Los profesionales sanitarios que se dedican al tratamiento del VIH celebran este Día Mundial de la Lucha Contra el Sida con un punto extra de optimismo. Mónica García -la nueva ministra de Sanidad- clausuró el reciente XIV Congreso de GeSIDA asegurando que la esperada nueva especialidad de Enfermedades Infecciosas está en proceso de convertirse en realidad, algo que sería “clave” para su correcto abordaje y para garantizar el relevo generacional.
“Un tercio de los facultativos que nos dedicamos a la infección por VIH nos vamos a ir jubilando en los próximos años, y el relevo está relativamente en peligro porque los residentes que terminan, aunque a veces muestran interés, luego tienen dificultad para seguir en nuestras unidades, sobre todo si no existe formación reglada”, asegura a ConSalud.es Rosario Palacios, presidenta de la propia GeSIDA, el Grupo de Estudio de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (SEIMC).
Esta formación en Enfermedades Infecciosas vía MIR en la que, según la ministra, está trabajando uno de los subgrupos del Grupo de Trabajo de Especialización en Ciencias de la Salud de la Comisión de Recursos Humanos del SNS, serviría también para reducir el estigma que tiene la sociedad contra el VIH, incluidos los propios profesionales sanitarios. “El otro día lo hablaba con un compañero, algunos residentes todavía tienen reparo en ver a estos pacientes porque no están formados”, afirma Palacios.
"Algunos residentes todavía tienen reparo en ver a estos pacientes porque no están formados"
“Si hay especialidad, podrán enfrentarse a cualquier tipo de paciente con patología infecciosa, incluido el VIH. El paciente con SIDA sigue estando muy estigmatizado”, denuncia la experta, quien indica que más del 95% de los médicos que ven a estos pacientes están especializados, como ella, en Medicina Interna -“también hay microbiólogos clínicos-, y se han ido formando a través de los facultativos que han abordado la afección desde el primer momento, “cuando las personas con VIH se morían”.
“Los pacientes tenían, literalmente, una sentencia de muerte, porque no había tratamiento. Desde entonces yo creo que es una de las patologías en las que más se ha avanzado y han cambiado con el tiempo, sobre todo a partir de que se generalizase el tratamiento antirretroviral. Hoy por hoy es una enfermedad crónica, y si el paciente acude a sus consultas y hace las cosas de manera correcta puede tener una esperanza de vida que cada vez se acerque más a la de la población general”, explica Palacios, quien destaca que actualmente disponen de fármacos que, “con solo una pastilla al día”, tienen una eficacia y seguridad excelentes. “Hemos aprendido y seguimos aprendiendo muchísimo”, indica.
“Por ejemplo, ahora también tenemos una primera pauta de tratamiento que se administra por vía intramuscular una vez cada dos meses”, insiste. Reciente y paradójicamente, el VIH resultó de igual manera clave para la generalización de las unidades de Enfermedades Infecciosas -y del propio SIDA en sí- a raíz de la pandemia. “Se tuvieron que crear por pura necesidad, y muchos facultativos dieron un paso adelante y se remangaron para ver a estos pacientes que en aquel momento sí eran complejos”, presume la presidenta de GeSIDA, como una muestra más de la necesidad de que se cree cuando antes la especialidad.
LLEGADA A TRAVÉS DE ATENCIÓN PRIMARIA, URGENCIAS Y ONG
La llegada de los pacientes con VIH a estas unidades se produce, en su inmensa mayoría, a través de Atención Primaria, puesto que suelen ser diagnosticados en los centros de salud. Aunque también hay casos que llegan desde algunas ONG, como, en el caso del hospital en el que trabaja la doctora Palacios, la asociación Apoyo Positivo. “Los que entran por las urgencias del hospital lo hacen cuando ya están malitos, en una fase avanzada”, apunta.
Después, el seguimiento desde el hospital se va espaciando con el paso del tiempo, “aunque todo depende y de si tienen otras comorbilidades o enfermedades de transmisión sexual”. “Inicialmente igual lo ves cada mes, pero si ya tienen la carga viral suprimida, están bien inmunológicamente y no padecen otros problemas, los solemos pasar a ver cada nueve o diez meses”, añade.
Sin embargo, por mucho que se haya avanzado en los últimos tiempos y que el VIH haya dejado de ser una enfermedad -en la mayoría de los casos- mortal, no se puede bajar la guardia. Sobre todo en lo relativo a las citadas comorbilidades. “Son sujetos que, aún con la infección controlada, tienen una base inflamatoria constante que les hace sufrir con mayor frecuencia problemas cardiovasculares, de neoplasia… y, claro está, de salud mental, tanto en el diagnóstico como durante el tratamiento por las connotaciones sociales o la situación personal de cada uno”, sentencia Rosario Palacios.