A finales del mes de agosto vio la luz, por parte de la Dirección General de Salud Pública y Equidad del Ministerio de Sanidad, la novena guía de “indicación, uso y autorización” para dispensar medicamentos por parte de las enfermeras. Esta última guía está, en concreto, centrada en las infecciones del tracto urinario (ITU), y, como casi todas las ocho anteriores, ha sido recurrida tanto por el Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos (CGCOF) como por el de Médicos (CGCOM), el cual, asegura su presidente, Tomás Cobo, no dudará en entrar en el contencioso administrativo “por proceso judicial directo” en caso de que vean su recurso rechazado. De hecho, reconoce, lo normal es que en primera instancia no lo acepten.
“Esto no responde a ninguna ventaja corporativista, ni busca un enfrentamiento con la enfermería. Al contrario, se refiere a optimizar el trabajo colaborativo y a que cada uno asuma las responsabilidades que le corresponden. En el caso del médico, la del diagnóstico, que se tarda en alcanzar once o doce años”, asegura Cobo en una entrevista concedida a ConSalud.es. Y es que ese es, matiza, el principal temor que despiertan las guías entre el colectivo médico: “Son guías de máximos, que luego se van a atomizar en cada uno de los centros de salud de España o de urgencias de atención primaria. Y lo que nos preocupa es que, por cómo están escritas, se pueda llegar en un momento determinado al diagnóstico o a la prescripción”.
"Las enfermeras trabajan en un marco de seguridad exactamente igual que el nuestro. Es un problema concreto, de un aspecto concreto y en un uso concreto de antibioterapia”
En el caso de las infecciones del tracto urinario, además, entran en escena los antibióticos “y la política que hay actualmente en España de restringir su utilización”. El fondo, no obstante, sigue siendo el mismo que en todas las guías. “Son atribuciones que requieren de mucho tiempo de formación para poder ejercerlas”, insiste el presidente de un organismo que, recientemente, también ha recurrido las últimas guías sobre anestesia y sedación publicadas en el Boletín Oficial de Cataluña, que, denuncia la Sociedad Española de Anestesiología, Reanimación y Terapéutica del Dolor (SEDAR), “busca atribuir competencias profesionales en sedación a personal no médico. “Ya lo conseguimos con las de dermoestética y gestión enfermera, y lo seguiremos haciendo, porque pensamos que es lo adecuado”, anuncia.
El único fin que tienen estas decisiones, afirma Cobo, no es otro que conseguir que quien desarrolla cada actividad lo haga de la manera más segura posible y con los mejores conocimientos: “No tiene tanto que ver con la seguridad del paciente, porque las enfermeras trabajan en un marco de seguridad exactamente igual que el nuestro. Es un problema concreto, de un aspecto concreto y en un uso concreto de antibioterapia”, apunta.
"Uno solo puede ejercer una labor de consenso cuando hay ánimo de consenso, no de censura a las propuestas, a la conciliación y al trabajo colaborativo"
“Esto no quita que sigamos colaborando de la misma manera con la enfermería, con la que convivimos en el día a día en la práctica clínica sin ningún problema. De hecho, también hemos consensuamos con ellos otras guías, como la de los estomas o la del cuidado de las heridas, que encajan perfectamente en el espíritu y filosofía de este Real Decreto que habla del uso, indicación y autorización de dispensación de medicamentos sujetos a prescripción médica. En el caso de las infecciones del tracto urinario, sin embargo, da la impresión de que confluye con el diagnóstico y el tratamiento”, lamenta Cobo, quien denuncia que en la elaboración de esta última guía, en la que participó el propio CGCOM, no se refleja el consenso de los médicos.
“Era un grupo de trabajo grande, de 20 o 25 personas, pero la representación de los médicos fue de apenas tres o cuatro. Desde luego no hubo consenso, lo que hubo fue una oposición, porque las pretensiones de la enfermería eran mucho mayores. Uno solo puede ejercer una labor de consenso cuando hay ánimo de consenso, no de censura a las propuestas, a la conciliación y al trabajo colaborativo. Es por eso que lo hemos recurrido, porque la filosofía del Real Decreto se ha roto y la metodología de trabajo no es la adecuada”, critica Cobo.
HAY QUE CAMBIAR EL MÉTODO DE TRABAJO
El recurso del CGCOM, comenta su presidente, “seguirá el camino que tenga que seguir”, pero lo que les queda claro con esta última guía es que el espíritu de colaboración que les “consta” que tienen con la enfermería no funciona con la metodología de trabajo actual. “Si ponemos las luces un poquito más largas, todo va a ir hacia la medicina personalizada, donde cada persona tendrá su tratamiento específico. Así que estos protocolos tendrán un sentido relativo dentro de unos años”, recuerda además Tomás Cobo.
“Es muy importante que se deje trabajar a los centros de salud y de urgencias de atención primaria en el entorno que les corresponde en función de los médicos y enfermeros que tengan, para que lo hagan de la manera más eficaz posible. Organizar protocolos y guías desde un nivel tan alto es muy difícil, porque luego lo que hacen es atomizarse según las posibilidades que tiene cada uno”, sentencia.