Una investigación del grupo interuniversitario Epi4Health revela que un 18,6% de los adolescentes aseguran tener un estado de ánimo bajo. En este sentido, los investigadores han determinado que la prevalencia del estado anímico bajo afecta a un 25,1% de las chicas, frente a un 11,6% de los chicos.
La investigación, en la que han participado la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), el campus Manresa de la Universidad de Vic-Universidad Central de Cataluña (UVic-UCC) y la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB), refleja las desigualdades de género en salud mental entre los adolescentes.
El estudio, publicado en la revista “Journal of Affective Disorders”, se ha llevado a cabo a partir de los datos del proyecto DESKcohort, que tiene como base una encuesta sobre comportamientos de salud. Dicha encuesta se repite cada dos años en los institutos de la Cataluña central, tanto públicos como privados. El programa, que empezó el curso 2019-2020, recopiló datos de 6.428 adolescentes de entre 12 y 18 años.
Marina Bosque : "Hemos constatado la existencia de desigualdades en salud mental, con un estado de ánimo bajo 2,2 veces más frecuente entre las chicas que entre los chicos”
"Hemos constatado la existencia de desigualdades en salud mental, con un estado de ánimo bajo 2,2 veces más frecuente entre las chicas que entre los chicos, y el 36 % de esta diferencia se explica por los determinantes sociales y los comportamientos relacionados con la salud", explica la doctora Marina Bosque, investigadora principal del grupo Epi4Health de los Estudios de Ciencias de la Salud de la UOC, vinculado al eHealth Center, y de Albert Espelt de la UAB.
Las diferencias pueden explicarse principalmente por factores contextuales relacionados con el estado de ánimo. La violencia sexual sufrida por las chicas, en este aspecto, juega un papel importante, aunque también afecta que las adolescentes realizan menos actividad física. Así, el 57% no cumplen con los requisitos mínimos establecidos por la OMS.
Además, hacer dieta, fumar tabaco diariamente o ser inmigrante también está asociado con un estado de ánimo bajo en las chicas. Sin embargo, el consumo de riesgo de alcohol fue únicamente asociado en chicos.
En lo relativo a variables sociales de exposición, en caso de situaciones socioeconómicas desfavorecidas, la prevalencia de estado de ánimo bajo fue similar tanto en chicos como en chicas. Otros factores asociados sin diferencias de género fueron el abuso del teléfono móvil, sufrir bullying o las bajas calificaciones académicas.
Los resultados de esta investigación, según las autoras, pueden servir para prevenir y detectar síntomas antes de que estos empeoren o se cronifiquen, dando lugar a la aparición de ansiedad y depresión.
"Ahora podemos conocer la situación actual sobre la salud mental del colectivo adolescente y ver qué factores se relacionan con ello, y esto nos permite pensar y desarrollar acciones preventivas dirigidas a mejorar la salud mental de este colectivo que sean mucho más completas y que tengan un impacto mayor", señala Helena González-Casals, Docente de Umanresa, investigadora de la Uvic-UCC y doctoranda de la UOC del programa Salud y Psicología.
Helena González-Casals : "Ahora podemos conocer la situación actual sobre la salud mental del colectivo adolescente y ver qué factores se relacionan con ello”
Además, las investigadoras defienden que la muestra es muy variable, debido a las características del territorio. “Nos podemos hacer una idea aproximada de lo que pasa en otras poblaciones y extrapolar los resultados de este estudio al resto de la población adolescente catalana", apunta González-Casals, advirtiendo que en grandes ciudades como Barcelona, donde hay grandes diferencias entre barrios y niveles socioeconómicos, este comportamiento puede ser diferente.
Los datos fueron recogidos hasta que el confinamiento por el Covid-19 obligó a interrumpir el trabajo de campo. Sin embargo, debido a que la pandemia ha influido en la salud mental de los adolescentes, el equipo de Epi4Health se encuentra en la actualidad analizando los datos de la segunda ola del proyecto DESKcohort. Estos nuevos datos han sido recogidos durante el curso 2021-2022, con ellos se busca averiguar qué cambios se han producido en la salud mental a raíz de la pandemia.
Por otro lado, también se pretende valorar si el entorno urbano o rural influye en esto, para optimizar acciones específicas o intervenciones preventivas más precisas.