Distintos estudios han demostrado que el diagnóstico de infección tuberculosa latente en los pacientes y su tratamiento preventivo con isoniazida (INH) durante 9 meses reducen la probabilidad de progresión tuberculosa activa. Sin embargo, se siguen observando casos de tuberculosis, incluso después del tratamiento preventivo. Esto produce que resulte necesario revisar los protocolos y buscar mejoras en la sensibilidad y especificidad de las pruebas de diagnóstico. Su objetivo es mejorar el abordaje terapéutico de enfermedades inflamatorias mediadas inmunológicamente.
El documento de consenso resume la opinión de expertos y los conocimientos actuales sobre tratamientos biológicos, incluidos los bloqueantes del TNF
“La falta de unas guías consensuadas entre las Sociedades científicas implicadas del país justifica la necesidad de implementar un documento de consenso basado en la evidencia científica disponible y en el consenso de un grupo de expertos con el fin de actualizar la información existente y las recomendaciones anteriores”, ha declarado la doctora Isabel Mir, neumóloga y miembro de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR). Además, ha concluido que el principal objetivo sería el facilitar el diagnóstico, tratamiento y seguimiento de los pacientes candidatos a terapias biológicas y que la introducción de protocolos de cribado de la infección tuberculosa latente en los de terapia anti-TNF (factor de necrosis tumoral) ha reducido la incidencia de tuberculosis en más del 78% de los casos.“Este documento de consenso resume la opinión de expertos y los conocimientos actuales sobre tratamientos biológicos, incluidos los bloqueantes del TNF. También se establecen recomendaciones para la utilización de las técnicas de liberación de interfenón-gamma (IGRA) y la prueba de la tuberculina (PT) para el diagnóstico y el tratamiento de la infección tuberculosa latente”, ha explicado la doctora Mir.
La infección tuberculosa está causada por la inhalación de bacilos viables que suelen persistir en estado latente. Sin embargo, estos pueden progresar rápidamente y producir una enfermedad tuberculosa activa. Las personas con infección tuberculosa permanecen sin síntomas y no son contagiosas. En la mayoría de los individuos, la infección inicial por la bacteria M. tuberculosis es contenida por sus defensas y queda latente. Aunque esta situación de latencia puede convertirse en enfermedad activa en cualquier momento.
El riesgo de infección latente se detecta mediante factores como la exposición conocida a un caso contagioso, la edad, el país de origen y la historia laboral y social, incluidos los viajes a países endémicos y la exposición reiterada a colectivos de riesgo (instituciones cerradas, personas sin techo o usuarios de drogas). El tratamiento más adecuado de la infección se realiza con isoniazida durante nueve meses siempre antes del inicio del tratamiento biológico.
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