Cada año mueren 140.000 mujeres durante el parto o los días posteriores al mismo, siendo en un 80% de estas muertes provocadas por causas evitables o tratables, como la hemorragia posparto que se produce durante el momento del parto o durante los 42 días posteriores al mismo. En Europa se estima que la tasa de fallecimientos se sitúa en 12 mujeres por cada 100.000 neonatos vivos. Sin embargo, si cambiamos de continente y llegamos a África, vemos como la tasa en algunas de sus regiones se dispara hasta las 1.300 mujeres.
La doctora Mireia Teixidor Viñas, radióloga vascular e intervencionista del Hospital Universitari Parc Taulí de Barcelona nos cuenta cómo, “cuando una mujer se queda embarazada se crea la placenta, que funciona como si fuese un nuevo órgano y que tiene muchas conexiones arteriales y venosas con el útero. Cuando nace el bebé y se expulsa la placenta, el útero se tiene que contraer y, al hacerlo, cierra estas conexiones arteriovenosas”. Según comenta la especialista, si el útero por el motivo que sea no es capaz de cerrar esas conexiones provoca un gran y constante sangrado denominado hemorragia posparto aguda, que pone en riesgo la vida de la madre.
"Se pone un balón que se hincha dentro del útero para presionar la pared uterina e intentar disminuir la hemorragia"
La miembro de la Sociedad Española de Radiología Vascular e Intervencionista (SERVEI), señala que la hemorragia posparto crónica se produce pasados unos días o semanas después del parto. “Normalmente se hace un manejo conservador, se pone un balón que se hincha dentro del útero para presionar la pared uterina e intentar disminuir la hemorragia; y también se da tratamiento médico endovenoso para intentar que el útero se contraiga”.
Hay que tener en cuenta que se estima que la cantidad de sangre perdida por una mujer en un parto es de entre 200 y 300 mililitros. Sin embargo, con una hemorragia posparto se pueden perder múltiples litros, lo que pone a la paciente en una situación crítica.
La embolización de las arterias uterinas es una intervención rápida y mínimamente invasiva que lo que busca es ocluir la arteria de manera temporal para parar el sangrado. Como señala la doctora Teixidor Viñas, tiene una alta efectividad de entre el 86% y el 98%. Además, si la paciente sigue sangrando, se puede volver a realizar la intervención. “Lo que hacemos es cateterizar ambas arterias ilíacas internas e inyectar una sustancia que ocluye temporalmente el flujo sanguíneo conocida como espongostan, para parar la hemorragia y que la paciente sobreviva”.
“Lo que hacemos es cateterizar ambas arterias ilíacas internas e inyectar una sustancia que ocluye temporalmente el flujo sanguíneo"
La embolización de las arterias uterinas llevada a cabo por los radiólogos intervencionistas presenta, además de la preservación del útero, muchas ventajas respecto a una intervención quirúrgica mayor como la histerectomía urgente. “Una cosa es hacer una histerectomía porque tienes un tumor y hay que quitar ese útero; y otra hacer esta intervención de forma urgente, inmediatamente tras el parto” explica la portavoz de la SERVEI, que añade que la idea de esta intervención es que las pacientes sobrevivan y no pierdan el útero: “Hablamos normalmente de mujeres jóvenes, por lo que el objetivo es salvar el útero para que, si así lo desean, puedan volver a quedarse embarazadas en el futuro”.
PRESERVAR EL ÚTERO CON INTERVENCIONES PREVENTIVAS
Hay una serie de factores que predisponen a algunas mujeres a sufrir con casi total seguridad una hemorragia posparto y que, por tanto, permiten establecer tratamientos preventivos. “La placenta, como cualquier órgano, se puede comportar de forma más agresiva, como si quisiese ser un tumor, e infiltrarse en el útero, la vejiga o cualquier órgano que esté alrededor. Esto es lo que se conoce como placenta anómalamente adherida, que se encuentran básicamente en pacientes que han tenido antecedentes de cesárea o en pacientes multíparas, que han tenido más de tres embarazos. Esos úteros ya están muy tocados, hay zonas con cicatrices, así que para la placenta es fácil penetrar”, informa la doctora Mireia Teixidor Viñas. La existencia de esta placenta anómalamente adherida se puede sospechar durante la ecografía y verificar con una resonancia.