Resulta muy sencillo atribuir la artrosis al envejecimiento. Cierto que es que el paso de los años es uno de los factores de riesgo ante el deterioro de los tejidos, pero nos encontramos ante un problema mucho más complejo en cuyo origen pueden intervenir múltiples elementos.
Aunque los científicos se encuentran investigando con el objetivo de poder obtener resultados más concluyentes, los estudios preliminares desarrollados hasta el momento sugieren que la genética desempeña un papel importante. Estudios elaborados en base a parejas de gemelos idénticos sugieren que la genética representa alrededor del 50% del riesgo de padecer artrosis.
Incluso algunos investigadores apuntan en los últimos tiempos a la existencia de una serie de genes específicos vinculados a la artrosis, que guardan relación con la formación y mantenimiento de los huesos y cartílagos. Se trataría de genes defectuosos que podrían afectar a la capacidad de cicatrización de los cartílagos, contribuyendo al desarrollo de la enfermedad.
Las lesiones se posicionan como uno de los factores de mayor riesgo a la hora de sufrir artrosis. El doctor Brian Feeley, profesor de cirugía ortopédica de la Universidad de San Francisco, explica que cuando los huesos y cartílagos sufren algún tipo de daño, el desgaste de las articulaciones puede producirse de forma más rápida.
Un caso evidente son las rodillas. En caso de daño en el ligamento cruzado anterior, las posibilidades de desarrollar artrosis en los siguientes 10 años se multiplican por cuatro, y hasta por seis si la lesión tiene lugar en el menisco.
Las mujeres son más propensas que los hombres, con un riesgo especial durante el periodo de la menopausia
Nuestro género influye también a la hora de poder padecer o no artrosis. Las mujeres son más propensas que los hombres, con un riesgo especial durante el periodo de la menopausia. Situación que ha llevado a muchos investigadores a especular sobre un posible origen de la enfermedad relacionado con los cambios hormonales, aunque conviene seguir investigando para acabar de confirmar esta causa.
, Con relación a la mayor incidencia de la artrosis en las mujeres que en los hombres, la doctora Dalit Ashany, reumatóloga del Hospital for Special Surgery, de Nueva York, afirma que se podría deberse a un hecho tan simple como que son ellas las acuden con mayor frecuencia a los médicos y, por lo tanto, su porcentaje de diagnóstico es más alto.
En lo que sí coinciden la mayoría de los profesionales médicos es que contar con un índice de masa corporal de 25, o por encima, incrementa el riesgo de artrosis de rodilla hasta tres veces. El sobrepeso genera un estrés adicional en las rodillas, las caderas y la columna vertebral, que acelera su desgaste. “El tratamiento más efectivo para la artrosis en las extremidades inferiores es la pérdida de peso”, asegura Feeley.
Recientes investigaciones han puesto de relieve que, incluso las articulaciones que no están sometidas a un peso excesivo, pueden verse afectadas por la artrosis como consecuencia de la inflamación que los adipocitos promueven dentro y alrededor de las articulaciones
Recientes investigaciones han puesto de relieve que, incluso las articulaciones que no están sometidas a un peso excesivo, pueden verse afectadas por la artrosis como consecuencia de la inflamación que los adipocitos promueven dentro y alrededor de las articulaciones. Motivo que podría explicar el que las personas con obesidad tienen el doble de posibilidades de desarrollar artrosis.
Los factores que influyen en el desarrollo de la artrosis son variados, como estamos comprobando a lo largo de estas líneas. Incluso nuestra propia anatomía puede ser un factor de riesgo, como demuestran investigaciones que señalan a los pies planos como un posible detonante, al causar una menor estabilidad corporal y generar mayor tensión en las articulaciones.
La presencia de elevados niveles de azúcar en sangre puede desencadenar la liberación de proteínas inflamatorias y compuestos que se acumulan y dañan las articulaciones
En este sentido, Ashany recalca que “algunas personas nacen de forma natural con una mayor flexibilidad que el resto, por lo que pueden moverse más allá del rango de movimiento típico, lo que puede significar que se ejerce una mayor presión sobre la articulación y, por lo tanto, su desgaste se acelera”.
Tanto la inactividad como los trabajos que impliquen grandes esfuerzos físicos o movimientos similares repetidos en el tiempo son factores clave en el desarrollo de la artrosis. La presión arterial alta, las enfermedades cardiacas o la diabetes también han sido relacionadas con un mayor riesgo de padecer artrosis.
Algunas investigaciones apuntan a una relación más estrecha en el caso de la diabetes. La presencia de elevados niveles de azúcar en sangre puede desencadenar la liberación de proteínas inflamatorias y compuestos que se acumulan y dañan las articulaciones.
La artrosis puede ser, además, un efecto secundario de la hemocromatosis (sobrecarga de hierro). Ambos factores pueden desencadenar cambios degenerativos en los cartílagos.
Por todos estos motivos, actualmente en la artrosis, como patología multifactorial que es, tanto en su origen como en su evolución, se han de tener en cuenta todos estos factores para un adecuado manejo y tratamiento.