Investigadores del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC) explican los mecanismos por los que las antraciclinas, un medicamento habitual para el tratamiento del cáncer, promueven el daño en el corazón de los pacientes tratados con estos fármacos.
Este estudio ha sido liderado por su director científico, el Dr. Borja Ibáñez, cardiólogo intervencionista del Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz. Además, ha identificado posibles terapias para esta complicación, que se calcula que afecta a un tercio de las personas que sobreviven a un cáncer.
Este fármaco es un medicamento de elección en la primera línea de tratamiento, en combinación con otros fármacos, para muchos tipos de cáncer. Sin embargo, su uso puede causar toxicidad cardiaca. Se estima que un tercio de los pacientes tratados con antraciclinas desarrolla algún tipo de toxicidad cardiaca y, aunque en muchos casos no tendrá consecuencias graves a largo plazo. En los peores casos, más de un 5% de las personas que sobreviven al cáncer el daño cardiaco irreversible inducido por las antraciclinas causa insuficiencia cardiaca crónica, enfermedad que limita la calidad de vida de los pacientes.
"Cualquier fallo en la cadena de producción de energía en el corazón tiene consecuencias muy importantes”
“El corazón es un órgano que está contrayéndose de manera incesante durante toda la vida. Para esta actividad tan increíble, necesita un aporte de energía continuo, siendo el órgano con mayores necesidades energéticas de todo el cuerpo. Cualquier fallo en la cadena de producción de energía en el corazón tiene consecuencias muy importantes”, señala el Dr. Ibáñez, quien también es jefe de grupo en el Centro de Investigación Biomédica en Red de Enfermedades cardiovasculares (CIBERCV).
A pesar de que la toxicidad cardiaca asociada al uso de antraciclinas se conoce desde hace muchos años, no se han desarrollado tratamientos que puedan usarse simultáneamente y que protejan al corazón debido, en parte, al conocimiento incompleto de los mecanismos moleculares por los cuales las antraciclinas causan dicho daño cardíaco.
“Hemos observado que las alteraciones metabólicas en el corazón aparecen de forma muy precoz tras iniciar el tratamiento con antraciclinas, mucho antes de que el corazón pierda fuerza contráctil”, explica por su parte la primera autora del trabajo, Anabel Díaz-Guerra, quien está realizando su tesis doctoral en el CNIC gracias a una beca de la Asociación Española Contra el Cáncer. De hecho, añade, “hemos visto que, como consecuencia de estas alteraciones metabólicas, el corazón empieza a atrofiarse (sus células pierden volumen) como una de las primeras manifestaciones de daño irreversible”.
"Hemos sido capaces de identificar las alteraciones moleculares responsables de este deterioro metabólico cardiaco"
Estos hallazgos son especialmente importantes ya que aparecen mucho antes de que la alteración cardiaca pueda ser detectada con las técnicas habitualmente utilizadas, asegura la Dra. Laura Cádiz, miembro del equipo de investigación del CNIC. “Gracias a un estudio muy minucioso en diferentes momentos del proceso, hemos sido capaces de identificar las alteraciones moleculares responsables de este deterioro metabólico cardiaco. Esto nos permite determinar procesos que podrían prevenirse con intervenciones muy precoces”.
Según los investigadores, una de las posibles intervenciones está relacionada con un aporte nutricional específico que pueda prevenir la atrofia cardiaca precoz causada por este quimioterápico. Los investigadores están testando el efecto beneficioso de una dieta hiperproteica para evitar esta atrofia muscular (incluido el músculo cardiaco) asociada a la toxicidad por antraciclinas.