El Gobierno ha abierto la puerta de la jubilación anticipada sin merma económica a todos aquellos trabajadores que desempeñen actividades con unos elevados índices de mortalidad y que acarreen secuelas por el ejercicio de su profesión. De esta manera lo recoge un borrador sobre el que el Ejecutivo trabajará con las diferentes organizaciones sindicales y profesionales del país. Unos colectivos que vendrán a unirse a quienes ya tienen recogidos estos coeficientes reductores por la naturaleza penosa, tóxica, peligrosa o insalubre de su actividad laboral.
En esta línea, desde el Ministerio de Seguridad Socialse plantean definir tres índices a colación: el resultado de dividir el gasto total en bajas de un grupo de edad y género concretos en un periodo determinado sobre la suma de las bases de cotización devengadas en ese tiempo; el resultado de dividir el número de bajas del mismo grupo de observación entre el conjunto de trabajadores expuestos al riesgo; y el relativo a la división del número de fallecimientos entre el global de trabajadores enmarcados en esa actividad, y multiplicando ese resultado por mil. Circunstancias que englobarán principalmente a los sectores de la construcción y los transportes.
“Los responsables políticos siguen mirando para otro lado. A la hora de trasladarles esta demanda siempre son muy sensibles y admiten que hay que abordarla, pero la realidad es luego otra”
De esta manera, desde el prisma sanitario, este nuevo paso adelante emprendido por el departamento de Elma Saiz vuelve a dejar fuera al colectivo de médicos y enfermeros; quienes llevan muchos años reclamando su derecho a una jubilación anticipada, dadas las condiciones laborales que acarrea su ejercicio asistencial a la ciudadanía. “Los responsables políticos siguen mirando para otro lado. A la hora de trasladarles esta demanda siempre sonmuy sensibles y admiten que hay que abordarla, pero la realidad es luego otra”, lamenta el presidente de CESM, Tomás Toranzo.
En este contexto, los facultativos se sienten “nuevamente discriminados y abandonados por la Administración”, a quien parece que los problemas de los profesionales “no le preocupan”. No en vano, tras tanto tiempo de lucha, observar que el Gobierno se plantea dar luz verde a la revisión de coeficientes reductores, pero sin contemplar las circunstancias de muchos médicos, ha caído como un jarro de agua fría. “Es un asunto muy sensible para nuestros compañeros, sobre todo, porque están en situaciones complicadas de estrés y sobrecarga laboral que les llevan, incluso, a abandonar la profesión”, remarca el Dr. Toranzo.
“Parece que nosotros nos movemos en otro plano diferente al de estos colectivos con los que se ha iniciado un diálogo social, pero seguiremos pendientes y exigiendo que se aborde”
Entretanto, las demoras para ser atendidos no son una realidad que afecte únicamente a los pacientes de nuestro país, los propios médicos son los primeros que se sienten en una lista de espera constante para recibir respuesta a su petición de poder jubilarse –en determinadas circunstancias- a los 60 años. “Parece que nosotros nos movemos en otro plano diferente al de estos colectivos con los que se ha iniciado un diálogo social, pero seguiremos pendientes y exigiendo que se aborde”, promete el presidente sindical.
Un mismo objetivo que comparten sus compañeros enfermeros, que igualmente se sienten “fuera” de esta nueva disposición gubernamental de cara a la jubilación. A pesar de lo cual, tienen claro que su profesión –igual que la de los médicos- implica la “penosidad” suficientespara acogerse a este retiro anticipado. “Después de cuarenta años en turnos rotatorios, jornadas nocturnas o una sobrecarga que afecta física y mentalmente, es de derecho que estos profesionales puedan tener una jubilación anticipada a los 60 años” remarca a ConSalud.es el secretario general del CGE, Diego Ayuso.
"Es una profesión en la que el mínimo descuido a la hora de suministrar una dosis de medicamento puede poner en peligro la vida de un paciente, simplemente por la merma mental y agotamiento del profesional”
Desde la asociación colegial de Enfermería comparten la idea de que la Administración pueda poner en marcha un grupo de trabajo destinado a valorar el peso de factores, presentes en muchos espacios de la sanidad, como “la exposición continuada al sufrimiento, el dolor y la muerte; la turnicidad y nocturnidad; el volumen de actividad física y sobrecarga laboral soportada; o el desgaste emocional y burnout” a la hora de poder abrir la puerta del retiro adelantado a algunas áreas de trabajo con “mayor penosidad” dentro de la profesión, aclara Ayuso.
En el mismo sentido, el secretario general del CGE, desvela otro relevante factor que ha de sopesarse a la hora de ofrecer una salida temprana a la jubilación: el error humano. “Estamos atendiendo a personas y la agilidad mental cuando superas los 60 años no es la misma del principio. Es una profesión en la que el mínimo descuido a la hora de suministrar una dosis de medicamento puede poner en peligro la vida de un paciente, simplemente por la merma mental y agotamiento del profesional”, asegura el responsable del Consejo General de Enfermería.
"Los dos principales colectivos que sustentan la asistencia a los pacientes tienden la mano a poder dialogar, puesto que “no toda la profesión tiene la misma situación de sobrecarga y necesidades"
En esta línea, los dos principales colectivos que sustentan la asistencia a los pacientes tienden la mano a poder dialogar, puesto que “no toda la profesión tiene la misma situación de sobrecarga y necesidades -aunque es muy generalizada-, y depende mucho también de circunstancias personales. Así, igual que estamos exigiendo una jubilación flexible donde se pueda adelantarla de jubilación con el coeficiente reductor correspondiente, también hay compañeros que, estando en buena situación de salud y en plenas capacidades funcionales, desean seguir ejerciendo más allá de los 65 años”, concluye el Dr. Toranzo.