Con el comienzo del nuevo curso vuelve a ponerse de relieve la figura de la enfermera escolar. Una profesión que ha venido cobrando gran importancia durante los últimos años por su labor a la hora de velar por el derecho a la salud de los estudiantes en sus centros educativos. Si bien cuentan con las mismas competencias que cualquiera de sus compañeras, su desempeño se focaliza en la comunidad estudiantil. Asimismo, tienen el particular cometido de formar en salud para prevenir, solucionar o detectar cualquier incidencia que se puede dar en la infancia y en la adolescencia.
En esta línea, la coordinadora del Instituto Español de Investigación de Enfermería en el Consejo General de Enfermería (CGE), Guadalupe Fontán Vinagre, explica a ConSalud.es que desde su organismo seguirán trabajando durante este año para “impulsar la figura de estas enfermeras con el fin de consolidar las que ahora existen en los centros escolares y aumentar su número donde aún no haya suficientes”. No en vano, su implantación en los colegios españoles continua todavía siendo desigual a lo largo de las diferentes CC.AA..
“Lo que la sociedad conoce más es nuestra función de poder atender una urgencia grave –accidentes, reacción alérgica, etc-, pero abarcamos muchos más campos”
De esta manera, el último cálculo llevado a cabo por el Observatorio de Enfermería Escolar del CGE señalaba que durante el pasado curso23-24 se podía encontrar una enfermera permanente en centro educativo por cada 6.000 alumnos, lo que implica un aumento del 29,4% en relación con el curso anterior. Unas cifras que ‘progresan adecuadamente’, pero que continúan sin alcanzar el aprobado de otros países de nuestro entorno –como los nórdicos- o la recomendación de la Asociación Internacional de Enfermería Escolar: una enfermera por cada 750 alumnos y una por cada 350 en escuelas de educación especial.
Los incentivos para apostar por esta figura sanitaria en los centros educativos no son pocos. Entre sus principales funciones se destaca, no sólo la propia asistencia ante un puntual problema de salud entre los alumnos y profesores, sino también una importante labor en el seguimiento de casos crónicos o con necesidades especiales, en la administración de tratamientos, así como en la prevención y formación en salud entre los más pequeños. “Lo que la sociedad conoce más es nuestra función de poder atender una urgencia grave –accidentes, reacción alérgica, etc-, pero abarcamos muchos más campos”, destaca Fontán.
“Hay una gran variedad de patologías crónicas -problemas de alergia, diabetes, asma, etc- que están más cubiertas cuando dispones, dentro de la jornada escolar, de una enfermedad que es referente"
Entre los ámbitos donde más se destaca su presencia en los colegios se encuentra el de la promoción de la salud en los más pequeños. “El entorno escolar es el ambiente ideal para poder fomentar los hábitos saludables”, señala la coordinadora en el CGE, dado que estas edades son el momento propicio para adquirirlos. No conviene olvidar que la infancia marca muchas veces la dinámica futura de las personas en relación con su salud (hacer deporte, alimentarse bien, lavarse los dientes, etc). En este contexto, contar con una enfermera en las aulas se presenta como prioritario.
Igualmente, Fontán remarca que estas profesionales “facilitan la integración” en los colegios de muchos niños y niñas que presentan patologías crónicas. No en vano, se calcula que en España existen alrededor de 6 millones de menores con este tipo de enfermedades. “Hay una gran variedad de patologías crónicas -problemas de alergia, diabetes, asma, etc- que están más cubiertas cuando dispones, dentro de la jornada escolar, de una enfermedad que es referente. Les da más garantías a los padres, profesores y a los propios niños”.
“Lo ideal es que la enfermera escolar no sea alguien que viene de fuera y a la que voy a ver cinco minutos, sino que esté integrada”
Las enfermeras escolares en nuestro país suelen trabajar en dos modalidades diferentes. Por un lado, pueden ser profesionales que ejercen en un centro de salud adscrito al área del colegio. Estas acuden ante cualquier necesidad asistencial y también visitan periódicamente el centro educativo para impartir programas formativos, vacunación, etc. Por otra parte, están las enfermeras escolares residentes en el colegio durante el periodo lectivo, con plena dedicación en la estrategia de salud del colegio. “Lo ideal es que la enfermera escolar no sea alguien que viene de fuera y a la que voy a ver cinco minutos, sino que esté integrada”, asevera.
La ventaja de las enfermeras con plena presencia en la vida diaria del colegio radica en su cercanía con los alumnos a las que va a tratar. “Permite conocer a la familia y saben sus problemáticas, si es que las tienen; generan confianza y continuidad asistencial con los niños; o descubrir precozmente en los menores episodios de bullying, adicciones, maltrato, malestar psicológico o cualquier otra incidencia”, relata la representante del CGE, quien defiende que “cuando más se puede aportar es cuando estás metida en el colegio”.
“Existen algunas dificultades para la contratación, como la falta de profesionales. En muchas CC.AA. existe una sola profesional para varios colegios"
En este contexto, en un escenario ideal no debería existir ningún colegio que no cuente con una enfermera referente y, a ser posible, que pueda disponer de contacto diario con el alumnado. “Existen algunas dificultades para la contratación, como la falta de profesionales. En muchas CC.AA. existe una sola profesional para varios colegios, especialmente en territorios con población más dispersa. La meta es ir adaptándose y extender esta figura y todos sus beneficios para la salud de los escolares”, concluye la coordinadora en el CGE.