Anatomía Patológica es, paradójicamente, una de las especialidades que más plazas MIR oferta cada año y, a su vez, una de las más desconocidas. De hecho, según un reciente informe de la Sociedad Española de Anatomía Patológica (SEAP), solo el 11% de estos profesionales tiene entre 18 a 31 años -franja en la que se encuadran tanto los residentes como los que acaban de especializarse-, mientras que hasta el 27% tiene entre 54 y 64. Además, sus 131 plazas de la pasada convocatoria -133 en 2024- no se agotaron hasta el número de orden 7.491, cuando lo normal es que estas especialidades “grandes” se terminen mucho antes.
Unas cifras que reflejan cómo, a pesar de este progresivo aumento de plazas MIR, y al igual que ocurre con otras especialidades, el relevo generacional de los patólogos sigue en serio riesgo. “Es una tendencia que ha ido cambiando, porque antes sí que se elegía más pronto. Hace unos años, por ejemplo, una persona que había empezado Dermatología repitió el MIR para meterse en Anatomía Patológica”, destaca a ConSalud.es la doctora Empar Mayordomo, jefa de sección del servicio de Anatomía Patológica del Hospital La Fe de Valencia y vicepresidenta de la Comisión Nacional de Anatomía Patológica.
"Somos los responsables de ponerle nombre y apellido a las enfermedades, y en función de lo que diga un patólogo van a ir derivados todos los tratamientos e intervenciones posteriores”
La razón de toda esta problemática, indica, es que la gente no sabe lo que hacen, lo que convierte a la suya es una especialidad con poco “reconocimiento social”. “Tú cuando piensas en un médico, piensas en ese héroe que salva vidas. No piensas en un patólogo, y eso se debe a que no tenemos contacto con el paciente”, se lamenta. No obstante, su función es clave dentro de los hospitales, hasta el punto de que no se puede abrir un hospital si no cuenta con servicio de Anatomía Patológica.
Y es que los patólogos son, en palabras de la doctora Mayordomo, los “notarios” de la Medicina: “Lo que nosotros firmamos va a misa. Somos los responsables de ponerles nombre y apellido a las enfermedades, y en función de lo que diga un patólogo van a ir derivados todos los tratamientos e intervenciones posteriores”. Tanto que, recuerda la experta, muchas veces incluso vienen médicos de otros servicios a buscarles al laboratorio para preguntarles ciertas cosas: “Están todos esperando a ver qué dice el patólogo”.
Así, una vez dentro de los hospitales, los patólogos sí que cuentan con reconocimiento y prestigio entre sus compañeros. El problema, insiste, es llegar a ese punto de estar dentro y de ser más conocidos. Y no solo por parte de los ciudadanos de a pie: también entre los futuros médicos que están todavía en la carrera y entre los gestores de los propios hospitales, “porque no tenemos cuantificado nuestro trabajo”. “Al ser un servicio central, trabajamos a demanda. Si operan diez, vemos diez, y si operan cien, vemos cien. Es difícil que tengamos una agenda, como sí tienen en un quirófano, donde según la patología del paciente ven a cuantos pueden operar”, indica Empar Mayordomo.
“Los servicios están creciendo mucho en cuanto a dificultad de la patología, pero no en recursos humanos. Y lo que no queremos es aumentar mucho las plazas y luego no poder contratarles cuando acabe la residencia"
“No hay reconocimiento entre los gestores porque no tenemos lista de espera. No puedes ir y decir ‘oye, que me están entrando 500 pacientes al día’. Eso no lo asume ningún servicio”, insiste la doctora, quien es también tesorera de Sociedad Española de Anatomía Patológica. Así, denuncia, en cuanto a personal también están “mucho peor cuantificados” que otros servicios, a pesar de ser una de las especialidades que más plazas MIR oferta en cada convocatoria. “Los servicios están creciendo mucho en cuanto a dificultad de la patología, pero no en recursos humanos. Y lo que no queremos es aumentar mucho las plazas y luego no poder contratarles cuando acabe la residencia. Eso sería un fracaso del sistema, porque estás haciendo una inversión que luego no recuperas”, critica.
De esta manera, alerta la patóloga, debido al constante envejecimiento de la especialidad, si desde el Ministerio no aumentan el número de estos profesionales próximamente “en nada nos vamos a paro”. Pero los especialistas en Anatomía Patológica no solo andan escasos de recursos humanos: también de recursos físicos. “Nosotros no reclamamos que todos los hospitales estén dotados por igual. No necesitamos un gasto absurdo. Lo que necesitamos es que todos los pacientes tengan acceso a las mismas pruebas. No puede ser que un paciente esté peor diagnosticado que otro por pertenecer a un hospital comarcal”, comenta Mayordomo, quien añade que para ello tendrán que inventar, “de alguna manera”, otro sistema para trabajar en red. “Necesitamos que nos amplíen las plantillas y que nos conecten”, resume.
MÁS PARTICIPACIÓN EN LA ASISTENCIA CLÍNICA
Como se comentaba al principio del artículo, y afirma Empar Mayordomo con firmeza, la base de todos estos problemas es la poca visibilidad de la especialidad. Por un lado, y asume su parte de culpa, debido a la forma de dar la docencia en las facultades. “Tenemos que conseguir que vean el papel tan relevante que tiene un patólogo en la asistencia clínica. Mucha gente dice ‘me lo han mandado a analizar’, y parece que pase por una máquina y esta te diga lo que es”, apunta la médica, quien lleva más de 18 años de carrera profesional dedicada a la detección precoz y clasificación de diferentes tipos de tumores.
“Yo les diría a los futuros residentes que nos elija a quien le guste saber sobre las enfermedades, quien tenga curiosidad por saber por qué pasan las cosas"
Pero, por otro lado, reclama, los patólogos deben tener un mayor contacto con los pacientes, y de ahí que desde la Sociedad Española de Anatomía Patológica estén fomentando cada vez más iniciativas enfocadas a esto, “que funcionan fenomenal”. “Por ejemplo, hacemos las intraoperatorias, que es un análisis durante la intervención, para decirle al cirujano si tiene que cortar más o menos. Todo eso ya lo decide el patólogo, y pocos residentes lo saben”, cita Mayordomo. “También estamos presentes en las endoscopias para detectar cáncer de páncreas, que son de difícil acceso. E incluso hay centros que ya cuentan con patólogos para hacer intervencionismo, guiados por ecografía”, añade.
“Yo les diría a los futuros residentes que nos elija a quien le guste saber sobre las enfermedades, quien tenga curiosidad por saber por qué pasan las cosas: por qué un niño no crece porque tiene una enfermedad intestinal o por qué unos tumores van bien y otros mal. También, que antes de tomar ninguna decisión pasen al menos un día trabajando con alguien de la especialidad. Pasa un día con un patólogo y verás cómo, por ejemplo, tenemos un papel central en los comités de tutores. La figura antigua de ratón de laboratorio y que no se mezcla con el resto de especialidades ya se ha acabado”, sentencia.