En el año 2006 se aprobó la regulación europea relativa a las declaraciones nutricionales y de propiedades saludables en los alimentos “para garantizar el más alto nivel de protección de los consumidores y promover el buen funcionamiento del mercado”. No obstante, la Unión Europea ha publicado un informe en el que advierte de que la implementación del reglamento sigue siendo “incompleta”.
Para mejorar la implantación del reglamento, el informe habla de la necesidad de establecer un modelo de perfil nutricional y de regular los productos “botánicos” o que su composición se base en plantas. Y es que, según el informe de evaluación de la Comisión y las conclusiones de este estudio, al menos un el 18% de los nuevos productos que entran en el mercado de alimentos y bebidas de la UE, incluyen etiquetados afirmando que son productos saludables y nutricionales.
De hecho, según indica el último eurobarómetro, los consumidores cada vez se interesan más en la información de las etiquetas de los alimentos. Por ello se recalca la importancia de que los reclamos publicitarios de los productos sean realistas.
Según indica el último eurobarómetro, los consumidores cada vez se interesan más en la información de las etiquetas de los alimentos
El reglamento determina que, en el etiquetado, se puede afirmar que un alimento tiene propiedades nutricionales o que tiene propiedades que benefician a la salud. No obstante, no todos los alimentos pueden llevar estas etiquetas, ya que se debe tener una evidencia científica de que el beneficio es real.
Por ejemplo, el reglamento acepta que, en el etiquetado, se incluya que las nueces contribuyen a mejorar la elasticidad de los vasos sanguíneos. Sin embargo, se debe especificar la cantidad concreta necesaria para que esta ingesta sea realmente beneficiosa para la salud. Hasta agosto de este año, según los datos del informe, se han autorizado 229 etiquetados con esta característica, pero se han denegado 1.841.
Con este tipo de regulaciones se trata de que productos que son claramente no saludables (por contener altas cantidades de grasas, azúcar o sal) no puedan etiquetarse como saludables. Esta es una de las principales reclamaciones del estudio, ya que se ha determinado que “los consumidores continúan expuestos a etiquetas positivas de nutrientes o propiedades saludables de alimentos” que realmente no lo son. En el informe también se alerta sobre una necesidad de aumentar el control sobre los etiquetados relacionados con productos hechos a base de plantas o que dicen ser naturales o de origen “botánico”.
Con este tipo de regulaciones se trata de que productos que son claramente no saludables no puedan etiquetarse como saludables
Por ello el documento alerta de la necesidad de alinear las exigencias sobre los etiquetados con las políticas sanitarias de la Unión Europea. También se pone de manifiesto la importancia de tomar nuevas medidas en relación a los etiquetados de productos de origen botánico. “Es necesario tomar una decisión sobre si las afirmaciones deben fundamentarse siempre sobre una evidencia científica” en estos casos y, de ser así, determinar si el "uso tradicional" debe considerarse también una evidencia. Por ello también se critica la ausencia de una lista armonizada y compartida de plantas permitidas en alimentos.
Igualmente, el informe destaca que es necesario estudiar si el reglamento actual está preparado para los entornos digitales. La normativa se aprobó en un momento en que las redes sociales aún no desempeñaban un papel tan importante en la publicidad y venta de alimentos y complementos alimenticios. “Hoy en día, los influencers utilizan las redes sociales para generar ingresos y tener un gran alcance hacia el público a través de estos canales”. Por ello no queda claro si el reglamento es capaz de proteger a los consumidores de la información falsa y las “afirmaciones engañosas” encontradas en línea.
Finalmente, sobre los productos que vienen de plantas o productos botánicos, se requiere una mayor armonización, ya que cada país tiene una situación distinta. “Los consumidores están expuestos a afirmaciones sobre productos botánicos que podrían no ser científicamente justificados y cuyo efecto sobre la salud no está bien establecido”. Además, el hecho de que una hierba pueda comercializarse como complemento alimenticio en un Estado miembro y, como producto medicinal tradicional en otro, “puede crear confusión entre los consumidores”. Por ello, se recomienda establecer una lista armonizada y compartida de plantas permitidas en los Estados miembros de la UE.