En el marco de la actual huelga de médicos en Navarra se ha vuelto a poner sobre la palestra el tema de la exclusividad obligatoria para los profesionales sanitarios. Se trata de una reivindicación que los facultativos han logrado conseguir en la mayoría de comunidades autónomas españolas, a excepción de Galicia, Asturias y la propia Navarra. La exclusividad consiste en limitar a los trabajadores de la sanidad pública la posibilidad de ejercer sus labores fuera de este ámbito. Se trata de un asunto de importante debate en el cual las opiniones se contraponen a favor y en contra de su obligatoriedad. No en vano, enfrenta el derecho de los médicos para ejercer su trabajo de forma libre fuera de su jornada laboral ordinaria contra la reticencia de muchas administraciones públicas que defienden la dedicación exclusiva de sus empleados sanitarios.
Para abordar este asunto ha atendido a ConSalud.es la responsable de finanzas de CESM y presidenta de la delegación sindical en Murcia, María José Campillo. Con ella nos acercamos a esta realidad que cobra especial relevancia en un momento en el que los sistemas sanitarios de todo el país adolecen de profesionales suficientes y acusan la excesiva carga de trabajo, así como la necesidad de mejoras retributivas para las plantillas de los hospitales y centros de salud de las diferentes CC.AA de nuestro país. De este modo, el debate de la exclusividad va más allá de un enfrentamiento entre la realidad del sector privado y el público, tratándose de un elemento que convendría analizar en base a las necesidades futuras de la sanidad en general y a la capacidad de poder ofrecer a los ciudadanos una asistencia médica más amplia y completa.
“Si cumplimos nuestra jornada y nuestro trabajo, quién debería impedirnos hacer lo que deseemos en nuestro tiempo libre. Además, no todo es trabajar en la sanidad privada"
En palabras de la responsable de finanzas de CESM, “la exclusividad quiere decir que sólo puedes trabajar para una empresa de sanidad pública con tu horario y agenda de trabajo que debes cumplir, y en tu tiempo libre no puedes realizar ninguna otra actividad, es decir, te limita en lo que tú quieras hacer fuera de tu horario laboral”. De esta manera, se trata de una realidad que afecta a los profesionales sanitarios más allá de sus jornadas de trabajo diario, adentrándose en la parte de su vida que se produce cuando cuelgan la bata y salen de su consulta en un centro médico cualquiera de titularidad pública. Circunstancia que la Dra. Campillo y muchos de sus colegas no alcanzan a comprender: “Si cumplimos nuestra jornada y nuestro trabajo, quién debería impedirnos hacer lo que deseemos en nuestro tiempo libre. Además, no todo es trabajar en la sanidad privada, también puede ser dar clases en la universidad o en una academia, pueden ser muchas cosas”.
La exclusividad del personal sanitario es una realidad en Galicia, Navarra y Asturias, pero no significa que en el resto de regiones no siga existiendo en diferentes niveles. “En la mayoría de Comunidades se ha resuelto y el que no es personal exclusivo cobra lo mismo que el que sí, pero en otros conceptos. Así, al final de año su retribución es la misma”, señala la Dra. Campillo. Aún así, por ejemplo, en Murcia existe una obligatoriedad de trabajo exclusivo para “los jefes de servicio, lo que llevó a que muchos decidieron dejar de tener estos cargos. Personas con mucha experiencia y prestigio profesional que lo estaban haciendo muy bien”, indica alarmada la presidenta de CESM en Murcia. Por ello, en muchos casos esta traba a los profesionales lleva a que personal de alta cualificación pueda apostar por la autonomía que ofrece el sector privado o por ejercer en CC.AA. con menores restricciones en este campo.
“Es cierto que en muchas empresas de alta cualificación se da esta exclusividad, pero también se paga la misma. En sanidad pública se desea esta exclusividad, pero sin compensarla”
El recelo de muchos gobiernos autonómicos a abrir la mano en la parcela de la exclusividad, que no siempre se da en otros campos funcionariales, se centra en una serie de fundamentos que la Dra. Campillo percibe como infundados. De este modo, los defensores de la exclusividad en el empleado sanitario público indican que se trata de una práctica común en cualquier empresa de alta cualificación, como podría ser la médica. Ante este argumento, la presidenta regional del CESM se muestra tajante: “Es cierto que en muchas empresas de alta cualificación se da esta exclusividad, pero también se paga la misma. En sanidad pública se desea esta exclusividad, pero sin compensarla”.
