Tras lo que parecían unas elecciones muy ajustadas, Estados Unidos se ha decantado finalmente y de manera clara por Donald Trump como presidente del país. Así, el republicano ocupa por segunda vez la presidencia tras su mandato entre 2016 y 2020. Con este resultado, la sanidad del país, quedará previsiblemente en manos de Robert Kennedy.
Una premisa que ya defendió el propio Trump durante la campaña de estos meses, en la que aseguraba que permitiría a Kennedy "volverse loco" ("go wild") en materia de salud. Sin duda se trata de toda una declaración de intenciones que ha dado paso a tres directrices claras, tal y como ha manifestado en redes el propio Kennedy.
De esta manera, el nuevo mandatario ha pedido a su encargado de Sanidad "acabar con la corrupción en las agencias de salud de nuestro gobierno; devolver a esas agencias su rica tradición de ciencia basada en evidencias y de referencia; y devolver a Estados Unidos la salud poniendo fin a la epidemia de enfermedades crónicas". Su premisa, emulando el conocido lema del nuevo presidente, es la de "hacer que Estados Unidos vuelva a ser saludable" ("Make America Healthy Again").
Al respecto de las vacunas, Kennedy sería conocido por su escepticismo
Kennedy empieza a perfilar de esta forma su política sanitaria dejando muchas incógnitas rodeadas por sus polémicas en este ámbito de los últimos años. Grandes medios estadounidenses como The New York Times recuerdan estos días que el mandatario ha estado relacionado con el negacionismo de las vacuna y el agua fluorada.
Al respecto de las vacunas, Kennedy sería conocido por su escepticismo. “No vamos a quitarle las vacunas a nadie”, decía, aunque los expertos del país han mostrado preocupación por declaraciones anteriores del mandatario en las que relacionaba la vacunación con el autismo, entre otras opiniones sin base científica. Una situación que está en el punto de mira de la comunidad sanitaria y científica, pues este mismo año se emitía por parte de la autoridad de control y prevención de enfermedades una alerta por los casos y brotes de sarampión y la necesidad de vacunar a los más pequeños contra esta afección.
En cuanto al agua fluorada, el político aseguraba que es un “desecho industrial”
En cuanto al agua fluorada, el político aseguraba que es un “desecho industrial” asociado con numerosas enfermedades como la artritis, las fracturas óseas, el cáncer de huesos, la pérdida de coeficiente intelectual, los trastornos del desarrollo neurológico y la enfermedad de la tiroides. Desde los Centros de Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC) se negó está afirmación y se señaló que la fluoración del agua comunitaria es una estrategia fundamental para la prevención de caries en los EE.UU.
Cabe recordar la trayectoria de este político, cuyo apellido es bien conocido en el país: es sobrino del expresidente demócrata asesinado, John F. Kennedy. En los últimos años años ha sido candidato a las primarias del partido Democrático (que encabeza Kamala Harris); candidato independiente; y finalmente ha dado su apoyo a Trump.