La migración y los desplazamientos de personas son determinantes clave no solo para la salud de los migrantes y de los refugiados, sino también para las poblaciones de los países que los acogen. La migración ha sido durante mucho tiempo una cuestión políticamente controvertida motivada por fenómenos como los conflictos, la desigualdad de ingresos, cambios económicos, urbanización o el cambio climático, entre otros factores. La migración y los desplazamientos de personas generan importantes desafíos en materia de asistencia sanitaria que nos sitúan ante una fotografía en la que la relación entre la salud y estos movimientos poblacionales es, cuanto menos, compleja y marcada por el dinamismo.
Este es el punto de partida del último informe elaborado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre la salud de los refugiados y los migrantes. Un exhaustivo análisis global que pone de manifiesto la vital necesidad de que los distintos gobiernos consideren ya el importante papel que estos grupos de personas tienen en la salud pública. El ejemplo más reciente lo encontramos en la guerra de Ucrania que ha provocado el mayor desplazamiento de personas en el continente europeo desde la Segunda Guerra Mundial.
El informe muestra la existencia de un creciente reconocimiento sobre las necesidades en materia de salud de los refugiados y migrantes. Un problema que requiere una coordinación entre el sector de la salud y los distintos gobiernos nacionales que permitan abordar los problemas de la salud y la migración a nivel nacional. De este modo la OMS trabajar para lograr la integración de la salud y la migración en coordinación con los esfuerzos de sus Estados miembros, agencias de la ONU y actores no estatales como las ONG.
El objetivo de este trabajo, cuyas bases se han sentado a través del informe que nos ocupa, es el de impulsar una agenda de salud internacional que tendrá un impacto medible en la mejora de la salud de los refugiados y los migrantes. Además, los refugiados y migrantes deben ser parte activa en este proceso. No solo en la formulación de políticas, sino también en su implementación.
Los problemas de salud sobre los que más se ha puesto el foco derivan de las enfermedades transmisibles y la salud mental, pero se debe aumentar la atención sobre las enfermedades no transmisibles para permitir un análisis más completo del estado de salud y la carga que pueden suponer los refugiados y migrantes
“Fundamentalmente, la acción colectiva requerirá una mayor dedicación política y recursos para asegurar que las políticas y sistemas de salud incluyen a los refugiados y a los migrantes, independientemente de su estatus legal”, expone el informe. En este sentido recalca la necesidad de luchar contra el “nosotros contra ellos” en la formulación de las políticas y en la sociedad en general.
Aunque los refugiados y los solicitantes de asilo representan solo el 12% de las personas que cruzan una frontera internacional, la mayor parte de la literatura revisada para la elaboración de este informe apenas hace distinción entre los distintos grupos de migrantes y refugiados. Una situación similar sucede con las enfermedades que más les afectan. Los problemas de salud sobre los que más se ha puesto el foco derivan de las enfermedades transmisibles y la salud mental, pero se debe aumentar la atención sobre las enfermedades no transmisibles para permitir un análisis más completo del estado de salud y la carga que pueden suponer los refugiados y migrantes para los países que los acogen.
El informe destaca que existen numerosas políticas orientadas a fomentar la inclusión de los migrantes y refugiados. El problema sobre el que enfatiza el documento es la implementación de estas políticas que no termina de materializarse en muchos de los casos. Un problema añadido es que apenas se realiza una monitorización sobre la implementación de estas lo que, finalmente, continúa conduciendo a desigualdades sanitarias ya que estas políticas de nada sirven sobre un papel si no se convierten en acciones.
“Es hora de que los gobiernos, las Naciones Unidas y las organizaciones ajenas como las ONG, las organizaciones de la sociedad civil y lo actores no estatales, incluidos los refugiados y migrantes, de trabajar juntos y ‘hacer los que se predica’. Ayudar a los Estados miembros, responsables políticos y actores sobre el terreno a traducir las políticas y directrices en la práctica. Estos esfuerzos deben ir acompañados de un efectivo marco de seguimiento para garantizar la rendición de cuentas para seguir el progreso y tomar acciones correctivas”, expone el informe de la OMS.