La sostenibilidad del sistema sanitario es uno de los grandes retos que ya estamos enfrentando y cuya solución pasa por muchas transformaciones en las políticas sanitarias. Uno de los cambios que proponen los expertos tiene que ver con la prevención. “Una inversión en prevención podría ayudar atener un sistema más sostenible”, afirma Carlos Alberto Arenas, vicepresidente de la Fundación Economía y Salud, y Médico Especialista en Medicina Preventiva y Salud Pública.
Para obtener una visión global sobre la situación actual en cuanto a la inversión en prevención, cabe diferenciar entre las actividades que se llevan a cabo en promoción de la salud, que pueden incluir desde crear entornos saludables o políticas de seguridad vial, hasta políticas fiscales, como cargar con impuestos las actividades nocivas para la salud como el tabaco o el alcohol; y las actividades preventivas clásicas que realiza el ministerio de Sanidad y los servicios de salud, como podría ser la vacunación o programas de detección precoz.
Estas últimas actividades preventivas, que son las presupuestadas por Sanidad, “ocupan un porcentaje generalmente bajo”. En este sentido, sería la asistencia sanitaria la que se llevaría el porcentaje más alto de recursos. “Más del 80% del presupuesto de salud está dedicado a asistencia”, explica el especialista. Por ello, “los especialistas en salud pública y en preventiva siempre abogamos por aumentar el despliegue de actividades preventivas”.
Más del 80% del presupuesto de salud está dedicado a asistencia
Según se detalla, este aumento se dificulta porque viene condicionado a la evidencia de que una actividad de este tipo sea efectiva. Por ejemplo, es difícil cuantificar cuánto de efectivo es el consejo antitabaco en la atención primaria. No obstante, si hubiera una mayor educación hacia la ciudadanía con respecto al cuidado de su salud, eso redundaría en una mayor calidad de vida, en una sociedad más sana, más productiva y más eficiente en general, según el experto.
Pero, ¿por qué la inversión en prevención sigue siendo baja? Arenas apunta a un factor fundamental: el enfoque del sistema. Fundamentalmente, el sistema sanitario ha estado enfocado a la curación de la enfermedad y los recursos que se dedican a esa actividad son grandes y crecen. “Lógicamente, queremos tener la última tecnología en los hospitales y realizar las últimas intervenciones”, por lo que las estrategias preventivas, al no ser tan urgentes como la enfermedad aguda, se posponen. Por ello, se debería, en cada una de las especialidades médicas, incluir en la formación una parcela de promoción y prevención en aspectos concretos de la especialidad. “Por ejemplo, en ginecología, se estudian los aspectos preventivos del papiloma humano o de la educación sexual”.
Teniendo en cuenta que si existen más enfermedades o más personas con patologías, se tendrá que invertir más en curación, una mayor financiación en prevención para evitar las propias enfermedades, podría llevarnos a un sistema más sostenible. Así, se pone en valor un modelo preventivo más que uno reactivo. Existen estudios clásicos que vienen ya de los años 70 a los que se remite el experto, que dicen que el 80% de la financiación que se dedica a la asistencia sanitaria sólo mejora la salud de un 15% de la población. Un ejemplo claro es el tabaquismo, que de por sí es la causa única que provoca más carga de enfermedad en las personas. “Hacer una buena política preventiva que disminuyera sólo un 10% el tabaquismo en un país, podría suponer un incremento de salud brutal en cuanto a enfermedades cardiovasculares y cánceres evitados en los siguientes 10 años”.
Se debería incluir la formación en promoción y prevención en todas las especialidades
Por ello, reforzar la salud pública podría ser mucho más eficiente que tratar directamente una enfermedad que ya está instaurada. Pero la presión presupuestaria releva a un segundo plano este tipo de intervenciones, que deberían no obstante estar presupuestadas en todas las políticas. “La promoción de la salud debe estar presupuestada en todas las consejerías, no solo en la de salud, también en educación, en interior con seguridad vial, con un aire saludable en las ciudades…etc”. En definitiva, incluir la salud en todas las políticas. En España ya tenemos una Estrategia de Salud Pública del año 2022, y dentro de sus líneas de actuación se incluye este enfoque de salud en todas las políticas.
En cualquier caso la promoción de la salud no es un ámbito que sólo incumba a la gestión pública, el autocuidado y la concienciación de la población también es clave. Como afirma Arenas, esta concienciación depende en gran medida de los estratos sociales, “y por ello es tan importante conseguir una mayor alfabetización y nivel educativo en la población”, porque conforme este aumenta, la población se preocupa más por tener unos hábitos saludables. En estratos sociales más bajos, “se suele caer más en una peor alimentación y una vida más sedentaria, y esto redunda en un círculo vicioso porque la salud va empeorando”.
Es por ello que se debe apostar por una mayor educación para la salud en la población. Eso sí, “se nota que cada vez la población se preocupa más por su salud y que, pese a que internet es un arma de doble filo, la información va siendo más accesible”. En definitiva, y mirando hacia el futuro, debemos centrarnos en otro tipo de prevención, en relación al envejecimiento y el consiguiente aumento de la cronicidad: hacer que una enfermedad, una vez que ya está instaurada, sea lo menos lesiva posible. Así, con enfermedades crónicas por ejemplo osteomusculares o degenerativas en general, “podemos prevenir que vayan a más con buenos hábitos de vida”.