El ministro de Sanidad, Salvador Illa, dejará este martes su cargo una vez acabe el Consejo de Ministros, tal y como informó un día antes Moncloa. A partir de ahora, se centrará en la campaña electoral de las catalanas por su condición de candidato del PSC para presidir la Generalitat de Cataluña, propósito que espera cumplir tras las elecciones del 14 de febrero.
Su despedida llega con doble polémica. Por una parte, se marcha en medio de la tercera ola de Covid-19, cuando España registra los mayores datos de contagios diarios desde el inicio de la pandemia y con un proceso de vacunación menos ágil de lo que se esperaba; y, por otra, cesa sin comparecer en la Comisión de Sanidad del Congreso, como así lo exigía el RD del estado de alarma, que establecía que tenía que dar cuentas “con periodicidad mensual”.
Su decisión de marcharse a Cataluña no ha sentado bien al sector sanitario: portavoces políticos, profesionales, pacientes y CC.AA. han expresado su descontento
Durante su año en el cargo, marcado casi de forma exclusiva por la gestión de la pandemia, Illa ha estado en el foco mediático y político continuamente. Pese a ello, parte de sus rivales, de los consejeros de Sanidad y quienes le apoyan han destacado de él su “templanza” y “humildad” a la hora de lidiar la gestión con las diferentes comunidades autónomas. Pero toda esta consideración ha quedado a un lado, tras las últimas semanas.
Su decisión de marcharse a Cataluña no ha sentado bien al sector sanitario. La mayoría de partidos políticos llevan semanas pidiendo que se marchara, así como algunos consejeros de Sanidad. Asimismo, sindicatos y profesionales han expresado su descontento. Es el caso de las secciones sanitarias de UGT y CC.OO. o de asociaciones de pacientes como Apepoc. Mientras, el Consejo General de Enfermería ha suspendido su gestión.
MINISTRO, ¿CON FECHA DE CADUCIDAD?
Desde un primer momento, su nombramiento sorprendió. Licenciado en Filosofía, con experiencia en política municipal y secretario de Organización del PSC, la llegada de Illa se relacionó con la llamada ‘cuotacatalana’ del Gobierno. De esta forma, se asumió que además de ocuparse de la política sanitaria, tendría un papel destacado en la labor de limar las asperezas con la Generalitat de Cataluña después de años de conflicto institucional debido al procés independentista.
Illa se marcó como objetivo seguir las líneas iniciadas por María Luisa Carcedo; sin embargo, la Covid-19 truncó los planes fijados por el Ministerio de Sanidad
Igualmente, llamó la atención que el Ministerio de Sanidad fuese dividido en tres carteras para poder integrar a varios miembros de Unidas Podemos en el Gobierno. Así, de un gran departamento liderado por María Luisa Carcedo se pasó a tres ministerios: Sanidad, encargado a Illa; DerechosSociales, para el vicepresidente Pablo Iglesias; y Consumo, para Alberto Garzón.
Estos cambios, junto con la llegada de nuevos equipos, supusieron que el arranque del Gobierno se ralentizara. Para Sanidad, Salvador Illa se marcó una serie de objetivos de legislatura, la mayoría en línea con las políticas iniciadas por Carcedo ya que la política asturiana tan sólo llegó a estar un año y medio de ministra. Sin embargo, la Covid-19 frustró cualquier tipo de plan al Ministerio de Sanidad.
PANDEMIA Y ESTADO DE ALARMA
Pocos días después de su toma de posesión, Illa y su equipo tuvieron que fijar un ojo en la Covid-19, enfermedad causada por el nuevo coronavirus descubierto en China. Tras los primeros casos diagnosticados en España, los contagios incrementaron de forma exponencial a nivel nacional y mundial. El alto nivel de transmisión llevó a la Organización Mundial de la Salud (OMS) a declarar la pandemia internacional y al Gobierno a establecer el estado de alarma.
Desde ese momento, el ministro se convirtió en la principal autoridad competente delegada del Gobierno para gestionar la pandemia, por delante de Margarita Robles (Defensa), Fernando Grande-Marlaska (Interior) y José Luis Ábalos (Transportes, Movilidad y Agenda Urbana). De esta forma, Illa asumirá la centralización de las decisiones sobre el SNS aunque se mantendría la gestión por parte de las comunidades autónomas.
La falta de transparencia, la compra de material sanitario fallido o las debilidades de la cogobernanza han perseguido a Illa desde el inicio de la pandemia
La gravedad de la situación, con un aumento importante de contagios, de ingresos hospitalarios y de muertes, así como la relevancia de decisiones como el estricto confinamiento domiciliario obligó al titular de Sanidad a reunirse de forma telemática y en multitud de ocasiones con los consejeros sanitarios autonómicos a través del Consejo Interterritorial. Además, regularmente daba explicaciones ante la Comisión de Sanidad del Congreso.
