Las consecuencias de la degradación de la naturaleza tienen un impacto muy dañino para la salud de la población, pues supone una amenaza para nuestra seguridad alimentaria e hídrica y pone en peligro nuestra salud física y mental. Es por ello que desde la Comisión Europea se ha puesto el foco en los riesgos fundamentales que plantea la pérdida global de biodiversidad para el bienestar humano. Fruto de ello, la UE ha puesto en marcha la Ley de Restauración de la Naturaleza. Una normativa pionera al ser la primera de esta tipología y que ya ha entrado en vigor estos días.
La importancia de las regulaciones en este sentido trasciende una mera protección de animales o vegetación, pues los expertos coinciden en que los ecosistemas saludables ayudan a reducir significativamente la contaminación, filtrando tanto el agua como el aire. De esta manera, con un ecosistema saludable, podemos llegar a prevenir enfermedades no transmisibles como las cardiovasculares o el cáncer, y evitar también la propagación de afecciones relacionadas con vectores.
Igualmente, debemos tener en cuenta el impacto que esto podría tener en las enfermedades zoonósicas. “Cuando destruimos los hábitats naturales, acercamos la vida silvestre al ganado y a las personas, lo que permite que las enfermedades animales migren a las personas y aumenta el riesgo de pandemias”, explica la entidad europea. No en vano, en la actualidad estamos siendo azotados por una emergencia de salud pública relativa al Mpox; también en España estamos viviendo muertes por el virus del Nilo; y estos días hemos conocido que nuestro país es el que ha notificado el mayor número de casos de fiebre Q desde 2017 en Europa. Todo ello afecciones relacionadas con la zoonosis.
“Cuando destruimos los hábitats naturales, aumenta el riesgo de pandemias”
Un impacto que se replicaría en otras áreas de nuestro bienestar, pues la pérdida de biodiversidad implica también la pérdida de opciones para el futuro, como el desarrollo de nuevos medicamentos. “Alrededor del 70% de los medicamentos contra el cáncer son productos naturales o sintéticos inspirados en la naturaleza, y 4.000 millones de personas dependen principalmente de medicamentos naturales”, afirma la comisión.
GARANTIZAR LA SALUD DE LOS ECOSISTEMAS
Estas son algunas de las premisas que la Unión Europea ha tenido en cuenta a la hora de confeccionar la nueva ley que, además de restaurar los hábitats específicos en cada caso, obligará también a los países a detener la pérdida de zonas verdes urbanas y aumentar la cobertura de árboles en las ciudades. Una medida con especial impacto en la salud pública, pues el entorno natural dentro de las ciudades, además de ofrecer la oportunidad de practicar actividad física, mejora la salud mental y reduce las tasas de morbilidad y mortalidad cardiovascular, la obesidad y la diabetes.
Por otro lado, se les insta a restaurar la conectividad natural de los ríos y las funciones naturales de las llanuras de inundación. Asimismo, los países de la UE deberán retener las poblaciones de polinizadores como las abejas y revertir el declive que están sufriendo en algunos territorios, así como restaurar las turberas destinadas al uso agrícola. Las medidas en cada estado tendrán además que ir dirigidas a incrementar las poblaciones de aves en los ecosistemas agrícolas.
“El fracaso de la naturaleza significa el fracaso del clima, la seguridad y el desarrollo sostenible”
También se impone el objetivo de lograr una tendencia positiva en los indicadores de biodiversidad en los ecosistemas forestales y plantar al menos 3.000 millones de árboles para 2030. Los ecosistemas forestales y la deforestación también está estrechamente ligados con la calidad del aire que respiramos y es por ello que afectan de manera contundente a nuestra salud. Todas estas normativas irán englobadas en un plan nacional de restauración, que cada país deberá elaborar.
Desde Europa se ha querido además poner en valor otra de las consecuencias que acarrea la degradación de la naturaleza: la pérdida económica. No en vano, “cada euro gastado en restauración puede generar un retorno de la inversión de más de ocho euros, dependiendo del ecosistema”. Además, más de la mitad del PIB mundial depende de la naturaleza y sus servicios. El Banco Central Europeo alerta de que unas tres millones de empresas (el 72% de las empresas de la zona euro) dependen en gran medida de al menos un servicio ecosistémico para producir sus bienes o prestar sus servicios.
Además, el ahorro en asistencia sanitaria tras prevenir muchas enfermedades, también sería importante en este punto. En definitiva, se trata de importantes medidas que irán destinadas a garantizar la salud de los ecosistemas, pues “el fracaso de la naturaleza significa el fracaso del clima, la seguridad y el desarrollo sostenible”, señalan desde la Comisión Europea.