La Organización Mundial de la Salud (OMS) publicaba el pasado 9 de marzo el primer informe global sobre la reducción de la ingesta de sodio, poniendo de relieve unas conclusiones preocupantes: el mundo se encuentra alejado de la meta global de reducir la ingesta de sodio en un 30% para el año 2025.
A pesar de que el sodio es uno de los nutrientes esenciales para nuestro organismo, su consumo en exceso aumenta el riesgo de enfermedad cardíaca, accidente cerebrovascular y muerte prematura. La sal es la principal fuente de sodio, pero se encuentra presente en multitud de condimentos que consumimos a diario (es un potenciador del sabor presente en alimentos procesados) como el glutamato de sodio.
La OMS denuncia a través de su informe que tan solo el cinco por ciento de los Estados miembros de la OMS se encuentran protegidos por políticas obligatorias e integrales centradas en la reducción de sodio. Además, el 73% de los Estados miembros de la OMS carecen de una gama completa de implementación de tales políticas. La fotografía que observamos se torna funesta si tenemos en cuenta que la implementación de políticas de reducción de sodio altamente rentables podría salvar aproximadamente siete millones de vidas para el año 2030.
Dentro de la Unión Europea España, Lituania y República Checa son los únicos países que cuentan con un paquete integral de políticas recomendadas para reducir la ingesta de sodio. Fue del viejo continente se suman Brasil, Chile, Malasia, México, Arabia Saudí y Uruguay.
España, Lituania y República Checa son los tres primeros Estados miembros de la Unión Europea en alcanzar la máxima puntuación (cuatro sobre cuatro) al tener al menos dos medidas obligatorias implementadas para reducir la ingesta de sodio, incluida la declaración obligatoria del sodio presente en todos los alimentos envasados e implementan además las políticas y restricciones de publicidad de compra y servicio público de alimentos obligatorios. España cuenta además con límites obligatorios de sodio en los alimentos.
España cuenta además con límites obligatorios de sodio en los alimentos
El informe señala que el 47% de los países de la región europea de la OMS obtienen una puntuación de tres, con políticas obligatorias sobre la reducción del sodio. Un total de 17 países cuentan con políticas voluntarias y tres con un compromiso de política nacional.
La OMS recomienda una ingesta diaria de sal de entre dos y cinco gramos. El promedio en España es de nueve gramos lo que incrementa los riesgos para la salud. En nuestro país uno de los pasos más recientes se dio el 1 de abril de 2022 con el establecimiento de un límite máximo de contenido en sal para el pan (producto acabado).
De acuerdo con la información publicada por la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (Aesan), el establecimiento de un límite máximo de contenido en sal permitido en el pan común (como producto acabado) reduce a 1,31 gramos por 100 gramos de pan (13,1 g de sal por kilogramo de pan o el correspondiente 0,52 g de sodio por 100 g de pan) si se analiza mediante determinación de cloruros, o de 1,66 gramos de sal por 100 gramos de pan (16,6 g de sal por kilogramo de pan o el correspondiente 0,66 g de sodio por 100 g de pan), si se analiza mediante determinación de sodio total.
“Este importante informe demuestra que los países deben trabajar con urgencia para implementar políticas de reducción de sodio ambiciosas y obligatorias dirigidas por los gobiernos para cumplir con el objetivo mundial de reducir el consumo de sal para el 2025”, ha declarado el doctor Tom Frieden, presidente y director ejecutivo de Resolve to Save Lives, organización sin ánimo de lucro que trabaja con los países pare prevenir 100 millones de muertes por enfermedades cardiovasculares en las próximas tres décadas.
Se estima que la ingesta media mundial de sal es de 10,8 gramos, más del doble de los menos de cinco gramos recomendados por la OMS. Razón por la que la agencia internacional de salud de la ONU hace un llamamiento a los países para sin demora sigan ejemplos como el de España e implementen políticas orientadas a la reducción de la ingesta de sodio sin demora y mitiguen los efectos nocivos del consumo excesivo de sal.