En el mundo actual las pantallas se han convertido en nuestra ventana al mundo. Así, desde que nos levantamos hasta que damos por finalizado el día y nos vamos a la cama los dispositivos electrónicos nos acompañan. De manera especial, los teléfonos móviles ocupan gran parte de nuestra jornada y nos restan tiempo para prestar atención a otras actividades o al propio hecho de interactuar con los demás. Esta circunstancia viene levantando una gran inquietud entre los expertos, singularmente en relación a su empleo abusivo por parte de los más jóvenes.
En esta línea, desde las instituciones públicas se han tratado de plantear estrategias que limiten el uso de los smartphones en el contexto de las aulas. Esta misma semana la ministra de Educación, Formación Profesional y Deportes, Pilar Alegría, hacía pública la intención de su departamento de restringir la utilización de los móviles en los colegios. Con el fin de lograrlo, planteará a las CC.AA. una estrategia unificada que impida a los alumnos de Primaria utilizar los dispositivos durante el horario lectivo y lo circunscribirá a la supervisión y demanda del docente en Secundaria.
“Cualquier restricción en este ámbito en el contexto escolar resulta positiva”, dado que los colegios son un “espacio de aprendizaje e interacción con los demás”
Detrás de todas estas iniciativas se esconde la intención por poner una barrera a las consecuencias negativas del uso de los teléfonos móviles y otros aparatos digitales entre los más jóvenes. Para analizar esta incipiente realidad, la Dra. María Salmerón, miembro del Grupo de Trabajo de Salud Digital del Comité de Promoción de la Salud de la Asociación Española de Pediatría (AEP), ha explicado a ConSalud.es que “cualquier restricción en este ámbito en el contexto escolar resulta positiva”, dado que los colegios son un “espacio de aprendizaje e interacción con los demás”.
De esta manera, el empleo de los móviles entre los menores debe diferenciarse en relación a si están dentro o fuera de las aulas. Los centros escolares tienen dos tareas fundamentales; “la faceta de aprender" y "la faceta de socializar” con los demás compañeros. Igualmente, se trata del “primer ámbito social donde los niños se relacionan fuera de la familia”, aclara la doctora. Dado este contexto, se ha demostrado en base a la ciencia que la presencia de los dispositivos electrónicos dentro de los colegios e institutos implica que “disminuya la atención en clase, tanto de quien lo porta como de quienes están a su alrededor”.
ACOSO PRESENCIAL Y DIGITAL
Además, en el marco de la convivencia entre compañeros de pupitre, los móviles pueden servir para amplificar conductas dañinas hacia los demás como el bullying. “Los tiempos de recreo o donde no hay clase aumentan el riego de ciberacoso entre los menores”, apunta Salmerón, ofreciéndoles una nueva plataforma para proseguir con estos malos comportamientos una vez que la jornada escolar ha terminado. Una circunstancia que puede acarrear serios problemas emocionales a muchos jóvenes que padecen esta ‘persecución’, ahora también digital.
Al poderse dar este bullying en cualquier momento del día, “es muy difícil poder poner en marcha los mecanismos de protección necesarios para poder poner fin a estas situaciones”
A este respecto, la portavoz de AEP alerta de que los menores expuestos corren “un mayor riesgo de depresión y suicidio”, pudiendo ser acosados cara a cara y también por internet. Precisamente esta doble vía les hace padecer una “revictimización constante” que no les permite salir de la espiral de dolor que padecen. Igualmente, al poderse dar este bullying en cualquier momento del día, “es muy difícil poner en marcha los mecanismos de protección necesarios para lograr poner fin a estas situaciones”, admite la experta en salud digital.
AISLAMIENTO Y SEDENTARISMO
Por otra parte, la nueva realidad que han traído las pantallas ha llevado a que se multiplique el sedentarismo entre los más pequeños; causando una alarmante “disminución de la actividad física”, muy por debajo de los niveles recomendables en personas de esta edad, y asociada también con la pérdida del propio interés por la “interacción social cara a cara con los demás”. No en vano, los teléfonos móviles, ordenadores, videojuegos o la televisión ofrecen infinitas posibilidades de ocio pasivo sin necesidad de levantarnos del sofá ni compartir la experiencia con nadie.
Al tratarse de un “problema social”, se hace necesario que las familias “se sensibilicen más ante esta problemática y prediquen con el ejemplo”
De este modo, para poder encontrar una solución efectiva a todas las contraindicaciones que han traído las pantallas a los menores, desde AEP piden también la "implicación de las familias" en un trabajo conjunto con los colegios y el resto de ámbitos. “Si a los padres no les preocupa que sus hijos estén pegados a estos dispositivos todo el día no podrá solucionarse el problema”. Por tanto, al tratarse de un “problema social”, se hace necesario que las familias “se sensibilicen más ante esta realidad y los propios padres prediquen con el ejemplo”. De esta manera, concluye la Dra. Salmeró, los menores podrán aprender desde casa “conductas de uso y tiempos de exposición responsables”.