El Banco de España ha emitido su informe anual correspondiente al año 2022. La entidad avisa nuevamente de que el envejecimiento de la población supondrá en un futuro cercano un revulsivo para el gasto sanitario de nuestro país. A la hora de analizar las dinámicas de la deuda pública en el medio y largo plazo, se explica, hay que tener en cuenta el impacto del envejecimiento poblacional sobre el gasto público en pensiones, el sanitario o el asociado al cuidado de los mayores.
El banco también recalca que resulta "imprescindible" aumentar la eficiencia de los gastos y optimizar la distribución entre partidas, de manera que se preserven la educación o la sanidad, pues "resultan fundamentales para impulsar el crecimiento económico y la igualdad de oportunidades".
Por ello, el Banco propone una serie de retos y oportunidades para "crecer y converger con la unión económica y monetaria de manera robusta y sostenible". Entre ellos, destaca la tasa de empleo y la oferta laboral como aspectos clave. En este sentido, el informe avisa de que un aspecto adicional que puede condicionar la oferta laboral es el estado de salud de la población española y su evolución en el tiempo.
El banco recalca que resulta imprescindible aumentar la eficiencia de los gastos y optimizar la distribución entre partidas
En este sentido, los últimos barómetros sanitarios del CIS muestran un incremento de la demanda de servicios sanitarios en nuestro país. También se ha observado un aumento en los ocupados que pierden días de trabajo por enfermedad, incapacidad temporal o accidente. Si estos datos siguen aumentando y se diese un deterioro persistente de la salud general de la población, podríamos "requerir un aumento estructural del gasto sanitario y afectar negativamente a la oferta laboral y, por tanto, al producto potencial de la economía".
Respecto a esta influencia del estado de la salud en el ámbito laboral, el informe se centra en las edades cercanas a la jubilación. Los problemas de salud que incapacitan laboralmente aumentan con la edad y dificultan el alargamiento de la vida laboral que debería acompañar al incremento previsto y observado de la longevidad. En este sentido, "cabe resaltar que los trabajadores de edades cercanas a la jubilación tienden a sobrestimar el deterioro de su salud y, por tanto, a adelantar su jubilación sobre la base de percepciones subjetivas equivocadas".
También las enfermedades mentales, que pueden haberse agravado como consecuencia de la pandemia, afectan a la oferta de trabajo. La salud mental, condiciona la salud física y la situación laboral, y es uno de los principales determinantes del éxito educativo y laboral. "En los países desarrollados, los problemas de salud mental son las principales causas de enfermedades en la población en edad de trabajar y explican alrededor de un tercio de la incapacitación laboral y del absentismo. El hecho de que la incidencia de estas enfermedades haya podido agravarse como consecuencia de la pandemia es otra razón para aumentar la atención a la prevención y el tratamiento de las enfermedades mentales de la población".
Si se diese un deterioro persistente de la salud general de la población, podríamos requerir un aumento estructural del gasto sanitario y afectar negativamente a la oferta laboral
Así, dada su importancia, "debería priorizarse la evaluación de la eficiencia del gasto público sanitario". Además de que el peso de esta partida degasto en el PIB es inferior en España que en el área del euro (un 6,4% de media entre 2010 y 2021, frente a un 7,4% en la UEM), distintos informes de la AIReF apuntan a la existencia de un cierto margen de mejora en los gastos relativos a la farmacia hospitalaria y a la inversión en alta tecnología.
Asimismo, en referencia al endeudamiento público, la entidad subraya el "profundo cambio demográfico" en el que la población española está inmersa. Y es que, éste supondrá, en las próximas décadas, "un notable aumento del gasto en pensiones, pero también del gasto en sanidad y en cuidados de larga duración".
Por otro lado, la entidad se centra en la debilitación de la actividad económica mundial debido a la inflación y la incertidumbre. Entre estas presiones, el Banco incluye la recuperación de la demanda asociada a la reapertura de las economías tras la crisis sanitaria.