El cáncer se ha convertido en una de las principales preocupaciones sanitarias en Europa, con un impacto creciente en la salud pública y la economía. En 2022, se registraron 3,2 millones de nuevos casos de cáncer en Europa, lo que representa un aumento del 58% desde 1995. Este incremento se debe principalmente al envejecimiento de la población, ya que casi dos tercios de los nuevos casos se producen en personas mayores de 65 años. Sin embargo, entre las personas menores de 65 años, el cáncer ya es la principal causa de muerte, superando a las enfermedades cardiovasculares.
A pesar de estos datos, la mortalidad ajustada por edad ha disminuido en las últimas tres décadas, lo que ha permitido reducir en un tercio los años productivos perdidos debido a la enfermedad, según el último informe publicado por Federación Europea de Asociaciones de la Industria Farmacéutica (Efpia) bajo el nombre 'Atención oncológica 2025: una visión general de los datos sobre resultados del cáncer en toda Europa'. Esto ha tenido un impacto en la estructura de los costes asociados al cáncer, con una reducción de los costes indirectos y un aumento en los costes directos, que han pasado de ser un 50% inferiores a los costes indirectos en 1995 a un 50% superiores en 2023.
La proporción del gasto sanitario total destinada al cáncer se ha mantenido relativamente estable en torno al 6-7% en las últimas décadas
Los gastos en atención oncológica han aumentado considerablemente, alcanzando los 146.000 millones de euros en 2023, como indica el documento. Sin embargo, la proporción del gasto sanitario total destinada al cáncer se ha mantenido relativamente estable en torno al 6-7% en las últimas décadas, a pesar de que esta enfermedad ha superado a las enfermedades cardiovasculares en carga de enfermedad en muchos países europeos.
De hecho, la composición del gasto ha cambiado significativamente: mientras que en 1995 los medicamentos representaban menos del 10% del gasto total en cáncer, en 2023 superaron el 40%. No obstante, el precio real de estos fármacos es difícil de determinar debido a los descuentos y reembolsos aplicados en distintos países. A pesar del aumento en los costes de los medicamentos, el número de hospitalizaciones por cáncer ha disminuido en un tercio entre 1998 y 2023, y el número de días de hospitalización se ha reducido a la mitad, compensando en parte el gasto en tratamientos farmacológicos.
Asimismo, el acceso a nuevos tratamientos sigue siendo desigual entre los países europeos. Entre 1995 y 2024, la Agencia Europea del Medicamento (EMA) aprobó 194 nuevos medicamentos oncológicos, con un incremento significativo en el ritmo de aprobaciones, pasando de una media de un medicamento por año en 1995-2000 a 14 por año en 2021-2024. Además, se aprobaron 318 nuevas indicaciones para medicamentos ya existentes. Sin embargo, mientras que en Alemania casi todos los medicamentos aprobados entre 2019 y 2022 fueron reembolsados en un plazo de 100 días, en países como Letonia y Lituania el reembolso tardó cerca de 900 días, y en otros como Malta, Estonia, Rumanía y Eslovaquia menos del 20% de los nuevos medicamentos fueron financiados por los sistemas de salud pública. Esta disparidad en el acceso se debe en gran parte a diferencias en el PIB per cápita y en el gasto sanitario de cada país, indica el documento europeo.
El acceso a pruebas avanzadas como la secuenciación de nueva generación (NGS) sigue siendo limitado en muchos países
El informe también destaca la importancia de la medicina personalizada y los diagnósticos moleculares en la oncología moderna. Casi la mitad de los nuevos medicamentos aprobados por la EMA para tumores sólidos entre 2015 y 2020 estaban asociados a biomarcadores predictivos. Sin embargo, el acceso a pruebas avanzadas como la secuenciación de nueva generación (NGS) sigue siendo limitado en muchos países, especialmente en Europa Central y del Este. Mientras que los países de Europa Occidental han integrado estos diagnósticos en sus sistemas sanitarios, en muchos países más pobres la falta de reembolso para pruebas genéticas impide que los pacientes reciban tratamientos dirigidos. Además, la disponibilidad de biopsias líquidas, una tecnología emergente que permite detectar el cáncer en sangre sin necesidad de biopsias invasivas, sigue estando restringida a ciertos centros de alta especialización.
Otro reto que destaca el informe es la falta de datos clínicos sobre el uso real de los medicamentos en la práctica médica. Aunque las ventas de fármacos pueden dar una idea aproximada del acceso de los pacientes a estos tratamientos, no existen registros detallados que indiquen en qué indicaciones se están utilizando ni cuál es su efectividad en entornos clínicos reales, detalla la Efpia. En muchos casos, los ensayos clínicos que llevaron a la aprobación de un medicamento no incluyen comparadores ni datos sobre supervivencia a largo plazo, lo que dificulta las evaluaciones de coste-efectividad por parte de los sistemas de salud. En este sentido, el informe recomienda que se destine una mayor inversión pública a estudios de optimización de tratamientos y que la EMA exija más datos de efectividad en el mundo real antes de aprobar nuevas terapias.
Las desigualdades en la disponibilidad de medicamentos también se reflejan en los patrones de consumo. En 2023, el gasto per cápita en fármacos oncológicos fue seis veces mayor en Austria que en Letonia. A pesar de cierta convergencia en los últimos años, con una reducción de la brecha entre los países con mayor y menor consumo de medicamentos oncológicos, sigue habiendo diferencias significativas en el acceso. Por ejemplo, Austria, Suiza y Francia lideran en la adopción de nuevos fármacos, mientras que muchos países de Europa del Este tienen niveles de consumo muy inferiores. En algunos casos, estas diferencias están relacionadas con la infraestructura para realizar pruebas de biomarcadores: en cáncer de pulmón y ginecológico, por ejemplo, la falta de pruebas moleculares impide que los pacientes reciban terapias dirigidas.
El informe también resalta la necesidad de mejorar los procesos de evaluación de tecnologías sanitarias (HTA) para garantizar que los recursos se utilicen de manera eficiente. Actualmente, algunos países logran tasas de supervivencia similares con niveles de gasto muy diferentes. Por ejemplo, Suecia y Suiza tienen tasas de supervivencia comparables, pero Suiza gasta más del doble por paciente en tratamientos oncológicos. Esto sugiere que algunos sistemas de salud están invirtiendo en intervenciones de alto coste sin un beneficio proporcional en la supervivencia de los pacientes.
El cáncer ya representa el 17% de la carga total de enfermedad en Europa, medida en años de vida ajustados por discapacidad (DALYs), y se espera que esta cifra aumente en las próximas décadas. Aunque los avances en tratamientos han reducido la mortalidad en términos ajustados por edad, las proyecciones indican que el número total de muertes por cáncer podría alcanzar los 2,1 millones en 2050 si no se implementan nuevas estrategias de prevención y detección temprana. Además, el envejecimiento de la población supondrá un desafío adicional para los sistemas sanitarios, ya que el número de pacientes en tratamiento seguirá creciendo.
El informe concluye que la reducción de desigualdades en el acceso a tratamientos y diagnósticos debe ser una prioridad en la agenda de la Unión Europea. Iniciativas como el Europe’s Beating Cancer Plan y la nueva regulación de HTA pueden ayudar a mitigar estas disparidades, pero su éxito dependerá de la voluntad política y de la cooperación entre países, apunta el documento. Si bien los avances científicos han mejorado la supervivencia de los pacientes, la pregunta clave es si Europa está dispuesta a poner en marcha los cambios necesarios para garantizar que estos avances lleguen a todos los ciudadanos por igual.