Las algas han formado parte de la dieta asiática desde hace siglos. En Europa, debido a la popularización de las comidas orientales, su consumo ha aumentado exponencialmente durante las últimas tres décadas. Además, según datos de la UE, la producción mundial de algas ha aumentado de 0,56 millones de toneladas en 1950 a 35,82 millones de toneladas en 2019. Todo ello se relaciona con el impacto positivo que tienen para el medioambiente: cultivarlas es sostenible, capturan CO2 y, además, oxigenan las aguas, lo que favorece la biodiversidad de los entornos acuáticos.
El consumo de algas puede tener varios beneficios para la salud gracias a su contenido nutricional excepcional. En primer lugar, son una fuente excelente de varios nutrientes importantes, como las vitaminas A, C y varias del grupo B; minerales, como el yodo, el hierro, el calcio y el magnesio; proteínas, y también fibra. Además, las algas contienen antioxidantes, como los flavonoides, que tienen un impacto muy positivo para la salud, sobre todo en enfermedades crónicas.
"Las algas son una fuente rica en nutrientes y se han vuelto cada vez más populares en la gastronomía europea por su sabor único y sus beneficios para la salud", señala Aida Serra, profesora colaboradora de los Estudios de Ciencias de la Salud de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC).
"Las algas son una fuente rica en nutrientes y se han vuelto cada vez más populares"
Por otro lado, las algas son muy poco calóricas, y favorecen la salud cardiovascular gracias al hecho de que, a pesar de contener pocos lípidos, estos son ricos en grasas omega-3. Asimismo, las algas, por su alto contenido en fibra, contribuyen a regular el tránsito intestinal. "Ayudan a la regulación intestinal y son antiinflamatorias y antioxidantes. Además, contienen proteínas de alta calidad y muy pocas grasas, lo que las convierte en un alimento muy interesante", añade.
Además de todas estas propiedades beneficiosas para la salud, las algas contienen niveles elevados de yodo. Por lo tanto, hay que moderar su consumo y consultar con un profesional sanitario siempre que tengamos dudas. A pesar de que el yodo es esencial para el funcionamiento adecuado de la glándula tiroides, un consumo excesivo de este nutriente puede ser perjudicial.
"Las personas con problemas de tiroides deberían consultar con un profesional sanitario antes de ingerir algas", alerta la experta, que apunta que, para la población general sana, la ingesta diaria de yodo no tendría que exceder los 150 microgramos, tal y como aconseja la Organización Mundial de la Salud (OMS).
UN ALIADO CONTRA EL CAMBIO CLIMÁTICO
A los beneficios para la salud de las algas se le suma su impacto medioambiental positivo. "Al hacer la fotosíntesis, como las plantas, las algas capturan CO2 y contribuyen a reducir la concentración de este compuesto en la atmósfera. Además, las algas producen oxígeno, lo que mejora el balance de gases atmosféricos y oxigena el agua, tanto dulce como salada, y beneficia las especies que viven en ese hábitat", resume Aida Serra.
Se estima que, por ejemplo, las algas laminarias que crecen hasta medio metro cada día en bosques submarinos pueden llegar a capturar 120 kilogramos de CO2 por cada tonelada. Asimismo, son capaces de filtrar aguas residuales del exceso de nutrientes inorgánicos.
Desde el sector productivo, las algas pueden ser una forma sostenible de producir alimentos, puesto que requieren pocos recursos, sobre todo hídricos y del suelo, por lo que tienen poca huella ambiental en comparación con la producción de carne u otros productos de origen animal, apunta la experta de la UOC.
"El principal objetivo es fomentar la innovación en el uso de las algas con un enfoque en la sostenibilidad y la economía circular"
Desde la Unión Europea se ha puesto en marcha la iniciativa Algas, que busca, precisamente, promover la investigación y el desarrollo de las algas marinas como recurso sostenible en la región europea. En concreto, la iniciativa se centra en el cultivo y la utilización de algas para una variedad de aplicaciones, incluyendo la alimentación, la energía, la agricultura y la biotecnología.
"El principal objetivo es fomentar la innovación en el uso de las algas con un enfoque en la sostenibilidad y la economía circular para abordar retos ambientales y promover la diversificación de las fuentes de alimentos y energía en Europa", resume Serra.