Es más común de lo que pensamos. En todo el mundo, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), cerca de 40 millones de personas padecen un trastorno bipolar, lo que se traduce en uno de cada 150 adultos o en el 0,53% de la población total del planeta. Sin embargo, muy poca gente conoce lo que realmente conlleva esta enfermedad, que, lejos del estigma clásico, no se limita a estar un día con depresión y al siguiente en un estado de completa euforia. Por eso, desde el 2017, cada 30 de marzo se celebra el Día Mundial del Trastorno Bipolar.
“Lo más reconocible es la alteración de las emociones, que a veces aparecen en momentos inadecuados, pero va mucho más allá de eso. Es una enfermedad en la que digamos que el cuerpo maneja la energía de una forma distinta, y por eso también tiene mucha influencia en el sueño o en la inmunidad. Sabemos, por ejemplo, que las mitocondrias de las personas con trastorno bipolar funcionan de forma diferente a las del resto del mundo”, asegura a ConSalud.es el doctor Diego Urgeles, psiquiatra experto en trastorno bipolar y colaborador en la Asociación Bipolar de Madrid.
Las personas con trastorno bipolar, expone, tienen importantes problemas metabólicos, “sin contar ya los que puedan producir las medicaciones que usamos para el tratamiento”. De hecho, asegura, estamos en un punto en el que la bipolaridad ya casi se está empezando a considerar como un trastorno metabólico. “Tienen diez veces más diabetes mellitus tipo dos que las personas sin trastorno bipolar, y, debido a la oxidación celular acelerada que esto produce, viven casi una década menos”, señala el experto.
"Las personas con trastorno bipolar tienen diez veces más diabetes mellitus tipo dos, y viven casi una década menos"
A pesar de ello, la forma más “sencilla” de obtener un diagnóstico sigue siendo, lógicamente, a través de los trastornos de conducta. Pero es que realmente no es una tarea nada sencilla, debido a la amplitud de la enfermedad y de los múltiples grados de intensidad en los que se presenta. “Un diagnóstico muy claro es, por ejemplo, cuando aparece un episodio de manía, porque tiene pocas causas distintas que no sean un trastorno bipolar. Pero otras muchas veces se oculta detrás de una depresión”, comenta Urgeles, responsable de la Unidad de Trastorno Bipolar de la Clínica Nuestra Señora de La paz durante más de cuatro años y medio. Desde hace diez, tiene su propia consulta.
“Te puedes encontrar con una persona que lleva muchos años diagnosticada erróneamente de una depresión, lo que explica el gran retraso diagnóstico que hay en estos pacientes. Desde que una persona va por primera vez al médico porque tiene este tipo de problema, hasta que es diagnosticada de trastorno bipolar, pueden pasar de media entre cinco y diez años, y eso contando con los casos en los que el diagnóstico es inmediato. Pero es que vemos pacientes que llevan hasta veinte años mal diagnosticados”, afirma el experto, formado en Psiquiatría en el Hospital de La Princesa.
Y es que tratar a una persona que tiene trastorno bipolar como si tuviese depresión, alerta Urgeles, no solo no le ayuda, sino que empeora su pronóstico considerablemente. “El diagnóstico es bastante complejo, y requiere de una evaluación muy cuidadosa”, insiste el psiquiatra. Así, comenta, también es muy común confundir psicosis en general -enfermedades como la esquizofrenia- y trastorno bipolar, sobre todo entre personas jóvenes y adolescentes, cuando los síntomas psicóticos son “muy llamativos”.
"Vemos pacientes que llevan hasta veinte años mal diagnosticados"
La clave está en darse cuenta de los episodios de hipomanía, que pueden llegar a ser “realmente sutiles” o incluso esconderse detrás de episodios mixtos de depresión. “El trastorno bipolar se suele simplificar bastante, y la gente se cree que es una persona que a veces está contenta y otras veces triste. Pero es que eso es algo que nos pasa a todos. El episodio de hipomanía para nada tiene que ser siempre alegría o euforia, puede ser irritabilidad o tensión interna, cosas muy difíciles de identificar”, explica Urgeles.
LUCHAR CONTRA EL ESTIGMA Y MEJORAR EL PRONÓSTICO
Como comentábamos al comienzo del artículo, todo ello genera cierto estigma hacia las personas con trastorno bipolar. Son síntomas tan ajenos a las vivencias normales de las personas que no están enfermes, que muchas veces los intentamos asociar a emociones comunes como la alegría o la tristeza. Eso genera mucha “incomprensión” hacia los pacientes, y la única forma de tratarlo es informándose bien. “Hay que hablar de ello. Es una enfermedad como otra cualquiera, y lo más importante que se puede decir del trastorno bipolar es que tiene tratamiento”, subraya el psiquiatra. “A día de hoy, más del 75% de las personas que reciben tratamiento mejoran muchísimo gracias a él”, añade.
En 1950, cuando se comenzó a conocer la enfermedad, no existían tratamientos, “y la gente sufría mucho”. De hecho, el índice de suicidios era altísimo. En 1965, sin embargo, apareció el primer tratamiento a base de litio, que sigue siendo el más utilizado en la actualidad. “Tenemos muchos medicamentos con pocos efectos secundarios, que son capaces de frenar la enfermedad en sus diferentes fases. Además, las expectativas de nuevos tratamientos son espectaculares. En los últimos años, estamos entendiendo la enfermedad de una forma un poco distinta, y están surgiendo tratamientos que no tienen tanto como diana las neuronas, sino que afectan al metabolismo”, apunta Urgeles.
"Está demostrado que gracias a la psicoeducación los pronósticos son muchísimo mejores, pero no está apenas extendida en la red sanitaria pública ni privada"
Incluso hay algunos tipos de dietas especiales que se han utilizado para tratar la epilepsia y que podrían mejorar los casos especialmente complicados de trastorno bipolar, mientras que el litio ayuda a retrasar el envejecimiento. Pero, más allá del tratamiento farmacológico, el psicoterapéutico, y más concretamente la psicoeducación, juegan un papel clave, para que la persona con trastorno bipolar sepa exactamente “qué le ocurre, cómo le ocurre y cómo puede manejar los síntomas y reaccionar ante las crisis”.
“Está demostrado a través de estudios que, gracias a la psicoeducación, los pronósticos son muchísimo mejores. Es un tratamiento efectivo y que además es muy barato y fácil de implementar, pero que desgraciadamente no está apenas extendido en la red sanitaria pública ni privada. Es un paso muy importante que nos queda por dar a la hora de tratar la enfermedad. Estamos hablando de que más del 60% de las personas con trastorno bipolar han tenido intentos de suicidio, y el 10% mueren por suicidio. Es una enfermedad muy grave, no es ninguna tontería”, sentencia el psiquiatra.