La enfermedad de Parkinson, una patología de carácter crónico y progresivo que afecta a alrededor de 160.000 personas en España, causa un deterioro cognitivo en la persona que lo padece que afecta directamente a su calidad de vida. Por este motivo requiere un enfoque multidisciplinar y en el que la enfermera se posiciona en el centro para acompañar y mejorar la vivencia de los pacientes afectados.
“Las enfermeras ocupamos un lugar central en el cuidado de las personas, y en el caso de enfermedades como el párkinson, que requieren una atención prácticamente personalizada, nos posicionamos como pilar esencial para hacer el proceso lo más fácil posible para los afectados”, explica Florentino Pérez Raya, presidente del CGE.
“Las enfermeras nos posicionamos como pilar esencial para hacer el proceso lo más fácil posible para los afectados”
“Es importante empezar a cambiar la mentalidad y visibilizar la necesidad del cuidado enfermero en enfermedades como el párkinson, que tienen una incidencia tan directa en el día a día de un paciente. Más allá del papel esencial del médico, las enfermeras brindan una atención y un acompañamiento a las personas que tienen esta patología que puede suponer una diferencia radical en su vivencia”, añade el presidente de las más de 345.000 enfermeras de España.
PUNTO DE VISTA ENFERMERO
Tamara Jiménez, enfermera experta en trastornos del movimiento, pone de manifiesto la importancia del tratamiento no farmacológico de estos pacientes, “algo que aporta la enfermería y que normalmente un médico no maneja”. Gracias a este tipo de abordaje, la enfermera comenta que se pueden mejorar síntomas como la disfagia, el estreñimiento o los bloqueos de la marcha. “Somos un pilar muy fundamental a nivel apoyo psicológico y en especial en los pacientes más avanzados”, añade.
Asimismo, la experta comenta que en los primeros estadios de la enfermedad no hay tanta repercusión a nivel físico, sino que el impacto es más a nivel psicológico. “A medida que avanza la enfermedad es muy importante el apoyo enfermero en ese seguimiento tanto para mejorar los síntomas motores como los no motores que van a desarrollar este tipo de pacientes”, asegura.
“Como enfermeras, recomendamos fomentar la socialización con su entorno, practicar técnicas de relajación que reduzcan la ansiedad, y mantener una buena higiene del sueño”
Por otro lado, Jiménez comenta que se desconoce mucho todo el aporte de una enfermera a este tipo de pacientes. “El tratamiento no farmacológico debería ser un pilar igual de fundamental que el farmacológico. De hecho, hay muchos tratamientos que, si no se apoyan desde enfermería, como pueden ser los tratamientos dietéticos, no producen mejoría en el paciente”, hace hincapié.
Sobre el impacto psicológico de la enfermedad, es importante recordar que la patología y sus consecuencias no solo tiene efecto en los pacientes, sino también en sus cuidadores. El estrés, la ansiedad, los trastornos del control de impulsos e incluso las alucinaciones son alteraciones que la enfermera puede detectar y abordar. “Como enfermeras, recomendamos fomentar la socialización con su entorno, practicar técnicas de relajación que reduzcan la ansiedad, y mantener una buena higiene del sueño”, indica Tamara Jiménez. “Entonces, una valoración global conjunta por parte de todos los especialistas es muy necesaria en este perfil de enfermos”, concluye la enfermera.