Hace apenas unas semanas, la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró la Mpox (antes conocida como viruela del mono) como una emergencia de salud pública de calado internacional. Se vio obligada a ello tras una creciente expansión por África, aparentemente con mayor transmisibilidad y letalidad que el anterior brote de 2022, que ha llevado a un goteo de casos en países como España. Todo ello, supone un nuevo ejemplo de la importancia de la cooperación internacional y la vacunación para evitar la proliferación de este tipo de patologías.
En este sentido, la Dra. Maite De Aranzabal y la Dra. Dolors Canadell, coordinadoras del grupo de Cooperación de la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPap), explican a ConSalud.es que en epidemias como la de la viruela símica (Mpox) hay que trabajar de manera prioritaria con la detección precoz de nuevos casos, para cortar la cadena de transmisión. “Aunque no es necesario el aislamiento en domicilio, los casos deberán minimizar las interacciones con otras personas, especialmente con población vulnerable, evitando el contacto físico y las relaciones sexuales”, aclaran.
Esta enfermedad, que se puede transmitir entre animales y personas, no tiene un tratamiento específico, por lo que una medida “fundamental e imprescindible” para controlar cualquier brote pasa también la vacunación
Por otra parte, esta enfermedad, que se puede transmitir entre animales y personas, no tiene un tratamiento específico, por lo que una medida “fundamental e imprescindible” para controlar cualquier brote pasa también por la vacunación. “Afortunadamente, después del comunicado de la AEPap pidiendo enviar vacunas a África desde nuestro país, el Ministerio de Sanidad publicó una nota de prensa diciendo que aportará 100.000 viales de la vacuna a África, con dosis para 500.000 personas”, trasladan con satisfacción las cooperantes.
LOS MENORES, MÁS VULNERABLES
En el momento actual, el subtipo predominante de esta viruela es el ‘subcladoIa’, cuyos casos más graves afectan especialmente a la población infantil, embarazadas, adultos jóvenes y personas inmunodeprimidas (por ejemplo, con Sida). En lo que respecta a su mayor incidencia entre los jóvenes, De Aranzabal y Canadell destacan que se explica, en parte, porque “esta población tiene un sistema inmunitario más vulnerable y débil”, así como por los propios “mecanismos de transmisión”.
Las doctoras ahondan de que uno de los aspectos ‘positivos’ del turismo es que todos “nos podemos contagiar de sus enfermedades y esto motiva a la industria a interesarse por encontrar tratamientos para dichas patologías”
En concreto, desde el grupo de Cooperación de la AEPap aclaran que se han documentado múltiples modos de transmisión, incluida la que se sucede de persona a persona por contacto estrecho, piel con piel (al tocarse o mantener relaciones sexuales), besarse, gotitas respiratorias -en caso de contacto cercano prolongado- y al compartir objetos contaminados como ropa, utensilios de comida, etc. Estas facilidades contagiosas han llevado a que, finalmente, se enciendan las alarmas sanitarias en todo el mundo y se preste especial cuidado a su evolución.
Bajo el prisma de la experiencia, que les dan los años trabajando en proyectos para África, India o Sudamérica, las coordinadoras tienen claro que en los países más privilegiados, “sólo cuando nos sentimos amenazados, nos preocupamos por lo que pasa en los rincones más pobres”. En esta línea, las doctoras ahondan en que uno de los aspectos ‘positivos’ del turismo es que todos “nos podemos contagiar de sus enfermedades y esto motiva a la industria a interesarse por encontrar tratamientos para dichas patologías”.
“Pronto decidimos montar el grupo de Cooperación para poder agrupar a muchos pediatras que también estaban interesados en este ámbito y poder canalizar nuestras respectivas ilusiones"
Precisamente para que no se olvide la importancia de mirar más allá de la salud en nuestras fronteras, la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria cuenta con el grupo de Cooperación e Inmigración. Entre sus principales cometidos, se dedica a llevar a cabo actividades formativas relacionadas con cursos de formación para pediatras y personal sanitario que quiere cooperar y no tiene experiencia; cursos de formación a sanitarios del país de origen a través de proyectos financiados por la AEPap; o estrategias para sensibilizar e informar sobre la realidad (enfermedades o pobreza) que vive la infancia en el mundo.
Este grupo dedicado a la cooperación surgió hace dos décadas, cuando ambas coordinadoras se conocieron en Mauritania, allá por el año 1995, en el marco de un proyecto de cooperación infantil. “Pronto decidimos montar el grupo de Cooperación para poder agrupar a muchos pediatras que también estaban interesados en este ámbito y poder canalizar nuestras respectivas ilusiones. Hace ya más de 20 años, y en ello seguimos”, relatan orgullosas las pediatras.
“Existen muchas personas interesadas en la cooperación en salud, pero todavía hay mucho trabajo por hacer"
Preguntadas acerca de la situación actual y el futuro que aguarda a la cooperación internacional, tanto la Dra. Aranzabal como la Dra. Canadell, confiesan que son, “por convicción”, optimistas al respecto. “Existen muchas personas interesadas en la cooperación en salud, pero todavía hay mucho trabajo por hacer. Los estados deben cooperar mucho más, pero también los empresarios y, desde luego, los particulares”, remarcan.
“La Covid-19 no fue un ejemplo de solidaridad con los países pobres porque apenas les llegaron vacunas. Afortunadamente, por distintas causas, algunas no aclaradas, golpeó poco a los países pobres. Esperemos que en próximas crisis, como esta del Mpox, seamos más humanos y solidarios”, concluyen, a modo de reflexión, las coordinadoras en Cooperación de la AEPap.