Cada 3 de noviembre se celebra el Día Internacional de la Muerte Digna. Con él, millones de personas en todo el mundo reivindican su derecho a decidir cómo, cuándo y dónde quieren morir. Pero la muerte digna también tiene que ver con la forma de abordar los últimos días de los pacientes terminales, para que estos sean, precisamente, lo más dignos posibles.
De ello se encargan las unidades de cuidados paliativos de los centros sanitarios, que cada vez están más instauradas en todo el territorio nacional y luchan por un abordaje lo más multidisciplinar posible. “La población cada vez es mayor, y, lamentablemente, también más pobre”, señala a ConSalud.es, vía zoom, la médico de cuidados paliativos Anna Albó.
De hecho, según las estadísticas, el 75% de las personas que mueren cada año tanto en España como en Cataluña lo hacen con algún tipo de enfermedad crónica a cuestas. De todas ellas, el 25% son por cáncer, números que se traducen en que el 1,5% de la población tiene necesidades paliativas. “Aunque le damos mucho valor y mucho peso al cáncer y los inicios de los cuidados paliativos eran eminentemente oncológicos, todo lo que hemos aprendido desde entonces nos sirve hoy para atender a cualquier persona que esté en el final de su vida”, explica Albó.
"Todo lo que hemos aprendido sobre pacientes oncológicos nos sirve hoy para atender a cualquier persona que esté en el final de su vida”
Junto a ella, también atienden la llamada Mariona Vilaclara, psicoóncóloga y psicóloga especialista en cuidados paliativos, y Anna Formiguera, enfermera de atención paliativa. Todas ellas forman parte de la Unidad de Cuidados Paliativos del Hospital Santa Creu de Vic, la segunda que se creó en España a finales de los 80 después de la del Hospital Marqués de Valdecilla (Santander) y la primera centrada en ese citado abordaje multidsiciplinar.
“Las necesidades han ido creciendo y evaluándose para poder dar salida a otros profesionales que aporten su visión”, indican. “Cuando hablamos de cuidados paliativos, hablamos de equipo. Es imprescindible trabajar de manera coordinada para atender correctamente las necesidades del paciente terminal, al que hay que poner siempre en el centro”, añaden.
De hecho, tan amplio es el abordaje que no solo ocupa al paciente, sino también a todos sus familiares. “La palabra es acompañamiento integral. Siempre hay emociones que desbordan, y por eso estamos aquí para acompañar en todos esos momentos.”, inciden
“Los pacientes antes nos llegaban en fases muy terminales, y ahora los estamos atendiendo desde el desarrollo temprano de la enfermedad”
De igual manera, después de la muerte de la persona, hacen una llamada de condolencia a la familia y de seguimiento si lo ven necesario. Además, existe un documento de voluntades anticipadas, en el que el paciente elige cómo quiere ser atendido en sus últimos días “en base a sus valores y creencias” y que a las unidades les sirve para planificarse mejor.
Así, por ejemplo, desde el punto de vista psicológico, es muy importante normalizar las emociones que son más difíciles de gestionar, como la tristeza o la ansiedad: “Si estoy enfadado, estoy enfadado”. La psicóloga también se encarga de proporcionar herramientas para ayudar a hacerlo. “Sobre todo, dar espacio para poder hablar de lo que nos preocupa, tanto a los enfermeros como a su familia. Hay situaciones concretas que al final de la vida ya no podemos para cambiar, pero otras sí, como asuntos que se quedan pendientes y que pueden llegar a generar más estrés”, comenta.
Además de esta evolución en el abordaje, que cada vez abarca más campos, las sanitarias también han notado una mayor predisposición por parte de enfermeros y familiares para recibir estos cuidados: “Los pacientes antes nos llegaban en fases muy terminales, cuando el pronóstico de vida eran días o semanas, y te hablo de no hace tantos años. No se podía hacer acción-reacción. Ahora estamos atendiendo pacientes desde el desarrollo temprano de la enfermedad”.
"El reto es hacer llegar esa atención paliativa a las casas y a los servicios de urgencias, y que cualquier persona del sistema sanitario esté entrenado en un básico de atención preventiva"
Este abordaje temprano permite centrarse más en un tratamiento o en otro dependiendo de la fase en la que se encuentre la enfermedad y llegar al final mucho más preparado. También, claro está, para las familias -“es muy difícil tener que tomar decisiones por una persona que ya no puede hacerlo y con quien no lo has hablado antes”- y para los propios profesionales de las unidades de cuidados paliativos, que también pueden incluir a farmacéuticos o fisioterapeutas.
A pesar de esta mayor visibilidad y evolución de los cuidados paliativos en todo el territorio nacional, todavía queda mucho camino por recorrer, y, para las sanitarias, la sociedad sigue pecando de vivir demasiado de espaldas a la muerte: “Por tanto, nos pilla todo muy de golpe, y nos encontramos con que no hemos hecho los deberes. Hay que normalizar el hecho de la muerte, del final de la vida, de la enfermedad…”.
Todo ello se puede -y se debe- fomentar desde el punto de vista profesional. “En las unidades de paliativos estamos muy entrenados, pero el reto es hacer llegar esa atención paliativa a las casas y a los servicios de urgencias, y que cualquier persona del sistema sanitario esté entrenado en un básico de atención preventiva. Deberíamos poder detectar si alguien va a morir el próximo mes”, sentencian desde la Unidad de Cuidados Paliativos del Hospital Santa Creu de Vic.