Una de cada cinco infecciones bacterianas en la actualidad ya es resistente al tratamiento con antibióticos. Una alarmante cifra sobre estas infecciones que, cada año, se cobran la vida de alrededor de 79.000 personas en los países europeos. Además, dentro de estas afecciones, las adquiridas en la atención sanitaria representan más del 60%. Así lo detallan los datos del nuevo informe de la OCDE sobre la resistencia antimicrobiana. Pero, ¿cuál es la manera más efectiva de luchar contra este problema de salud pública?
Desde esta entidad se ha puesto en valor el enfoque de “una salud” o One Health en la lucha para limitar los efectos de la resistenciaantimicrobiana. Una de las acciones en políticas sanitarias que propone la OCDE pasa por crear programas de administración de antibióticos. Es decir, actuaciones para mejorar las conductas de prescripción de antibióticos en entornos sanitarios. Entre ellas se ponen algunos ejemplos, como la realización de reuniones informativas o auditorías, e incluso medidas de restricción como la aprobación de los expertos antes de la prescripción o formularios de pedido obligatorios de antibióticos específicos.
Otra de las medidas que podrían ayudar a reducir esta resistencia sería la implementación de sistemas apoyo a la hora de tomar decisiones sobre la prescripción. Por ejemplo, incorporar sistemas digitales o de prescripción electrónica, ya que “pueden mejorar la calidad de los registros médicos que se utilizan para informar el diseño y la implementación de intervenciones para optimizar el uso prudente de antibióticos”.
Una de las acciones en políticas sanitarias que propone la OCDE pasa por crear programas de administración de antibióticos
Pero estas actuaciones políticas no irían sólo encaminadas a los profesionales médicos. Las estrategias alcanzarían también a las farmacéuticas. En este sentido, cobrarían papel los llamados antibióticos olvidados. Se pone de manifiesto la opción de eliminar las barreras económicas y regulatorias al registro en el mercado de antibióticos olvidados, abordar la escasez de medicamentos o promover colaboraciones globales para acelerar el acceso a estos antibióticos olvidados. Un ejemplo que se cita en el informe sobre estas colaboraciones es el de la aprobación de los antibióticos para la tuberculosis multirresistente, para la que tanto la industria se coordinaron para acelerar su aprobación.
La OCDE también propone a los países llevar a cabo campañas de concienciación. “Para abordar la confusión y los conceptos erróneos, las campañas de concienciación deben basarse en mensajes claros de salud pública”. Y es que, según un estudio de la Organización Mundial de la Salud (OMS) reveló que gran parte de la población siente confusión sobre los tipos de enfermedades que pueden tratarse con antibióticos. En este punto entra en juego la necesidad de la alfabetización sanitaria. “Las personas con mejor acceso a la información sanitaria tienen una mayor capacidad para usar de manera prudente los antibióticos”.
Por otro lado, serían también necesarias las políticas para prevenir o reducir la aparición de infecciones resistentes. Para controlar esta aparición se propone incluir la resistencia antimicrobiana dentro de la vigilancia de infecciones asociadas a la atención sanitaria. Esta vigilancia, “facilita la identificación de patrones de patógenos”. La vigilancia se puede además mejorar con la aplicación de sistemas automatizados que rastreen una amplia gama de infecciones.
Se pone de manifiesto la opción de eliminar las barreras económicas y regulatorias al registro en el mercado de antibióticos olvidados
Otra de las medidas a tener en cuenta tendría que ver con la carga de trabajo de los propios sanitarios. “Mantener la carga de trabajo de los trabajadores de la salud en niveles aceptables es clave”. De hecho, un estudio de cohorte realizado en Portugal concluyó que la calidad de las prescripciones de antimicrobianos estaba inversamente relacionada con la carga de trabajo del médico que los prescribe. Igualmente, “abordar las altas tasas de ocupación de camas y el hacinamiento es otra intervención importante para reducir el riesgo de infecciones resistentes”.
Sin duda, una manera muy eficaz de reducir la resistencia antimicrobiana tiene que ver con la cobertura de la vacunación. “Si bien es fundamental apoyar los esfuerzos de I+D para desarrollar nuevos antibióticos y promover el uso de los olvidados, no será suficiente para mitigar la amenaza de la resistencia a los antimicrobianos”, se alerta. En el informe se citan ejemplos de algunas vacunas prometedoras para abordar este problema. Por ejemplo, actualmente se encuentra en desarrollo preclínico una vacuna glicoconjugada que puede proteger contra las infecciones por P. aeruginosa y K. pneumoniae , “y las primeras pruebas demuestran resultados prometedores”.
Todas estas políticas irían encaminadas a reducir las muertes y la carga de las enfermedades, pero tendrían otros beneficios para los países. Concretamente, hablamos de una mayor sostenibilidad económica de los sistemas sanitarios. “Las políticas para abordar la resistencia a los antimicrobianos pueden reducir la presión sobre los recursos hospitalarios, generar ahorros sustanciales en el gasto sanitario y producir ganancias en la productividad de la fuerza laboral”, se concluye.