La confianza de la ciudadanía en las instituciones públicas ha decaído en los últimos años. De hecho, la proporción de personas que tienen baja o nula confianza en el gobierno nacional (44%), supera la proporción de aquellos con niveles altos de confianza (39%). Pese a ello, todavía existe un baluarte entre los servicios públicos que sigue aportando confianza a la ciudadanía: la Sanidad. Así lo ha dado a conocer la OCDEen su último estudio. No obstante, y si bien esta confianza sigue siendo buena, ha bajado en los últimos años.
La entidad explica que, en términos generales, existe una clara división entre la confianza que ofrecen las instituciones del “día a día” o con las que el ciudadano contacta cotidianamente (como puede ser la Sanidad) y entre la confianza en la capacidad de los gobiernos para tomar medidas importantes sobre cuestiones políticas complejas. Por ejemplo, la mayoría de los usuarios están satisfechos con el sistema sanitario nacional (52%) y la educación (57%).
“Estos son elementos importantes dado que estas interacciones cotidianas con el sistema siguen siendo impulsores clave de la confianza”, explican desde la OCDE. Por el contrario, por ejemplo, la población no tiene confianza en los pasos que se están dando para abordar el cambio climático a largo plazo. Sólo un porcentaje bajo de la población cree que los gobiernos están listos para tomar decisiones políticas que ayuden a reducir la contaminación en los próximos diez años.
La mayoría de los usuarios están satisfechos con el sistema sanitario nacional (52%)
Desde la entidad se hace hincapié además que estos resultados tienen un contexto muy concreto: el de la crisis sanitaria por el coronavirus. “Las personas que viven en los países de la OCDE han experimentado varios shocks importantes desde principios de la década, incluida una pandemia, un aumento de la inflación y una guerra muy próxima o con importantes consecuencias geopolíticas”, comentan.
Es por ello que muchas personas consideran ahora mucho más importante la sanidad o el estado de su salud, lo que determina también a qué aspectos del desempeño del gobierno prestan especial atención. Así, otra de las cuestiones que parece importar especialmente a la población es la cuestión de las cadenas de suministros o el desabastecimiento en momentos de crisis. No en vano, los servicios sanitarios de los países han estado en los últimos años sometidos a una gran presión debido precisamente a esta falta de suministros.
Del mismo modo, el acceso y la calidad de los servicios básicos es también un importante motivo de preocupación para la ciudadanía. Según los datos de la entidad, el 28% de los encuestados menciona los sistemas sanitarios como una de sus grandes preocupaciones. De hecho, en algunos países vemos cifras más altas como Islandia (48%), Letonia (49%), Finlandia (56%) e Irlanda (57%).
El acceso y la calidad de los servicios básicos es también un importante motivo de preocupación para la ciudadanía
Ahondando en la satisfacción de la población con sus sistemas sanitarios vemos que, en todos los países, la mayoría sigue estando satisfecha. “En sus interacciones cotidianas con los individuos las instituciones públicas satisfacen en gran medida las expectativas de muchas personas”, explican. Aquí, no obstante, habría algunos ‘peros’. Y es que, si bien la mayoría confía en estos servicios, en la encuesta realizada hace dos años esta confianza era más alta.
Concretamente, la proporción de personas que estaban satisfechas con el sistema de salud disminuyó ocho puntos. Esta tendencia se ha producido en todos los países excepto en Australia, Bélgica y Colombia. “Las secuelas de la pandemia de Covid-19 pueden haber contribuido a esta disminución”, afirman. Lo cierto es que, si observamos los datos por países, vemos que el promedio de satisfacción (52%) presenta una variación muy grande entre países, pasando en algunos casos de un 28% a un 80% en otros.
Sin embargo, esta bajada en los datos no se explica sólo por los acontecimientos que se han sucedido en los últimos años, “también es parte de una tendencia a más largo plazo”. En este sentido se explica que la disponibilidad de atención médica de calidad en los países de la OCDE disminuyó del 71% en 2010 al 68% en 2022. Pero la respuesta que han dado los países a la crisis sanitaria y las nuevas políticas de preparación para emergencias parecen haber mantenido estos niveles de confianza que, si bien han bajado, siguen siendo altos.
En definitiva, estamos viendo que la población en general confía en sus sistemas esenciales, pero le preocupa su situación. Así, estos datos apuntan a la necesidad de reforzar los sistemas. Para ello, desde la entidad se ponen sobre la mesa algunos aspectos en los que los países deberían hacer hincapié. Algunos de ellos sería involucrarse mejor con los ciudadanos para mejorar la confianza; fortalecer la capacidad para abordar desafíos políticos complejos; apoyar un ecosistema de información basada en la evidencia; invertir en mejorar las percepciones de integridad; e invertir en servicios públicos confiables, receptivos y justos.