Los profesionales de Enfermería, por su trabajo habitual, constituyen el colectivo sanitario que mayores riesgos laborales tiene de sufrir un accidente biológico. Ante esta realidad, la Mesa de la Profesión Enfermera –integrada por el Consejo General de Enfermería y por el Sindicato de Enfermería, SATSE– creó en 2014 el Observatorio de Bioseguridad, con el objetivo de monitorizar y evaluar el grado de implantación y cumplimiento de la normativa sobre bioseguridad. Este primer estudio se ha realizado a raíz de las encuestas a las ‘enfermeras centinelas’ que forman parte del Observatorio y que pertenecen a 144 hospitales y centros de salud de todo el territorio nacional.
En Andalucía, los resultados no pueden ser más alarmantes, pues tras la aprobación de la nueva Directiva europea que regula la bioseguridad y que es de obligado cumplimiento desde 2013, no sólo no se han reducido los accidentes biológicos, sino que, a lo largo de los años 2013, 2014 y 2015, han ido progresivamente en aumento, tanto en hospitales como en centros de salud. De hecho, el 92,9% de los encuestados en hospitales afirma que se han producido accidentes biológicos entre los enfermeros (337 accidentes en 2013, 602 en 2014 y 667 en 2015). En centros de salud, por su parte, el 87,5% de los encuestados reconoce también que se han producido accidentes de este tipo: 12 en 2013, 16 en 2014 y 13 en 2015.
Enfermería destaca con los resultados de este estudio el incumplimiento de la normativa vigente sobre bioseguridad sanitaria
De hecho, entre las comunidades autónomas, Andalucía ocupa el tercer puesto en número de accidentes biológicos en hospitales (1.606) por detrás de Madrid (3.427) y País Vasco (1.699), y el cuarto en los centros de salud (41), sólo superada por Extremadura (64), Asturias (46) y Castilla-La Mancha (42).
Asimismo, el estudio concluye que existe una considerable infradeclaración. El 32% de los accidentes biológicos ocurridos no se declara ante el servicio de prevención. Ello eleva de forma sustancial la cifra real de accidentalidad por pinchazo, corte o salpicadura, respecto de los accidentes efectivamente registrados. “Este hallazgo, detectado por el estudio, pone de manifiesto el incumplimiento de la normativa vigente sobre bioseguridad sanitaria”, según el Colegio de Enfermería de Sevilla. Incumplimiento que puede provocar que el enfermero que ha sufrido un pinchazo accidental se infecte con el virus del VIH, hepatitis B o C, pues son los principales riesgos de transmisión.
Para José María Rueda, presidente del Colegio de Enfermería de Sevilla, “hay dos elementos muy importantes que pueden influir significativamente en este aumento de la accidentalidad. Por un lado, la falta de evaluación específica de riesgos laborales, y, por otro, la ausencia de formación acreditada en materia preventiva a los propios profesionales”. De hecho, el 64,3% de los centros no cuenta con un procedimiento de trabajo seguro, que considere las condiciones laborales de las enfermeras (sobrecarga, dotación de personal, factores psicosociales, etcétera).
La prevención de lesiones causadas por instrumentos cortantes y punzantes en el sector sanitario exige establecer procedimientos de bioseguridad y la introducción de dispositivos con mecanismos de bioseguridad integrados, como agujas retráctiles, por ejemplo. Pero estos avances no están suficientemente implantados, y su observación no es ni total ni homogénea en el conjunto de centros. Así, en cuatro de cada diez centros de salud todavía no disponen de todo el material de bioseguridad, agujas y lancetas, necesario. En hospitales, el porcentaje es algo superior, pero tres de cada diez servicios no cuentan con dispositivos que prevengan pinchazos accidentales.