PRIMEROS FALLOS Y CRÍTICAS
Fue en estos espacios donde Salvador Illa comenzó a recibir las primeras críticas por su gestión. La compra de material y de test de detección fallido o el retraso en la llegada de EPI’s y mascarillas para los profesionales sanitarios propiciaron el desencanto de parte de la oposición y de algunas comunidades autónomas. Esta situación incluso provocó la denuncia de diferentes colectivos, causas que en su mayoría han sido inadmitidas por el Tribunal Supremo.
En la misma línea, también ha estado en el foco por la falta de transparencia que se produjo durante el proceso de desescalada, ya que no se dieron a conocer los miembros del comité de expertos que ayudaban al Ministerio de Sanidad. Posteriormente, tras una reclamación del Consejo de Transparencia, se confirmó que estas personas eran técnicos del departamento ministerial, liderados por el director del CCAES, Fernando Simón.
Tanto el plan de vacunación como el de Navidad han despertado críticas; algunas autonomías y parte de la oposición creen que ha habido "falta de liderazgo"
Por otra parte, también son numerosas las voces que consideran que el sistema de “cogobernanza” fijado entre el Gobierno y las comunidades autónomas no ha funcionado como se esperaba. Tras el fin del estado de alarma, se cedió a las autonomías la posibilidad de endurecer las medidas otorgando a los presidentes regionales la potestad de convertirse en autoridades competentes. Sin embargo, algunas de ellas han considerado que al Ministerio de Sanidad le ha faltado liderazgo.
SEGUNDA Y TERCERA OLA DE COVID-19
Esta diversidad de medidas y actuaciones se multiplicó durante el verano ante la llegada anticipada de la segunda ola epidémica. El mayor punto de conflicto llegó en septiembre, cuando el Ejecutivo central anunció la declaración de un estado de alarma particular para las ciudades de la Comunidad de Madrid más pobladas y con más incidencia, lo que provocó el rechazo del Gobierno regional y de parte de la oposición política.
En este periodo también fue noticia el Ministerio de Sanidad por el retraso en la conformación de la reserva estratégica de material sanitario. Tras varios anuncios, el Acuerdo Marco se publicó en agosto pero se retrasó ante la dificultad que generaba a empresas españoles para adherirse al mismo. Finalmente, no fue hasta finales de noviembre cuando, en dos tandas, se adjudicaron los distintos lotes de material.
Antes, en septiembre, se comenzó a planificar el Plan de Vacunación frente a la Covid-19, junto con las comunidades autónomas. En el marco del acuerdo de la Comisión Europea para adquirir hasta siete posibles vacunas diferentes, el Consejo de Ministros fue firmando contratos de compra mientras que Salvador Illa y Pedro Sánchez iban anunciando diferentes fechas del inicio de la vacunación.
En medio de la pandemia y con el proceso de vacunación iniciado, la oposición y algunas CC.AA. le pidieron su cese inmediato al entender que no podía ocuparse de ambas cuestiones
Con la esperanza de la llegada de las vacunas en la mente, otra asunto marcó la preocupación sanitaria: la Navidad. Para ello, el ministro pactó con los consejeros un plan con medidas globales de restricción, documento que tuvo que actualizarse apenas dos semanas después ante el incremento de la incidencia. De nuevo, cada comunidad autónoma hizo lo que creía más conveniente, mientras que Sanidad ofrecía “apoyo” a dichas decisiones. No obstante, ya está confirmado que estamos ante una tercera ola epidémica.
VACUNACIÓN Y SALIDA DEL MINISTERIO
En España, al igual que en el conjunto de la Unión Europea, se empezó a administrar la vacuna de Pfizer-BioNTech el 27 de diciembre. La previsión compartida por Illa es la de tener inmunizada a 15-20 millones de españoles entre mayo y junio y en torno al 70% de la población en verano. Sin embargo, las primeras semanas de la vacunación han generado dudas sobre estos objetivos ya que existen diferencias sustanciales entre autonomías y se han registrado numerosos retrasos.
Mientras algunos le han valorado positivamente su carácter conciliador, calmado y negociador, otros le han acusado de usar el Ministerio para beneficio personal y partidista
Justo en ese momento, fue cuando se dio a conocer que Salvador Illa sería el candidato del PSC para presidir la Generalitat de Cataluña tras las elecciones del 14 de febrero. En medio de una pandemia y con el proceso de vacunación iniciado, la oposición y algunas comunidades le han pedido su cese inmediato al entender que no podía ocuparse de ambas cuestiones al mismo tiempo.
A pesar de ello, Salvador Illa ha mantenido su puesto hasta casi el inicio de la campaña electoral en Cataluña, que comienza en la medianoche del 29 de enero. Finalmente, será este martes cuando acabe su etapa al frente del Ministerio de Sanidad, un año en el que mientras algunos le han valorado positivamente su carácter conciliador, calmado y negociador, otros le han acusado de usar el Ministerio para beneficio personal y partidista.