El PSOE ha registrado una Proposición no de Ley (PNL) para su debate en la Comisión de Sanidad del Congreso de los Diputados con la que instan al Gobierno a analizar las necesidades formativas de los especialistas en Ciencias de la Salud en relación con los trastornos del sueño.
En la iniciativa, la formación socialista subraya la necesidad de “desarrollar los contenidos formativos necesarios” para atender este problema de salud. Por ello, plantean que se valore una actualización de la Guía de Práctica Clínica sobre Trastornos del Sueño en la infancia y la adolescencia en Atención Primaria.
Los socialistas señalan que estos trastornos “precisan de un abordaje por profesionales formados específicamente” lo que incluyen a “especialistas de diferentes orígenes”
Entre los objetivos que se marca el PSOE, destaca el de “dar respuesta a los avances del conocimiento científico que requieren de una formaciónadecuada, y que pondrían solución al impacto en la calidad de vida que los trastornos del sueño generan en la población, redundando en mejorar la calidad asistencial, la salud de los pacientes y revirtiendo los efectos y consecuencias negativas que están teniendo sobre el SNS”.
ABORDAJE ESPECÍFICO
En la exposición de motivos, los socialistas señalan que estos trastornos “precisan de un abordaje por profesionales formados específicamente” lo que incluyen a “especialistas de diferentes orígenes”.
Según ha reconocido la Organización Mundial de la Salud (OMS), existen 88 tipos distintos de trastornos del sueño. Entre los más conocidos están el insomnio, la hipersomnia, la narcolepsia, el ronquido y las apneas del sueño, las parasomnias y otras alteraciones asociadas, como el síndrome de las piernas inquietas.
Igualmente, apuntan que en las últimas décadas han adquirido mayor importancia los desórdenessecundarios, aquellos relacionados con problemas de salud mental, enfermedad o la ingesta de sustancias. Además, la situación se ha agravado con la pandemia y el confinamiento con un incremento notable de los problemas de sueño entre la población.
Por otro lado, son especialmente frecuentes consecuencias de trastornos no tratados como “el riesgo cardiovascular o los trastornos cognitivos” y consecuencias sociales como “bajo rendimiento laboral o educativo y accidentalidad laboral”. Y también destacan cómo estas alteraciones están “íntimamente ligadas” a los determinantes sociales de la salud, especialmente condicionados por el envejecimiento, el género, y el entorno social, “causando un gran impacto en la calidad de vida de estas personas”.