Enfermería tiene un papel muy importante en la artroplastia de rodilla

Nuria Morillo Romero | Es el primer profesional sanitario con el que el paciente tiene contacto tras la intervención, y el que controla el sangrado, el dolor y la recuperación de la anestesia

Enfermería tiene un papel muy importante en la artroplastia de rodilla
23 julio 2014 | 00:00 h
Nuria Morillo Romero | Madrid

La artroplastia es una operación quirúrgica por la que se reemplaza parcial o totalmente la articulación de la rodilla por una prótesis compatible. Las causas por las que has que sustituirla son comúnmente la artrosis, la artritis reumatoide y la artritis postraumática. Esta operación es la que mejor relación coste-efectividad tiene en la Sanidad, y la enfermería ejerce un papel esencial en ella.

Benita Romero Morano, enfermera de Traumatología del Hospital Juan Ramón Jiménez de Huelva, explica que “la enfermera es la encargada de preparar tanto el preoperatorio, ayuda en la intervención y en postoperatorio”. Afirma que la enfermera es la encargada de prepara las prótesis para la intervención, “hay que sacar sangre para transfundirlas posteriormente si fuera necesario, un protocolo de antibiótico y otro de heparina”.

En España se implantan cada año unas 45.000 prótesis de rodilla. La enfermera de traumatología asegura que “suelen tener muy buenos resultados, además de ser muy agradecidas, ya que evitan el dolor y la rigidez articular”

Los especialistas de enfermería son los que están constantemente en contacto con el paciente. Su función es primordial durante todo el proceso ya que, aparte del preoperatorio, durante la operación son las que ayudan a los cirujanos, y tras la intervención se encargan de controlar al paciente. “Se toman las constantes para comprobar que el paciente (una vez que llega a la planta), se le suministras el tratamiento analgésico y antibiótico y, si es posible autotransfundir al enfermo en las primeras 6 horas”, explica Benita Romero Morano, que también señala que “la enfermería es la encargada de comenzar a movilizarla articulación y hacer la radiografía de control”.

Los enfermeros y enfermeras que se encuentran en la unidad de reanimación y hospitalización, ya que son el primer contacto que el paciente tiene con el personal sanitario tras la intervención, y durante el cual se controlan aspectos como el sangrado, el dolor y la recuperación de la anestesia.

Benita Romero recalca que lo más importa es “que se movilice muy rápidamente la rodilla operada para evitar las adherencias y que la articulación se quede rígida”

Ana Isabel del Cerro, supervisora de una de las unidades de hospitalización quirúrgica de traumatología del Hospital Infanta Leonor de Madrid, explica que la operación ofrece tan buenos resultados porque “el paciente ve muy disminuida su calidad de vida cuando no puede caminar. Lo que queremos es que la recuperación funcional sea la máxima posible. En la mayor parte de los casos se consigue. Pueden surgir pequeñas complicaciones, pero un 90% de los pacientes mejoran su día a día, porque antes no podían caminar. Cuando se llega al extremo de operarles es porque tenían muy reducida la movilidad”.


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