Actualmente los centros de salud del sistema público sanitario debido, especialmente, a la escasez de medios, la sobrecarga asistencial y la pobre gestión de las autoridades sanitarias a nivel de la Atención Primaria (AP), se están reafirmando como el destino menos atractivo para ejercer la pediatría desde hace ya varios años. Algo que la actual situación no ha hecho más que confirmar.
Una de las diferencias claves de la asistencia pediátrica entre España y Europa es la existencia de esta Pediatría de AP, un factor que siempre ha situado a España en un estatus de privilegio y calidad en relación con la atención en salud a los niños.
Los centros de AP tienen dotaciones materiales limitadas y cuentan con escaso personal médico, cuya edad media es avanzada. Inexplicablemente no existe la posibilidad de contratar suplentes, lo que supone doblar el trabajo en situaciones de enfermedad o vacaciones. Tal es la situación que existen puntos de urgencia, centros de salud y consultorios rurales que se han visto obligados a cerrar temporalmente por la falta de profesionales y muchos pediatras se han visto obligados a abandonar su actividad profesional en los centros de salud buscando mejores alternativas laborales.
Esta situación se agrava aún más ante una situación pandémica como la de Covid-19; donde es fundamental que la ciudadanía tenga acceso rápido y efectivo al sistema sanitario. La epidemia ha exigido la adopción de numerosos cambios, teniendo que modificarse rápidamente los procedimientos de acceso, al tiempo que se garantizaba la seguridad de la ciudadanía y de los profesionales.
La Atención Primaria se ha caracterizado siempre por su accesibilidad, atención integral y transversalidad. Ahora es más necesario que nunca poner en marcha un modelo de organización flexible que se adapte a cada centro según los requerimientos, estructuras, recursos, circuitos y planes de contingencia aprendidos y que han dado buenos resultados desde el inicio de esta pandemia. Solo a través del trabajo coordinado puede darse una respuesta ágil y eficaz a las demandas y necesidades de salud de la ciudadanía.
Ahora es más necesario que nunca poner en marcha un modelo de organización flexible que se adapte a cada centro según los requerimientos, estructuras, recursos, circuitos y planes de contingencia aprendidos y que han dado buenos resultados desde el inicio de esta pandemia
En base a todo lo expuesto anteriormente, la Asociación Española de Pediatría (AEP) realiza las siguientes propuestas para mejorar la situación de la AP pediátrica:
• Es necesario incrementar el número de pediatras de Atención Primaria: La AP es esencial para dar respuesta a ese doble desafío, que se va a mantener en el tiempo y en paralelo, relativo a la contención de la Covid-19 en edad pediátrica y el abordaje de otras patologías no COVID en el niño y el adolescente. Es necesario aumentar los recursos humanos con contratos dignos.
Los pediatras de AP tienen un papel decisivo en el seguimiento de los pacientes crónicos, la detección de problemas del desarrollo y emocionales, así como, en el programa de salud infantil, siendo indispensable atender a la vacunación y a la demanda de atención presencial.
• Reforzar los sistemas de información y vigilancia epidemiológica en coordinación con el nivel asistencial, especialmente Atención Primaria.
• Invertir en tecnología que dote a los centros de salud de las herramientas necesarias para desarrollar la consulta telemática con todas las garantías requeridas.
La consulta telefónica es una herramienta muy útil en la situación en la que nos encontramos, sin embargo, para poder dar una atención de mayor calidad es necesario realizar algunas mejoras que permitan eliminar la demora en la demanda telefónica y asegurar la disponibilidad para poder organizar la consulta y evitar las aglomeraciones. Para ello es importante:
o Mejorar la red de telefonía y la atención telefónica en los centros de salud, en algunos claramente insuficiente y estandarizar la atención telefónica con protocolos.
o Establecer un modelo de agenda de consulta telefónica, con un tiempo medio por consulta recomendado, tramos de determinada duración con descansos periódicos a lo largo del tramo de consultas telefónicas.
o Garantizar la oferta de esta consulta en menos de 72 horas.
o Realizar refuerzos voluntarios retribuidos si las demoras son importantes por centros.
• Disponer de "Call Centers" de rastreo de contactos y seguimiento proactivo de casos para apoyar a las Áreas de Atención Primaria en las intervenciones de rastreo de contactos. Incluso se podría buscar apoyos en voluntariado dirigido a médicos jubilados, que estén dispuestos a realizar un seguimiento clínico -por vía telefónica- a enfermos con COVID-19.
• Mayor implicación de Salud Pública en la coordinación y ejecución de estudios de contactos para con los centros educativos.
• Aplicar medidas para la desburocratización de la AP. A nivel general, los pediatras que trabajan en Centros de Atención Primaria sólo están comprometidos a realizar “Informes de Salud” por el derecho que asiste a los pacientes, no estando entre sus atribuciones la elaboración de otros documentos. En todo caso no podrán ser realizados en consulta, salvo que estén relacionados con esta, debiendo ser calendarizados en consulta administrativa.
• La realización de las PCR/AG no será exclusiva responsabilidad de los profesionales médicos. En estos meses de otoño-invierno con repunte de las infecciones en niños se debe aumentar la capacidad diagnóstica en AP hasta igualarla a la de las Urgencias Hospitalarias hospitalaria. Esto es: test rápidos, analíticas y Rx, así como poder contar con test rápidos de VRS, gripe, adenovirus y rotavirus en heces y, por supuesto, una amplia disponibilidad de PCR/AG para coronavirus, serología COVID por ELISA, etc. y hacer la consulta a demanda más resolutiva.
"Después de décadas de un desarrollo excepcional de la pediatría de AP en España, incluso siendo nuestro país paradigma en Europa de este modelo y, más en estos momentos de epidemia, organizar y adecuar la atención sanitaria de los niños por pediatras de AP, dotándola de recursos personales y de tecnología debería ser una labor prioritaria que redundaría de manera eficiente en asegurar la salud de niños y familias durante la epidemia", concluyen.