De esta manera, a la exclusividad se añade un nuevo factor, la falta de retribución de la misma, que de no producirse incentivaría a los profesionales a no tener que buscar fuera lo que no alcanzan en su puesto habitual. “Las CC.AA. quieren tener a los trabajadores en exclusiva a un bajo precio. Otra cosa sería que compensasen oportunamente ese trabajo en exclusiva, cosa que no ocurre. Lo que tendrían que hacer es pagar para que los médicos no tengan la necesidad de trabajar para nadie más”, asegura Campillo. Por otro lado, se argumenta como contrapunto al fin de la exclusividad que los profesionales que trabajan únicamente en el sistema público tienen una dedicación mayor que los pluriempleados. “Se tiene la misma dedicación si trabajas en exclusiva que si no lo haces. Si un trabajador sanitario no la tuviese se le deberían exigir, fuese exclusivo o no”, rebate la doctora.
“Solamente un 20% de los médicos de la sanidad pública ejercen después en la privada, el resto son privados puros”. Así, eliminación de la exclusividad no implicaría automáticamente que todos estos profesionales fueran a abrir sus propias consulta"
Del mismo modo, para un sanitario público complementar su trabajo con el sector privado favorece una serie de competencias y formaciones complementarias que enriquecen su empleo. En esta línea, la responsable de CESM Murcia remarca que “trabajar en otros lugares favorece poder conocer técnicas que todavía no se han implementado en la sanidad pública y sí en otros ámbitos”, por tanto, no es cierto que “trabajar en exclusiva no favorece la formación, como se dice, estés donde estés te tienes que formar”. En su opinión, compaginar ambos sectores sirve para un enriquecimiento a nivel profesional y brinda la oportunidad al facultativo de poder atender a los pacientes con el tiempo, dedicación y medios que muchas veces no encuentra en su centro sanitario público.
Sin embargo, la Dra. Campillo ha querido aclarar que “solamente un 20% de los médicos de la sanidad pública ejercen después en la privada, el resto son privados puros”. Así, eliminación de la exclusividad no implicaría automáticamente que todos estos profesionales fueran a abrir sus propias consultas o a trabajar complementariamente en empresas de sanidad privada; “muchos profesionales estarían interesados en el campo de la formación y docencia” o en desarrollar cualquier otra actividad “en su tiempo libre” y no existe razón para “marcarles lo que tienen que hacer”, remarca. De todas formas, prosigue, “en un contexto como el actual de falta de médicos, en el que ya se está pidiendo incluso a la sanidad privada el trasvase de pacientes, habría que preguntarse qué sentido tiene poner límites a que algunos facultativos trabajen en el sector privado; Ante la carencia de médicos en el sistema sanitario, lo lógico sería eliminar la exclusividad”.
“Por no ser un médico con exclusividad no te conviertes en alguien malo, un demonio con falta de interés en tu trabajo como profesional de la sanidad pública”
Otro elemento que emerge recurrentemente en el debate sobre esta reivindicación médica es que la práctica simultánea en el sector público y privado puede conllevar algunos conflictos de intereses en los profesionales sanitarios, tales como: la evasión de tareas, incremento del absentismo laboral, derivación de pacientes a su propia consulta o uso ilegitimo de recursos públicos con fines privados, entre otros. A este respecto, la responsable de finanzas de CESM y presidenta de la delegación sindical en Murcia, María José Campillo, tiene una valoración muy clara: “En este país todo el mundo es inocente hasta que no se demuestre lo contrario. Culpabilizar a la gente por adelantado me parece un disparate. Cualquier actividad que no sea legal se debe perseguir por el Servicio de Salud sea un trabajador exclusivo o no lo sea”. “Por no ser un médico con exclusividad no te conviertes en alguien malo, un demonio con falta de interés en tu trabajo como profesional de la sanidad pública”, concluye.