieron en marcha un tratamiento de quimioterapia preventiva en la zona de endemia como parte de la aplicación de medidas “One Health”. El planteamiento de este programa comprende la mejora del acceso al agua potable, educación de la población sobre las vías de infección de la enfermedad y el problema planteado por el ganado como reservorio de los parásitos causantes de la enfermedad. “Aplicando esta combinación durante una década hemos visto resultados exitosos: la prevalencia serológica disminuyó del cien por cien de infección al 10%, y del 70% de positividad en heces hemos pasado un 2 por ciento”, destaca Mas Coma.
Actualmente, Bolivia cuenta con el programa de desparasitación de fasciolasis en más grande del mundo. Es el país que administra más medicamentos para este problema de salud pública a nivel mundial. Y no solamente esto, sino que son un ejemplo para el resto de los países de la región para avanzar hacia la eliminación de esta tremenda enfermedad.
El equipo de trabajo tiene puesto ahora el foco en Asia donde se encuentran algunos de los países más densamente poblados. “En muchos de estos países se importa mucho grano para alimentar a la población y esto unido al cambio climático, con los monzones principalmente como responsables del aumento de la pluviometría, hace disparar las enfermedades de transmisión hídrica como es ésta que se transmite a través de caracoles de agua dulce”, alerta el experto.
“El problema de la fascioliasis es que se comporta epidemiológicamente y con patrones de transmisión de manera diferente según la zona”
La fascioliasis es una enfermedad en la que se debe trabajar de forma multidisciplinar porque hay muchos factores que inciden en la transmisión de la enfermedad. “La estrategia One Health que ha funcionado en Bolivia la estamos exportando a Perú así como al sur de Asia y Oriente Próximo”, indica Mas Coma.
Pero este no es un trabajo sencillo: “El problema es que esta enfermedad se comporta epidemiológicamente y en patrones de transmisión de manera diferente según la zona. No es lo mismo el altiplano boliviano que está a cuatro mil metros de altitud, que el delta del Nilo que está a nivel de mar”. Esto, apunta el experto, obliga a los profesionales a conocer muy bien cómo funciona la transmisión en cada zona geográfica, cuáles son las vías de infección humana y de animales y cuáles son las características epidemiológicas. “Una vez conocidas todas estas variables podemos definir toda la estrategia One Health, que combinada con los tratamientos vemos que está teniendo buenos resultados y funciona”, sentencia.