El cáncer causa una de cada cuatro muertes prematuras en los países de la OCDE. Además, esta enfermedad no sólo aumenta exponencialmente el gasto sanitario, sino que esta situación empeorará con los años cuando la población envejezca y sea más difícil encontrar tratamientos. Es por ello que la gran respuesta a estas circunstancias no puede ser otra más que la prevención. Así se explica desde la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, que apunta que “la trayectoria actual de los costes del cáncer es insostenible”.
Los datos de la entidad son aplastantes: que cada minuto se diagnostica cáncer a 11 personas. Esto, además de los costes personales y para la sociedad, aumenta también el gasto sanitario en un 6% en relación con una situación en la que no hubiera cáncer. Con estos datos la entidad explica que “si todos los países mejoraran la detección del cáncer, el diagnóstico temprano y el tratamiento oportuno, eficaz y asequible, se evitaría una cuarta parte de todas las muertes prematuras por cáncer”.
No en vano, una de las advertencias por parte de la OCDE es que, de no reducir estas cifras, los datos solo van a empeorar. Los costes del tratamiento con nuevos medicamentos y tecnologías emergentes podrían suponer un crecimiento de entre un 14 y un 17% anual. A ello se une el gasto adicional asociado al seguimiento de los casos de supervivientes.
Los costes del tratamiento con nuevos medicamentos y tecnologías emergentes podrían suponer un crecimiento de entre un 14 y un 17% anual
Además, con el envejecimiento de la ciudadanía, “suponiendo que la incidencia y las tasas de supervivencia se mantengan sin cambios, el gasto per cápita crecería un 67% entre 2023 y 2050”. Y es que, las personas que sobreviven durante más tiempo, también requieren tratamiento durante más tiempo y pueden recaer. En este sentido, la clave no sólo es mejorar la esperanza de vida, sino también la calidad de esos años.
En este punto es donde encontramos la gran recomendación de la entidad: “un mejor diagnóstico y tratamiento mejoraría la esperanza y la calidad de vida de las personas con cáncer”. Además de implementar políticas para mejorar el diagnóstico, es esencial que los países impulsen también la sensibilización de los pacientes sobre los primeros signos de la enfermedad. Igualmente, se aboga por una mejora de los procesos de derivación desde la atención primaria a la atención oncológica especializada.
La entidad también explica que los países y sistemas sanitarios podrían mejorar el acceso a la atención oncológica fomentando la entrada y el uso de medicamentos genéricos y biosimilares, introduciendo la evaluación colaborativa de tecnologías sanitarias a nivel multinacional, mejorando el uso de tratamientos específicos y estableciendo centros oncológicos integrales.
Suponiendo que la incidencia y las tasas de supervivencia se mantengan sin cambios, el gasto per cápita crecería un 67% entre 2023 y 2050
Por otro lado, y también en línea con la prevención, las políticas para abordar el consumo de tabaco y alcohol o la contaminación del aire son igualmente esenciales. Si se lograra reducir los principales factores de riesgo para el cáncer se podría prevenir alrededor del 8% de todos los casos y el 12% de las muertes prematuras. Esto, a su vez, reduciría el gasto sanitario en un 9% entre 2023 y 2050. El tabaco en concreto es una de las áreas en las que más se incide: si se alcanzaran los objetivos de las políticas internacionales en materia de tabaco, se evitarían 56.000 muertes prematuras al año.
Pero no sólo la detección y la mejora de la calidad de vida serían esenciales para reducir los casos y el impacto de esta enfermedad. En este sentido cabe recordar el papel de la vacunación. Concretamente, se pone como ejemplo la vacunación contra el virus del papiloma humano (VPH). “Las vacunas son sumamente eficaces para prevenir la infección por VPH y los cánceres asociados”, se explica.
No obstante, y pese a que esta vacunación está bastante extendida en todos los países europeos, las tasas de cobertura son generalmente bajas. El objetivo de la OCDE sería de un 90% de cobertura para las niñas, cifra que en el año 2022 se quedó en un 69%. La necesidad de una mejora en esta cobertura es apremiante, pues evitaría el 90% de todos los casos de cáncer de cuello uterino y las muertes prematuras.