En el contexto de las instituciones penitenciarias, la práctica sanitaria enfrenta múltiples desafíos que difieren significativamente de los entornos de salud convencionales. A los problemas estructurales ya denunciados a los que se dan soluciones coyunturales, como las guardias telemáticas, oferta de empleo público, cobertura de plazas por parte de médicos interinos se unen una serie de factores que caracterizan y complican la labor sanitaria en prisión.
En una entrevista concedida a ConSalud.es, el Dr. José Miguel Antolín Mugarza, vicepresidente de la Sociedad Española de Sanidad Penitenciaria (SESP), describe los principales aspectos diferenciadores de este ámbito, indicando que el ambiente en el que se desenvuelven los sanitarios en prisión es radicalmente diferente al de los hospitales y centros de salud convencionales. “Las prisiones son entornos altamente regulados, donde la seguridad es la prioridad”, apunta. Este entorno controlado restringe la movilidad tanto de los profesionales como de los internos, lo que influye directamente en la dinámica de atención.
Además, el entorno penitenciario está cargado de tensión psicosocial. “La dinámica de un entorno penitenciario puede ser más tensa y conflictiva, lo que puede influir en la salud mental de los profesionales y de los internos”, señala el Dr. Antolín. Además, el acceso a tratamientos y tecnologías médicas también es más complejo en prisión. “Las Instituciones Penitenciarias suelen tener recursos limitados, lo que puede dificultar el acceso a tratamientos, medicación y tecnologías médicas adecuadas”, explica. Además, los profesionales enfrentan una burocracia pesada que retrasa tanto la atención sanitaria como el acceso a especialistas.
“La dinámica de un entorno penitenciario puede ser más tensa y conflictiva, lo que puede influir en la salud mental de los profesionales y de los internos”
Los pacientes en el ámbito penitenciario presentan un perfil sanitario específico que exige un enfoque especializado. “Los internos a menudo tienen antecedentes de problemas de salud mental, adicciones o enfermedades crónicas”, señala el Dr. Antolín. Esto exige una atención más compleja y adaptada a sus necesidades particulares. No obstante, esta labor no está exenta de prejuicios. “Los profesionales pueden enfrentar estigmas adicionales al tratar a una población penal, lo que puede influir en su propia percepción y la de otros sobre su trabajo”, destaca. Este estigma puede añadir una capa extra de desafío a la labor diaria de estos sanitarios.
La colaboración con otros profesionales es esencial, pero también presenta sus dificultades. El Dr. Antolín subraya que en prisiones, el trabajo interdisciplinario no se limita a médicos y enfermeros, sino que involucra a psicólogos, trabajadores sociales e, incluso, personal de seguridad. “La colaboración puede verse obstaculizada por la falta de tiempo y recursos para llevar a cabo reuniones y compartir información”, añade.
La seguridad es una preocupación constante. “Los profesionales deben estar constantemente atentos a los riesgos de seguridad, lo que puede limitar la forma en que brindan atención y cómo interactúan con las personas que viven en prisión”, dice el Dr. Antolín. Además, en este contexto es necesario contar con una formación específica en el manejo de crisis y conflictos, situaciones comunes en un entorno penitenciario.
“El trabajo en Instituciones Penitenciarias es único y presenta desafíos y realidades que requieren habilidades, enfoques y consideraciones específicas”
El personal sanitario en prisión también precisa de formación especializada en áreas como salud mental, diagnóstico y tratamiento de enfermedades transmisibles, manejo de crisis y tratamiento de adicciones, explica el Dr. Antolín, que recuerda que estas competencias no suelen ser necesarias en otros entornos de salud, pero en las instituciones penitenciarias son esenciales.
Además este trabajo tiene una carga emocionalque conlleva un impacto en el bienestar de los profesionales: “El trabajo en prisiones puede ser emocionalmente desgastante, lo que puede afectar el bienestar de los profesionales de manera diferente que en otros entornos de salud”, destaca.
En conclusión, el trabajo en Instituciones Penitenciarias es único y presenta desafíos y realidades que requieren habilidades, enfoques y consideraciones específicas. La atención sanitaria en este contexto es fundamental para garantizar no solo el bienestar de los internos, sino también para mejorar las condiciones laborales y de salud de los profesionales que les atienden.
La atención sanitaria en instituciones penitenciarias requiere una serie de aptitudes que no se precisan en otros entornos. Tal como concluye el Dr. Antolín, “el trabajo en Instituciones Penitenciarias es único y presenta desafíos y realidades que requieren habilidades, enfoques y consideraciones específicas. La atención sanitaria en este contexto es fundamental para garantizar no solo el bienestar de los internos, sino también para mejorar las condiciones laborales y de salud de los profesionales que les atienden”.