El corazón de las mujeres enferma de manera distinta al de los hombres, ya que influyen cambios fisiológicos como el embarazo o la menopausia, diferencias en cuanto a síntomas y características anatómicas, distinto efecto de factores de riesgo clásicos, mayor prevalencia de ciertas cardiopatías, factores hormonales e, incluso, aspectos psicosociales.
Desconocer esta serie de diferencias por parte de las propias pacientes, pero también en el ámbito sociosanitario, hace que las mujeres estén “infradiagnosticadas e infratratadas”. Este es el punto de partida de la declaración científica que ha publicado este año la Sociedad Europea de Cardiología (SEC) con el objetivo de conseguir un mejor abordaje de la enfermedad para tratar de frenar que sea la primera causa de muerte en la población femenina.
El trabajo de la ESC, publicado en el European Heart Journal, una de las revistas especializadas más prestigiosas, ha sido elaborado por 26 cardiólogos europeos, entre los que se encuentran dos especialistas españolas: la Dra. Alicia Maceira, cardióloga y directora médica de Ascires Grupo Biomédico; y la Dra. Marta Sitges, directora del Instituto Cardiovascular del Hospital Clínic de Barcelona.
"En Cardiología tenemos que ver a las pacientes con otros ojos desde el momento en que entran en la consulta”
“Cuando hablamos de enfermedad cardiovascular, ni las causas, ni el diagnóstico, ni el tratamiento, ni el pronóstico es igual en hombres que en mujeres. De hecho, en Cardiología tenemos que ver a las pacientes con otros ojos desde el momento en que entran en la consulta”, indica la Dra. Maceira, que además añade que “haber tenido abortos espontáneos, partos prematuros, padecer preeclampsia en el embarazo, tener ovario poliquístico o endometriosis y determinados cambios hormonales, pueden aumentar el riesgo cardiovascular”.
Por otro lado, las investigadoras señalan que el género también influye en la tipología de enfermedad cardiovascular que se tiene mayor riesgo de padecer. En ellas, hay una mayor prevalencia de la enfermedad de vaso pequeño (microvascular), por ejemplo. Un hecho que también condiciona el tipo de abordaje terapéutico, que a menudo será menos eficaz.
Otro punto crítico son los mismos síntomas que alertan de una posible enfermedad cardiovascular. “A ellas les cuesta más reconocer estos signos porque pueden ser más inespecíficos -mareos, dificultad para respirar, molestias en la parte superior del vientre, fatiga-. Son menos claros que en el caso de los varones y, a menudo, incluso los propios profesionales sanitarios tardan en advertir que puede haber un problema cardiovascular”, apunta la Dra. Maceira. A esto se suma que las mujeres, por su tradicional rol de cuidadoras, tienden a relegar su autocuidado y tardan más tiempo en acudir al especialista.
“Que la paciente sea mujer influye en la selección de la técnica de imagen médica, en los valores de normalidad que utilizamos como referencia e incluso en la manera en que interpretamos la prueba. Con el corazón femenino, hay técnicas de posprocesado que nos ayudan a ser más precisos en el diagnóstico”
Una vez en consulta, el género ha de ser tenido en consideración incluso a la hora de realizar las pruebas de imagen, que son clave para establecer un diagnóstico cardiológico. De hecho, el estudio de la ESC determina nuevos parámetros para evaluar el corazón de las mujeres de manera más precisa a partir de las diferentes pruebas de imagen diagnóstica (ecocardiografía, cardiorresonancia magnética, cardiotomografía computarizaday medicina nuclear), así como algoritmos específicos que permiten maximizar la información obtenida.
“Que la paciente sea mujer influye en la selección de la técnica de imagen médica, en los valores de normalidad que utilizamos como referencia e incluso en la manera en que interpretamos la prueba. Con el corazón femenino, hay técnicas de posprocesado que nos ayudan a ser más precisos en el diagnóstico”, señala la directora médica de Ascires.
Este nuevo consenso europeo sobre imagen cardiovascular en mujeres coincide con un estudio piloto de Ascires para prevenir y diagnosticar precozmente la enfermedad coronaria femenina. A partir de una primera muestra de 60 mujeres, especialistas en Cardiología e ingenieros biomédicos analizan los factores de riesgo tradicionales, los específicos de la mujer, la presencia de calcificación coronaria y otros parámetros, como la grasa epicárdica, la grasa visceral abdominal y variaciones genéticas que puedan aumentar el riesgo cardiovascular. “Con todo ello, pretendemos encontrar parámetros y herramientas diagnósticas para aplicarlos a una muestra mayor de mujeres y, a futuro, lograr ser más precisos al evaluar el riesgo y el pronóstico de nuestras pacientes”, concluye la Dra. Maceira.