La sostenibilidad de la sanidad global, en jaque: ¿cómo alcanzar una financiación eficaz?

Los diferentes sistemas sanitarios cuentan con sus propios mecanismos para financiar la asistencia que ofrecen. Con todo, el incremento de la demanda está suponiendo una amenaza para la sostenibilidad del sector

Financiación de los sistemas sanitarios (Foto. Freepik)
12 agosto 2024 | 16:00 h

El gasto sanitario global va en aumento. La demanda por un incremento del envejecimiento de la población, con mayor tasa de pacientes con comorbilidades, y la amenaza de nuevas pandemias a las que hacer frente de la magnitud de la Covid-19 llevan a reformular la manera de asegurar la sostenibilidad económica de los sistemas sanitarios, garantes de la salud de la población. Una financiación que en gran parte a de ser pública, pero para la que muchas veces los recursos internos no resultan suficientes.

Los países de la Unión Europea, como recoge la Comisión Europea, cuentan con un alto porcentaje público en la financiación de los servicios sanitarios: según datos de 2015, en dos terceras partes de los Estados miembros, el sector público financia más del 70 % del gasto sanitario. Esta financiación, derivada de los impuestos nacionales, es la que más rápido crece en los Gobiernos y “puede amenazar la sostenibilidad presupuestaria”, recoge el informe.

Esta situación que se conoce desde hace décadas se ha vuelto patente tras la pandemia Covid-19 tanto para todos los sistemas sanitarios mundiales. El objetivo es “identificar formas rentables de financiar, organizar y prestar la asistencia, para lograr mejores resultados sanitarios utilizando los recursos disponibles de manera más racional”, como muestra la Comisión Europea.

Solo hay dos soluciones para mejorar la infrafinanciación: más dinero y un gasto más eficiente

Solo hay dos soluciones para mejorar la infrafinanciación: más dinero y un gasto más eficiente. En este sentido, existe una gran variedad de mecanismos que ayudan a mantener la sostenibilidad de la asistencia sanitaria: apuesta por las tecnologías sanitarias, planificación de la sanidad y construcción de redes de referencia que aseguren la cooperación permiten mejorar la eficacia y eficiencia de la asistencia sanitaria.

 Asimismo, la Comisión Europea recoge la importancia de “velar para que los paquetes de prestaciones financiados con fondos públicos se basen en criterios de buena relación entre el coste y la eficacia y criterios de equidad” o explorar mecanismos de cooperación transnacional “para abordar las cuestiones relativas a la disponibilidad y la accesibilidad de los medicamentos”. Otros pasos a dar en este sentido se basan en la solidaridad.

COFINANCIACIÓN DE DONANTES

El ecosistema europeo de financiación de los sistemas sanitarios no resulta válido para otras zonas del mundo. Regiones que tienen mayor dificultad para acceder a tecnologías sanitarias o para crear una red de cooperación con otros países, y que cuentan con pocos recursos económicos para fortalecer el presupuesto sanitario, tienen que recurrir a “manos amigas” para asegurar la sostenibilidad de sus sistemas.

En este sentido, una publicación del Centro para el Desarrollo Global (CGD por sus siglas en inglés) recuerda la importancia de la “cofinanciación”, la intervención secundaria que apoye la financiación pública. La cofinanciación se basaría en la inversión conjunta de donante. “Los donantes deberían analizar la variedad de opciones de financiación de los bancos multilaterales de desarrollo (BMD), complementadas con las herramientas de subvención de Gavi y el Fondo Mundial”, indican las investigadoras del CGD Kalipso Chalkidou y Victoria Fan. Ejemplo de estos fondos de desarrollo son el Mecanismo Mundial de Financiamiento y el Fondo para Pandemias, el nuevo Centro de Cobertura Sanitaria Universal del Banco Mundial y la Organización Mundial de la Salud, y el Fondo Mundial y el Banco Mundial en su iniciativa en marcha de inversión en salud.

"Los responsables de las políticas no deben descuidar lo que llamaríamos “el pan de cada día” de la financiación sanitaria mundial: la cofinanciación de los donantes y la financiación nacional equivalente”

El mayor riesgo para los donantes que trabajan juntos es que las cosas llevarán más tiempo, pero en teoría los GHI están bien posicionados y se enorgullecen de su “flexibilidad”, indican. Los beneficios de los enfoques integrados podrían ser grandes y superar esos riesgos: “Menor carga de informes, menor duplicación de esfuerzos, mayor transparencia de las capacidades financieras nacionales, etc.”.

Esta financiación secundaria ayudaría a alcanzar sistemas más innovadores, y apoyaría a las partidas presupuestarias gubernamentales, dirigidas en gran parte a pagar los salarios de los trabajadores de la salud y a adquirir productos básicos esenciales. “En la búsqueda de recursos, los responsables de las políticas no deben descuidar lo que llamaríamos “el pan de cada día” de la financiación sanitaria mundial: la cofinanciación de los donantes y la financiación nacional equivalente”, concluyen las autoras.

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