La crisis energética, la creciente emergencia en materia de salud mental, las restricciones cada vez más férreas al acceso de la ayuda humanitaria, el riesgo de enfermedades infecciosas, la interrupción de los programas de inmunización de rutina y de los servicios médicos asistenciales como consecuencia de la guerra plantean titánicos desafíos para el pueblo ucraniano ante la inminente llegada del invierno. “Se pondrán en peligro millones de vidas. El país se enfrenta a una crisis térmica, además de a una crisis permanente provocada por la guerra y la pandemia. La mitad de la infraestructura energética de Ucrania está dañada o destruida. Esto ya está teniendo repercusiones en el sistema de salud y en la salud de las personas”, declaraba el pasado 21 de noviembre el director de la Oficina Regional para Europa de la Organización Mundial de la Salud (OMS), el doctor Hans Henri P. Kluge.
Hasta el momento la OMS ha verificado un total de 703 ataques al sistema sanitario de Ucrania desde el inicio de la guerra hace ya más de nueve meses. Tal y como denuncia la agencia de salud de la ONU nos encontramos ante una violación del derecho internacional humanitario y de las reglas de la guerra por parte de Rusia. Los continuos ataques que ha sufrido y sufre el sistema sanitario ucraniano y las fuentes de energía del país se traducen en cientos de hospitales e instalaciones de atención médica que no pueden funcionar a pleno rendimiento como consecuencia de la carencia de electricidad, combustible y agua, por lo que muchos no pueden siquiera cubrir las necesidades básicas de la población en materia sanitaria.
La fotografía planteada por el director regional de la OMS para Europa se enmarca en su cuarta visita a Ucrania “para centrar la atención del mundo en esta situación”, ante la próxima llegada del invierno que puede complicar aún más la crisis que vive el país. Las estimaciones de la OMS indican que más de 10 millones de ucranianos, alrededor de una cuarta parte de la población total del país, no cuentan con acceso a electricidad. “El clima frío puede matar. Se pronostica que las temperaturas caerán en picado hasta -20 ˚C en algunas partes”, alertaba el doctor Kluge.
“A medida que las familias desesperadas intentan mantenerse calientes, muchas se verán obligadas a recurrir a métodos de calefacción alternativos, como la quema de carbón o de madera o a utilizar generadores que funcionan con diésel o calentadores eléctricos. Estos suponen riesgos para la salud, incluyendo la exposición a sustancias tóxicas que son nocivas para los niños, las personas mayores y aquellas con afecciones respiratorias y cardiovasculares, así como quemaduras y otras lesiones”. En este punto cabe recordar que la contaminación provocada por el aire doméstico es la responsable de más de cuatro millones de muertes prematuras cada año en todo el mundo.
La situación en Ucrania amenaza con tornarse todavía más crítica por lo que en pleno invierno se espera que entre dos y tres millones de ucranianos abandonen sus hogares con el objetivo no solo de protegerse del conflicto bélico, sino también en busca de sobrevivir a las bajas temperaturas. En este contexto se enfrentan a importantes desafíos de salud como son las infecciones respiratorias provocadas por virus como el SARS-CoV-2 o la influenza, así como a otras enfermedades infecciosas tales como la difteria o el sarampión. Unos riesgos sanitarios derivados de las insuficientes coberturas vacunales frente a estas enfermedades de la población ucraniana.
"Hago un llamamiento urgente para la creación de un corredor de salud humanitario en todas las áreas recientemente recuperadas y ocupadas"
“No podemos olvidar que las personas tienen más probabilidad de contraer infecciones respiratorias virales en invierno que en otras estaciones. Al igual que en el resto de Europa, las muchas subvariantes de Ómicron están circulando en Ucrania. Sin embargo, con bajas coberturas básicas de vacunación y menos aún de refuerzos, millones de ucranianos cuentan con una inmunidad menguante o nula contra la Covid-19. Combinen esto con el aumento de la influenza estacional y las dificultades para acceder a los servicios de salud y podría significar un desastre para las poblaciones más vulnerables”, asevera el doctor Kluge.
Tal y como se refería al inicio de estas líneas, la crisis de salud mental es un problema que no debe ser relegado a un segundo plano. La guerra ha iniciado ya su noveno mes y la llegada del invierno, sin un horizonte que permita vislumbra el final del conflicto bélico, supone un duro golpe para la salud mental del pueblo ucraniano. Los datos de la OMS muestran que alrededor de 10 millones de personas corren riesgo de sufrir problemas relacionados con la salud mental como estrés agudo, ansiedad, depresión, estrés postraumático e incluso iniciarse en el consumo de sustancias, como el alcohol.
En este sentido se ha puesto en marcha un programa nacional de salud mental y apoyo psicosocial. Tanto el Gobierno de Ucrania como el Ministerio de Salud han trabajado para fortalecer la respuesta a los desafíos en materia de salud mental y se han discutido los próximos pasos a dar junto con la OMS para coordinar la respuesta intersectorial sobre salud mental, la creación de servicios de salud mental accesibles, la sensibilización sobre la salud mental entre los ucranianos y el intercambio de prácticas de autoayuda y herramientas digitales que permitan el manejo del estrés.
“La guerra ha afectado tanto al acceso de la atención médica como a las líneas de suministro que permiten mantener el flujo de ayuda humanitaria. Ucrania necesita recursos sostenidos para que el sistema de salud supere el invierno y más allá”, exponía el director regional para Europa de la OMS. En este sentido ha compartido su preocupación por los 17.000 pacientes con VIH ubicados en la región de Donetsk que pronto podrían quedarse sin medicamentos antirretrovirales. “Hago un llamamiento urgente para la creación de un corredor de salud humanitario en todas las áreas recientemente recuperadas y ocupadas. La OMS y nuestros socios estamos listos para movilizarlo en cualquier momento”.
“Esta semana he sido testigo de primera mano del increíble trabajo que están haciendo mis colegas de la OMS Ucrania, la amplia familia de las Naciones Unidas y nuestros socios en todo el espectro de la atención de la salud. Con la intensificación del invierno y muchas instalaciones dañadas o destruidas, la situación es grave. Pero estamos aquí para quedarnos y apoyar”, reflexiona sobre su cuarta visita a Ucrania el director regional de la OMS para Europa.