Decálogo para prevenir la sobrecarga de la persona cuidadora

Los cuidadores no profesionales dedican parte de su tiempo al cuidado intensivo de un familiar dependiente, lo que puede llegar a tener consecuencias para su propia salud.

Persona cuidadora (Foto: Freepik)
4 noviembre 2022 | 10:50 h

En España hay alrededor de 2 millones de personas dependientes que necesitan a alguien que se encargue de la supervisión de su salud. Un cuidador o cuidadora que les ayude a desenvolverse en tareas como la higiene diaria, la alimentación y la estimulación, a controlar la medicación y que les brinde el apoyo emocional necesario para hacer frente a su situación.

Aunque se sabe el número de personas dependientes en nuestro país, la cifra de cuidadores es difícil de conocer, ya que “a menudo los familiares ejercen la función de cuidador principal sin que esta actividad quede registrada de manera oficial”, explica el doctor Julio Maset, médico del laboratorio Cinfa.

Con el objetivo de concienciar acerca del importante papel que tiene la figura del cuidador y prevenir una sobrecarga de su salud, cada 5 de noviembre se celebra el Día Mundial de las Personas Cuidadoras.

“Encargarse de los cuidados que requiere un paciente, persona dependiente o de edad avanzada es una responsabilidad que se extiende veinticuatro horas al día, siete días a la semana”

Tal y como señala el doctor Maset, “encargarse de los cuidados que requiere un paciente, persona dependiente o de edad avanzada es una responsabilidad que se extiende 24 horas al día, siete días a la semana. Por eso, si no se toman las precauciones necesarias, se busca apoyo para compartir el cuidado y se dedica tiempo a uno/a mismo/a, el cuidador o cuidadora puede sufrir un desgaste físico, emocional y social, que es lo que conocemos como el síndrome del cuidador quemado”. 

En este contexto, aunque cada vez hay más hombres que se incorporan a las tareas de los cuidados, el prototipo de persona cuidadora no profesional es el de una mujer de mediana edad, casada, familiar directo de la persona dependiente, con grado de escolaridad medio, que no recibe ayudas externas y sobre quien recae casi toda la responsabilidad de supervisar la salud y hacerse cargo de ella.

UNA TAREA SATISFACTORIA, PERO DESGASTANTE

El síndrome del cuidador quemado se caracteriza por diversos síntomas: falta de energía, cansancio, preocupación continua, insomnio, pérdida del apetito y de peso, dolores de cabeza o en otros puntos del cuerpo, palpitaciones, irritabilidad y cambios frecuentes de humor; niveles elevados de estrés, ansiedad y/o depresión, apatía, abuso de alcohol, tabaco o de ansiolíticos y antidepresivos, y dificultad para concentrarse y para relajarse.

“La colaboración de otros miembros de la familia es crucial para evitar que el cuidador o cuidadora principal se sienta sobrepasado”

Incluso, “puede aparecer un sentimiento de culpa si no se atiende al paciente o familiar, que lleva a relegar a un segundo plano la propia salud y las actividades sociales y de ocio para enfocarse exclusivamente en el ser querido dependiente. Todo ello lleva menudo a sufrir tristeza, desesperanza y sensación de aislamiento familiar y social. Incluso, puede perderse el interés en el propio puesto de trabajo y acabar perdiéndolo”, asegura el Dr. Maset.

Es más, el riesgo de que la persona cuidadora sufra estas alteraciones aumenta conforme a la edad del paciente o persona con dependencia, su posible actitud, el número de enfermedades que padece, la ausencia de colaboración de otros familiares, la menor capacidad económica y el nivel de formación e información del cuidador.

“Por tanto, en el papel de acompañar y atender las necesidades de un paciente, es muy importante trabajar aquellos factores que sí son controlables y que pueden resumirse en la idea de cuidarse para cuidar: por ejemplo, reservarse tiempo para seguir hábitos saludables como practicar ejercicio físico de manera regular, alimentarse y descansar bien, relacionarse socialmente y disfrutar de aficiones y actividades de ocio. Igualmente, la colaboración de otros miembros de la familia es crucial para evitar que el cuidador o cuidadora principal se sienta sobrepasado. En caso de no disponer de ese apoyo de familiares directos es recomendable procurar ayuda de otros familiares o de la administración”, destaca el experto.

CONSEJOS PARA CUIDAR AL CUIDADOR

Para prevenir este síndrome, Cinfa recomienda 10 consejos básicos para las personas cuidadoras no profesionales:

  1. Infórmate sobre la enfermedad de tu ser querido y de los recursos disponibles. Conocer los síntomas de cada fase de la patología permitirá comprender las diferentes situaciones que puedan producirse y ayudarle a sobrellevarlos mejor y, por tanto, reducir el nivel de estrés. Gracias a los centros sanitarios y a las asociaciones de pacientes, el cuidador tiene a su alcance toda la información disponible: el acceso a recursos económicos, cuáles son los hospitales de día o de servicios de relevo que permiten ofrecer un breve descanso.
  2. Organízate y establece un plan de cuidados. Es cierto que a lo largo del día pueden ocurrir situaciones inesperadas, pero, aun así, es importante establecer una rutina diaria, siempre fijando objetivos realistas y que, además, incluyan momentos de tranquilidad para la persona cuidadora. Esto también ayudará a decir no a peticiones que supongan un desgaste extra.
  3. Haz equipo con más miembros de la familia. Las tareas pueden repartirse entre varios miembros de la familia, que también pueden ejercer de cuidadores.
  4. Mantente activo/a. En el caso de que un familiar pueda ayudarte, es importante que en el tiempo libre del que se disponga, se realicen tareas en otro ámbito. Procura reservar momentos para realizar actividad física regular, continúa practicando tus aficiones, no te aísles y dedica tiempo para disfrutar con tus familiares o amigos.
  5. No te olvides de cuidarte. No dejes de lado tus rutinas de ejercicio físico, cuida tu alimentación, evita consumir sustancias excitantes, bebe mucha agua y asegúrate de tener un descanso reparador.
  6. Acude a tus citas médicas. No relegues a un segundo plano tu salud y acude a tu médico cuando sea necesario. Recuerda informarle de que eres una persona cuidadora y adviértele acerca de cualquier síntoma de deterioro físico o mental que puedas tener. Asimismo, vacúnate cuando te corresponda.
  7. Aprende a relajarte.  Para esto, los ejercicios de respiración, practicar yoga, taichí o meditar pueden ayudarte.
  8. Reconoce y gestiona tus emociones. Expresa cómo te sientes y acepta, si aparecen, los sentimientos negativos, sobre todo, el de culpa. Conoce tus límites y recuerda que nadie es el cuidador perfecto. No olvides buscar ayuda profesional de la salud en el caso de que el estrés se vuelva abrumador y te sientas sobrepasada o sobrepasado.
  9. Fomenta la autonomía de la persona. Es importante que le animes a realizar aquellas tareas que todavía puede acometer por sí misma, para reforzar su autoestima.
  10. Únete a un grupo de apoyo para cuidadores. En estas citas podréis compartir experiencias y estrategias para aumentar su bienestar y el vuestro, y sentir el apoyo.
Los contenidos de ConSalud están elaborados por periodistas especializados en salud y avalados por un comité de expertos de primer nivel. No obstante, recomendamos al lector que cualquier duda relacionada con la salud sea consultada con un profesional del ámbito sanitario.