Este año 2023 hemos vivido el año más cálido de los últimos tiempos. Concretamente, según un reciente informe de The Lancet, hemos sufrido las temperaturas globales más altas en más de 100.000 años. No obstante, y por el lado contrario, también estamos viendo en el mundo otro tipo de eventos meteorológicos extremos, que cada vez son más habituales debido al cambio climático: las olas de frío. “Existe numerosa evidencia científica que demuestra la influencia de los extremos térmicos sobre la salud. La influencia del calor y el del frío extremo en la salud tiene un impacto directo en la morbi-mortalidad”, se expresa desde Sanidad.
El frío es un factor de riesgo ambiental que no podemos ignorar y cuyos impactos en salud pueden ser incluso superiores a los del calor extremo, especialmente en las personas más vulnerables, como explica el propio ministerio. Las bajas temperaturas se asocian con la intensificación de enfermedades en la población vulnerable a medio y largo plazo, junto con la acción oportunista de agentes infecciosos y, a pesar de que los efectos del frío no ocurren de forma tan aguda y repentina como en el caso de las altas temperaturas, conlleva igualmente un riesgo para la salud.
Es por ello que, desde el Ministerio de Sanidad, se ha lanzado ya el Plan Nacional de actuaciones preventivas por bajas temperaturas. Este plan se activa desde el 1 de diciembre hasta el 31 de marzo de cada temporada, aunque se introduce un criterio de flexibilidad que permitirá la activación fuera de este periodo en función de la previsión climatológica. Dentro del plan se especifica el impacto en la salud que tienen las bajas temperaturas. Sanidad explica que, pese a que el frío intenso afecta negativamente a la salud, tanto de forma directa como indirecta, sólo en los casos más extremos, la exposición conduce a cuadros de hipotermia y de congelación, que suponen solo una pequeña proporción del total de la morbi-mortalidad asociada al frío extremo.
Desde el Ministerio de Sanidad se ha lanzado ya el Plan Nacional de actuaciones preventivas por bajas temperaturas
Sin embargo, las bajas temperaturas debilitan la respuesta defensiva del organismo, por lo que “parte de la etiología del exceso de morbi-mortalidad asociada al frío es de naturaleza infecciosa, principalmente por agentes como el virus de la gripe o el neumococo”, se informa. Además, “con mayor frecuencia el frío conduce a un sobre-estrés del organismo que puede dar lugar a una descompensación orgánica que agrava enfermedades crónicas en población vulnerable”. Igualmente, las bajas temperaturas pueden empeorar otras complicaciones que tienen que ver con salud, como puede ser la depresión, ansiedad o esquizofrenia, o las complicaciones durante el embarazo.
En cualquier caso, el plan aborda la hipotermia y la congelación, que son los efectos más directos de frío. En el caso de la hipotermia, se produce cuando el cuerpo tiene una temperatura anormalmente baja, produciendo que no pueda compensar nuestro sistema de termorregulación. “Puede llegar a afectar al cerebro y la consecuencia es que se tenga dificultades para moverse o pensar con normalidad”. Así, en el plan se identifican como señales de una posible hipotermia, en el caso de los bebés, la apariencia de falta de energía; y la piel roja, brillante y fría. En cuanto a los adultos, se establecen como signos los hipotermia los temblores atribuibles al frío; el agotamiento; la dificultad para hablar; la torpeza en las manos; la somnolencia; o la confusión
Igualmente, se hace referencia a la congelación, que es un caso algo más grave. Concretamente, es el resultado en forma de lesiones en el cuerpo a causa de temperaturas por debajo del punto de congelación. “La congelación puede causar daños en el cuerpo, desde leves y pasajeros, hasta graves y permanentes, llegando hasta amputaciones de partes afectadas. Las zonas más propensas a las lesiones son las más expuestas (la nariz, las orejas y las mejillas) y también las más periféricas (los dedos de la mano y del pie)”. Así, produce una pérdida de la sensibilidad en la zona afectada, que puede estar seguida de marcas de despigmentación como primeros síntomas. Las señales que nos van a indicar la congelación son el adormecimiento de la piel, el color blanco o amarillento, o la piel entumecida y firme. Para hacer frente al congelamiento, Sanidad recomienda evitar caminar si se tiene los pies o los dedos congelados, usar agua tibia pero no caliente, y tener presente que las zonas lesionadas pueden quemarse sin que lo notemos por la pérdida de sensibilidad.
MORTALIDAD INVERNAL
Como ya hemos referenciado, a pesar del calentamiento global la mortalidad invernal sigue siendo una realidad. De hecho, como explica el ministerio, es superior a la mortalidad estival. Según un estudio del ISCIII, el riesgo de mortalidad atribuible al frío extremo crece, con una probabilidad del 95%, entre un 9.1% y un 13.8% por cada grado que la temperatura ambiente desciende bajo el umbral de impacto en la salud. Estos impactos son mayores que los observados para el caso del calor extremo.
Además, existen grupos de población especialmente vulnerables a las bajas temperaturas. Hablamos de las personas mayores de 65 años, las personas con enfermedades crónicas susceptibles de ser agravadas, mujeres gestantes, recién nacidos y lactantes, personas que toman medicamentos que pueden potenciar los síntomas ligados al frío al interferir con los mecanismos adaptativos del organismo, personas con movilidad reducida, desnutridas, con agotamiento físico, o en casos de intoxicación etílica, personas que trabajan al aire libre, y personas sin hogar y que sufren pobreza o bajo estatus económico .
Por todo ello, Sanidad plantea toda una serie de recomendaciones generales para prevenir los efectos de las bajas temperaturas sobre la salud. En el exterior, recuerdan, se debe respirar por la nariz, ya que el aire se calienta al pasar por las fosas nasales y así disminuye el frío que llega a los pulmones. También se debe extremar la precaución en caso de hielo en las calles. Asimismo, conviene tener en cuenta que varias capas de ropa fina protegen más que una sola gruesa. También es necesario, si se usan braseros o chimeneas, ventilar las estancias para evitar la acumulación de CO2. Igualmente, se recomienda no consumir medicamentossinreceta y tomar una alimentación variada. “Manténgase siempre bien informado sobre las previsionesmeteorológicas antes de salir de casa”, añade el ministerio, “procure prestar mayor atención a las personas que puedan estar en situación de vulnerabilidad”, y, finalmente, “se recomienda la vacunación contra la gripe en personas mayores de 65 años y en las que padecen alguna enfermedad crónica”.