Entender la literatura científica publicada: “Es algo que apenas se trabaja, pero esencial”

Ante la gran cantidad de estudios científicos que se publican, es importante saber discriminar y diferenciar lo válido. Jesús Sierra, farmacéutico hospitalario de la SAFH expone los riesgos y da las claves

Dos profesionales sanitarios analizan un estudio publicado en una revista (Foto. Freepik)
9 enero 2023 | 17:45 h
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El límite de todo conocimiento es la imaginación. Pero algunas capacidades creativas, sin embargo, nos llevan a conocimientos que no tienen ningún interés o valor científico, o a preguntas que parecen sacadas del pleno aburrimiento o la desesperación por investigar algo. Como recoge cada año los premios Ig Nobel de la revista humorística ‘Annals of Improbable Research', hay estudios de un tanto absurdo como que el mosquito de la malaria se siente tan atraído por el queso Limbuger como por el olor de pies humanos, o que los pingüinos pueden defecar a 40 centímetros de distancia.

Este tipo de estudios, cuanto menos curiosos, nada ayuda a los científicos y profesionales sanitarios en su labor. Encontramos otros estudios que pueden tener una relación más importante sobre algún tema sanitario, por ejemplo, de la Covid-19, pero que no cumplen criterios de interés, una muestra importante o la base de los resultados no ayudan a tratar esta patología en los pacientes que a diario ven los médicos. En los casi tres años de pandemia que llevamos se han emitido más de un millón de investigaciones relacionadas con la enfermedad producida por el virus SARS-CoV-2.

De 2010  a 2020 se han pasado de 3 millones de investigaciones anuales a 6 millones

Cada año se publican más y más estudios. La mitad de toda la literatura científica se ha publicado en los últimos 12 años. Algo que según el libro 'The Science of Science', de Dashun Wang se debe a que el 90% de los científicos de la historia están vivos ahora, pero también lo explicaría la idea instaurada actualmente: publica o perece. Según datos de Dimensions compartidos a ‘The Conversation’, de 2010  a 2020 se han pasado de 3 millones de investigaciones anuales a 6 millones. Y aunque se publiquen en revistas con mejor o peor reputación, siendo algunas de las más prestigiosas ‘New England Journal Medicine’, ‘The Lancet’ o ‘Nature’, eso no quiere decir que el estudio en sí mismo sea verídico, válido y necesario.

LOS RIESGOS DE UNA MALA INTERPRETACIÓN

Ante la gran cantidad de producción científica, es importante que los profesionales sanitarios, ya sean médicos, farmacéuticos, enfermeros o psicólogos, conozcan las claves para dar o no importancia a un documento. “En la universidad nos enseñan los tipos de estudios, en qué consisten, las limitaciones que puedan tener, pero luego todo ello cae en el olvido”, explica a Consalud.es Jesús Sierra, farmacéutico hospitalario de la Sociedad Andaluza de Farmacéuticos Hospitalarios (SAFH). Estas enseñanzas, previas a tener contacto con los estudios que día a día se divulgan y ayudan a tomar decisiones, desaparecen, y con la coletilla “según un estudio publicado en tal revista” se da pábulo, principalmente en los medios de comunicación, a resultados que muchas veces no son útiles.

¿Previene la vacunación los accidentes de tráficos? A esta pregunta, absurda, responde un estudio publicado en una revista con impacto. “Ningún médico en su sano juicio pensaría que esto es así, los análisis estadísticos no lo soportan, pero lo tenemos publicado. También hay ejemplos menos llamativos, y por eso es importante diferenciarlos”, indica el experto, quien ha puesto en marcha el primer Curso de Lectura Crítica sobre publicaciones científicas, una iniciativa que busca que los profesionales sanitarios optimicen el manejo de la información y el conocimiento de los últimos artículos científicos para su uso en la toma de decisiones en la práctica clínica diaria, y mejorar, en definitiva, la aplicación de los nuevos tratamientos y fármacos en los pacientes.

"Es muy frecuente que se interpreten evidencias que no deberían tenerse en cuenta, y estas llegan a la práctica médica”

“En el día a día se percibe que no hay un conocimiento adecuado sobre las limitaciones que tienen los estudios, independientemente del tipo de documento del que hablemos”, explica Sierra. De esta manera encontramos autores que defienden la eficacia de fármacos en diversas enfermedades, pero que no tienen una metodología apropiada, o sin una causalidad clara. “Esto en el día a día lo vemos de una manera continua y permanente. Es muy frecuente que se interpreten evidencias que no deberían tenerse en cuenta, y estas llegan a la práctica médica”. Y esto tiene un impacto directo en el paciente.

“Siempre instauramos medicamentos que creemos que va a tener un efecto beneficioso. Esto es un concepto que puede fallar, los medicamentos son uno de los productos de daño sanitario. Es fundamental que se elija siempre con la mejor herramienta en la mano, o por lo menos la mejor existente. Hay que tomar siempre las decisiones conociendo sus limitaciones y sus consecuencias”.

HERRAMIENTAS PARA UN BUEN ANÁLISIS

Para conocer si hablamos de un estudio adecuado, el farmacéutico Jesús Sierra señala la importancia de tener en cuenta distintos puntos. Estos son: validez interna del estudio, si tienen un diseño clínico aleatorizado;  la importancia del resultado, “si es importante para el paciente lo que le puedo ofrecer a raíz del estudio”; si el paciente al que se atiende está representado en la muestra de la investigación.

Estas herramientas ahorran tiempo a los profesionales y les ayuda a encontrar los estudios que necesitan. Con ellas son capaces de saber, solo con mirar el resumen del estudio, si podrán utilizar sus resultados para la práctica clínica. Por eso es muy importante contar con esta formación. Sin embargo, "los profesionales no tienen tiempo para buscar y leer todo esto con detenimiento. Hay que enseñarles las herramientas, formarles en lectura crítica. Es necesario que el Ministerio de Sanidad invierta a fondo en ello”, concluye Sierra.

Los contenidos de ConSalud están elaborados por periodistas especializados en salud y avalados por un comité de expertos de primer nivel. No obstante, recomendamos al lector que cualquier duda relacionada con la salud sea consultada con un profesional del ámbito sanitario.