Dentro del colectivo sanitario está bien integrada la idea de que es necesario seguir formándose a lo largo de la carrera profesional para poder adaptarse a las nuevas necesidades de los pacientes y conocer los avances científicos y tecnológicos que mejoren la calidad asistencial.
Una revisión académica decidió comparar los resultados de 215 estudios sobre este tipo de herramientas formativas para comprobar su eficacia real y su efecto sobre la atención al enfermo. Aunque la mayoría de los sujetos de esta formación eran médicos, también se observaron resultados parecidos en enfermeros, farmacéuticos, fisioterapeutas y dentistas.
Dentro de la formación continuada hay muchas opciones, no solo las reuniones educativas con el fin de seguir formándose en la práctica médica. Las sociedades médicas y los empleadores del sistema sanitario también utilizan las reuniones educativas para presentar nuevos conocimientos o nuevos tipos de atención y para fomentar las mejores prácticas. Estos tipos de reuniones pueden variar mucho. Por ejemplo, algunas pueden ser muy interactivas y otras pueden basarse en conferencias. También varían el tipo de personas que dirigen las reuniones y el número de asistentes.
La formación continuada lleva a un progreso en la atención al paciente y en una mejora de la salud del enfermo
Sin embargo, los estudios académicos no han sido concluyentes sobre qué tipo de formación en concreto es más efectiva. Aun así, todo parece apuntar a que los enfoques de estrategias múltiples podrían influir positivamente en los efectos de las reuniones educativas, es decir, recurrir a varios modelos de formación en conjunto daría mejores resultados que utilizar solo uno de ellos.
Del mismo modo, la investigación muestra que los médicos que asistían a reuniones formativas, dentro de las cuales se incluyen talleres, cursos y seminarios en diversos formatos, incorporaban a su práctica profesional las recomendaciones que se habían expuesto. Esto llevaba a un progreso en la atención a los pacientes, lo que redundaba en una mejora de su salud.
Por tanto, queda patente que la educación continuada, del tipo que sea, es mejor que no seguir formándose de ninguna manera. Además, este tipo de formación mostró ser más eficaz en la adherencia de los sanitarios a los mecanismos aprendidos que otras herramientas enfocadas a cambiar el comportamiento de los profesionales de la Salud.